Colaboraciones

Ecoturismo, barrera sustentable a la agroindustria; exigen campesinos de Colombia

Por José Morales

El aroma del café se impregna en la piel. El sol quema en la espalda y el sonar de las letras de García Márquez se siente por doquier. La selva asfixia con su intensa humedad. Miles de colombianos viven en ella, pero sus parques naturales, monumentos de hojas verdes y troncos color café enmarcan el corazón y el ánimo de los pobladores de Santa Marta, capital del departamento de Magdalena, Colombia.

Esta gente, en aras de salvar esos paraísos terrenales, hace un análisis sobre cuál es su mejor vía de desarrollo: proyectos ecoturísticos y conservación de ecosistemas o poner en riesgo su existencia con la instalación de complejos agroindustriales de extensos monocultivos con fines de explotación comercial como los biocombustibles.

Luz Elvira Angarita, directora territorial de Parques Naturales en el Caribe, expuso en un análisis realizado sobre el particular, que ante la sostenibilidad financiera de los parques naturales, se ha interpuesto la producción agrícola que, a últimas fechas, gana terreno, debido a que algunos campesinos que ya tienen cultivos en las cercanías de los terrenos no quieren sombras sobre sus cultivos.

Además de esta afectación, informó que existe un programa oficial que prevé la creación de cuatro nuevos puertos marítimos en Santa Marta, que se sumarían a la minería, pesca y comercio de la fauna, problemas que enfrentan estos lugares en el Caribe colombiano.

Al mirar el Caribe se observa “una agenda de producción de agrocombustibles. Una industria extractiva de materias agrícolas con monocultivos de palma y caña de azúcar”. Citó el caso del departamento de Magdalena, donde se pretende habilitar 35 mil nuevas hectáreas de riego para cañaverales.

Esto es incoherente, pues en Colombia se tiene “un campo sin campesinos; un campo tecnificado, lleno de palma y caña de azúcar, pero sin campesinos, obviamente esto generará presiones a las áreas naturales protegidas (ANP) pues los bajos indicadores de pobreza, educación y salud, comparados con la media nacional, inhibirán el desarrollo regional, que se ubican por debajo del promedio del desarrollo nacional”, explicó.

Otro ejemplo de los cambios de uso de suelo y deforestación, expone Luz Elvira Angarita, es el Santuario del “Mono Hernández”, que ha sido deforestado por grupos emergentes, surgidos de los paramilitares. “Es un problema ecológico de orden público, pues existen funcionarios amenazados, y se han deforestado 800 hectáreas de las dos mil a tres mil hectáreas del mangle”, precisó.

Además, dijo que es inconcebible que algunas de las zonas deforestadas sean para la introducción del búfalo, con fines comerciales, mediante la venta de su carne. Al respecto, Natalia Arango, coordinadora de Áreas Protegidas, de The Nature Conservancy (TNC) en el norte de Sudamérica, dijo que para el aprovechamiento de tierras de conservación, la gente sólo acepta las ideas sobre desarrollo sustentable siempre y cuando los procesos sean claros y viables. “A la gente le gusta y apoya proyectos que sabe que en sus terrenos pueden ser llevados a la realidad”, dijo.

Abundó que “para los campesinos es importante saber que un establo es viable si se planea bien y deja áreas forestales para sus cercos y para aprovechar los suelos”.

Sobre la reconversión de tierras naturales a suelos agroindustriales, explicó que “la conversión a grandes cultivos no es amigable con la conservación. pues no aplica con los pequeños campesinos. Para TNC, éste es un aliado, ya que con ellos se pueden hacer prácticas amigables con la conservación; monocultivos, como la caña de azúcar, constituyen un renglón que aún no sabemos manejar; es un reto”, enfatizó.

Indicó que TNC conoce que los poseedores de tierra del Caribe colombiano, en la región de los llanos orientales, ya presentan grandes plantaciones de palma destinada a los biocombustibles.

