Contaminación

México, aún sin una política integral en el manejo de desechos sólidos

Una alternativa importante para cuidar el medio ambiente es el reciclaje, no sólo porque se refiere a la reducción de desechos considerados como basura inútil, sino también porque la reutilización afecta a la productividad de las empresas. El reciclaje ha dejado de ser una actividad informal y se ha convertido en toda una industria comprometida con el bienestar de la sociedad, al proteger de manera rigurosa a la naturaleza.

En México hay cerca de 17 mil empresas dedicadas a esta actividad y que pertenecen al Instituto Nacional de Recicladores, AC (Inare), organismo que nació hace ocho años con el propósito de crear un frente común para reducir las cantidades de basura existente en el país y utilizarla como materia prima y como fuente de energía.

El Inare es también una respuesta a la ausencia en el país de una estrategia integral en la que participen los sectores involucrados en el manejo adecuado de los desechos sólidos, previniendo en forma efectiva la contaminación y sus consecuencias. La basura es un problema producido por hogares, oficinas, fábricas, mercados, y tan sólo en el Valle de México supera las 20 mil toneladas diarias, de las cuales únicamente se recupera entre 35 y 65 por ciento. El restante tiene como destino final tiraderos a cielo abierto, barrancas o se entierra con pocas medidas de seguridad.

En México aún falta mucho para desarrollar sistemas de recolección diferenciados, en los que se separan desechos orgánicos e inorgánicos, así como peligrosos y no peligrosos. Se trata de un largo proceso que debe comenzar con los ciudadanos, quienes deberían tener la obligación de separar la basura, y después es algo que involucra a los recolectores, almacenadores y finalmente a los recicladores.

Por lo pronto, el Inare ya está haciendo su «tarea», comentó a Teorema Víctor Benítez, presidente del organismo, al agregar que se está reciclando todo lo que es susceptible de ser reciclado; esto es, plásticos, bronce, antimonio, plomo, hierro, fierro gris, acero, cobre, vidrio y aluminio, entre otros.

Eso que es considerado por la mayoría de la gente como chatarra, es recolectado y reciclado por el Inare y a cada material corresponde diferente tipo de maquinaria para su tratamiento.

Por ejemplo, para el plástico se utiliza una petelizadora, el cobre se trata en una trituradora, la celulosa y el papel mediante una astilladora, una prensa briquiteadora compacta virutas, astillas y polvos de aluminio, acero, hierro, bronce, cobre, grafito y otros materiales especiales. Una vez compactados los materiales, la mayoría son susceptibles de ser fundidos y de volver a utilizarse industrialmente.

El mercado del reciclaje es un buen negocio pues representa unos 150 mil millones de pesos al año, ya que la mayoría de los metales reciclados son considerados, junto con el oro y la plata, como materias primas (commodities). Tan sólo del aluminio, se puede afirmar que dos terceras partes son recicladas y utilizadas en la fabricación de vehículos. Su popularidad continúa gracias a su resistencia y durabilidad, además de que es inoxidable y se puede reciclar fácilmente a costos accesibles. De igual manera, su ligereza permite que los automóviles gasten menos energía.

El aluminio reciclado es una buena opción económica y ambiental y su uso permite ahorrar 95 por ciento de la energía necesaria para crear aluminio nuevo a partir del mineral. Cerca de diez millones de automóviles y camiones ligeros son triturados para ser reciclados cada año y actualmente casi 90 por ciento del aluminio de los vehículos es reciclado.

Al final de su vida, un vehículo es llevado a un desmantelador donde todas las piezas que aún pueden ser usadas son retiradas, al igual que los plásticos reciclables. Posteriormente, el vehículo es triturado y va al molino y durante este proceso los componentes del automóvil son clasificados en tres grupos: metales ferrosos (acero y hierro), metales no ferrosos (aluminio, zinc y cobre) y no reciclables.

Los metales no ferrosos son colocados en un separador por peso específico, listo para la solución acuosa. El aluminio es enviado a una fundición y con el uso de un espectómetro, el fabricante analiza la aleación para asegurar su correcta fundición. Una vez fundido el aluminio, es convertido en lingotes o transportado en forma líquida. Con esta última alternativa se ahorra más energía, ya que no es necesario volver a fundirlo para su utilización.

Por otra parte, existen materiales como el hule (cámara de llantas) que una vez reciclado se utiliza en la fabricación de mochilas, bolsas de papas fritas que se convierten en monederos o cinturones elaborados con partes de latón. Hay empresas que gracias a una buena inspiración logran que la basura pueda convertirse en verdaderas obras de arte y cuyas piezas al ser fabricadas colaboran con el cuidado del medio ambiente.

Dentro del objetivo de limitar la generación de contaminantes, de manejar apropiadamente los residuos y las emisiones hacia el ambiente, ha surgido el término de manufactura sustentable, que se define como el proceso que pretende armonizar los objetivos económicos, sociales y ecológicos en cada paso de la actividad industrial. Esto quiere decir que las políticas deben promover que las actividades industriales consideren los riesgos asociados a sus distintos materiales a lo largo de todo el ciclo de vida, desde la extracción o síntesis, procesamiento, distribución y uso hasta la disposición final.

La industria comienza a desarrollar las siguientes estrategias: sustitución de materias primas, reformulación de procesos, mejoramiento de la operación y del mantenimiento y reciclado de sustancias en los procesos internos. Estos conceptos reconocen que el potencial para reducir el daño ambiental es mayor si se aplica desde el principio de vida del producto.

Otro de los objetivos de las empresas consiste en evitar el uso de materiales peligrosos, el enviar desperdicios hacia sitios de confinamiento y no tener procesos con uso excesivo de energía.

Se considera que es mejor poner en marcha un proceso que aunque genere grandes cantidades de desperdicio, éste se pueda reutilizar, en lugar de un proceso con poco desperdicio, pero que sea imposible reutilizarlo. En la industria del hierro y el acero, por ejemplo, los procesos de reciclado están bien establecidos y existe una infraestructura importante para la recolección de la chatarra, aunque muchas veces estos desechos se acumulan pero porque no existe la demanda suficiente.

El Inare se preocupa por difundir la cultura del reciclaje mediante folletos, trípticos, carteles y publicaciones diversas. Además de trabajar con empresas mexicanas, hace lo propio con entidades y organismos del extranjero y se dedica a la elaboración de un marco jurídico con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y las autoridades ambientales, para modificar empaques con el fin de que sean más apropiados para el reciclaje.

En la actualidad se está elaborando un padrón de generadores de residuos industriales no peligrosos, a quienes se les otorga una autorización para la adecuada disposición de sus residuos y este registro sirve para enlazar a las empresas con las recicladoras.

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