“El Estado ha coadyuvado en mantener verdes los suelos de los parques naturales con programas como “Familias Guardabosques”, con algunas acciones en Tayrona, donde permiten construir posadas ecoturísticas para aminorar las presiones del cambio de uso de suelo. “Este programa es gubernamental; nosotros apoyamos en otras áreas específicas para evitar la conversión ganadera”.

Ecoturismo, alternativa verde

Pasar a través del Triángulo del Café, las playas de Santa Catalina, visitar el Mar de los Siete Colores, pasear por el Valle de Cauca, perderse en las joyas coloniales de Bogotá, emocionarse en el turismo de aventura de Santander, deslumbrarse en las murallas de Cartagena de Indias o estar en el día exacto de alguna de las más de 300 fiestas patronales colombianas, hacen que esta nación sudamericana haga efectivo su eslogan de “Colombia es Pasión”.

Carlos Trheebilcock, director administrativo del Parque Tayrona, explicó que la empresa AviaTours comentó que “la política turística de Santa Marta, que apoya los parques como atractivo turístico y natural, es justo que aproveche las playas existentes y atraiga gente que redunda no sólo en ganancia para la empresa, sino también para la ciudad, el distrito y la población, pues genera empleos y es buena la opción de concientizar en materia ambiental”, manifestó. Esto es gracias a que la concesión está bajo normas y reglamentos de Parques Naturales que prohíben el exterminio de las playas y zonas verdes.

El corporativo de mayor porcentaje en el conglomerado empresarial que tiene la concesión de cinco sitios turísticos naturales en Colombia —incluido Tayrona—, en tres años recuperará lo invertido, que fueron seis mil millones de pesos colombianos, pues los ingresos de Tayrona suman 12 mil millones de dólares anuales y tiene tres años bajo administración privada, lo que le permite pagar los gastos propios del lugar.

Pero para TNC, la mejor alternativa de conservación es la diversidad con turismo de pago por servicio ambiental, pago por captura de carbono, producción agrícola más rentable y menos agresiva, sostiene Natalia Arango. El ideal es difícil de conseguir, pero sería la mejor opción, explicó.

Ecoturismo, barrera sustentable a la agroindustria; exigen campesinos de Colombia

Por José Morales

El aroma del café se impregna en la piel. El sol quema en la espalda y el sonar de las letras de García Márquez se siente por doquier. La selva asfixia con su intensa humedad. Miles de colombianos viven en ella, pero sus parques naturales, monumentos de hojas verdes y troncos color café enmarcan el corazón y el ánimo de los pobladores de Santa Marta, capital del departamento de Magdalena, Colombia.

Esta gente, en aras de salvar esos paraísos terrenales, hace un análisis sobre cuál es su mejor vía de desarrollo: proyectos ecoturísticos y conservación de ecosistemas o poner en riesgo su existencia con la instalación de complejos agroindustriales de extensos monocultivos con fines de explotación comercial como los biocombustibles.

Luz Elvira Angarita, directora territorial de Parques Naturales en el Caribe, expuso en un análisis realizado sobre el particular, que ante la sostenibilidad financiera de los parques naturales, se ha interpuesto la producción agrícola que, a últimas fechas, gana terreno, debido a que algunos campesinos que ya tienen cultivos en las cercanías de los terrenos no quieren sombras sobre sus cultivos.

Además de esta afectación, informó que existe un programa oficial que prevé la creación de cuatro nuevos puertos marítimos en Santa Marta, que se sumarían a la minería, pesca y comercio de la fauna, problemas que enfrentan estos lugares en el Caribe colombiano.

Al mirar el Caribe se observa “una agenda de producción de agrocombustibles. Una industria extractiva de materias agrícolas con monocultivos de palma y caña de azúcar”. Citó el caso del departamento de Magdalena, donde se pretende habilitar 35 mil nuevas hectáreas de riego para cañaverales.

Esto es incoherente, pues en Colombia se tiene “un campo sin campesinos; un campo tecnificado, lleno de palma y caña de azúcar, pero sin campesinos, obviamente esto generará presiones a las áreas naturales protegidas (ANP) pues los bajos indicadores de pobreza, educación y salud, comparados con la media nacional, inhibirán el desarrollo regional, que se ubican por debajo del promedio del desarrollo nacional”, explicó.

Otro ejemplo de los cambios de uso de suelo y deforestación, expone Luz Elvira Angarita, es el Santuario del “Mono Hernández”, que ha sido deforestado por grupos emergentes, surgidos de los paramilitares. “Es un problema ecológico de orden público, pues existen funcionarios amenazados, y se han deforestado 800 hectáreas de las dos mil a tres mil hectáreas del mangle”, precisó.

Además, dijo que es inconcebible que algunas de las zonas deforestadas sean para la introducción del búfalo, con fines comerciales, mediante la venta de su carne. Al respecto, Natalia Arango, coordinadora de Áreas Protegidas, de The Nature Conservancy (TNC) en el norte de Sudamérica, dijo que para el aprovechamiento de tierras de conservación, la gente sólo acepta las ideas sobre desarrollo sustentable siempre y cuando los procesos sean claros y viables. “A la gente le gusta y apoya proyectos que sabe que en sus terrenos pueden ser llevados a la realidad”, dijo.

Abundó que “para los campesinos es importante saber que un establo es viable si se planea bien y deja áreas forestales para sus cercos y para aprovechar los suelos”.

Sobre la reconversión de tierras naturales a suelos agroindustriales, explicó que “la conversión a grandes cultivos no es amigable con la conservación. pues no aplica con los pequeños campesinos. Para TNC, éste es un aliado, ya que con ellos se pueden hacer prácticas amigables con la conservación; monocultivos, como la caña de azúcar, constituyen un renglón que aún no sabemos manejar; es un reto”, enfatizó.

Indicó que TNC conoce que los poseedores de tierra del Caribe colombiano, en la región de los llanos orientales, ya presentan grandes plantaciones de palma destinada a los biocombustibles.

“El Estado ha coadyuvado en mantener verdes los suelos de los parques naturales con programas como “Familias Guardabosques”, con algunas acciones en Tayrona, donde permiten construir posadas ecoturísticas para aminorar las presiones del cambio de uso de suelo. “Este programa es gubernamental; nosotros apoyamos en otras áreas específicas para evitar la conversión ganadera”.

Ecoturismo, alternativa verde

Pasar a través del Triángulo del Café, las playas de Santa Catalina, visitar el Mar de los Siete Colores, pasear por el Valle de Cauca, perderse en las joyas coloniales de Bogotá, emocionarse en el turismo de aventura de Santander, deslumbrarse en las murallas de Cartagena de Indias o estar en el día exacto de alguna de las más de 300 fiestas patronales colombianas, hacen que esta nación sudamericana haga efectivo su eslogan de “Colombia es Pasión”.

Carlos Trheebilcock, director administrativo del Parque Tayrona, explicó que la empresa AviaTours comentó que “la política turística de Santa Marta, que apoya los parques como atractivo turístico y natural, es justo que aproveche las playas existentes y atraiga gente que redunda no sólo en ganancia para la empresa, sino también para la ciudad, el distrito y la población, pues genera empleos y es buena la opción de concientizar en materia ambiental”, manifestó. Esto es gracias a que la concesión está bajo normas y reglamentos de Parques Naturales que prohíben el exterminio de las playas y zonas verdes.

El corporativo de mayor porcentaje en el conglomerado empresarial que tiene la concesión de cinco sitios turísticos naturales en Colombia —incluido Tayrona—, en tres años recuperará lo invertido, que fueron seis mil millones de pesos colombianos, pues los ingresos de Tayrona suman 12 mil millones de dólares anuales y tiene tres años bajo administración privada, lo que le permite pagar los gastos propios del lugar.

Pero para TNC, la mejor alternativa de conservación es la diversidad con turismo de pago por servicio ambiental, pago por captura de carbono, producción agrícola más rentable y menos agresiva, sostiene Natalia Arango. El ideal es difícil de conseguir, pero sería la mejor opción, explicó.

Palabras clave: ecoturismo, parque natural, Tayrona, santuario, Colombia

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