- El hábitat, las amenazas y la conservación de los pingüinos en el mundo
Teorema Ambiental/Redacción
Todos hemos visto a los pingüinos, esas aves marinas que conviven en grupos en los paisajes helados. Un dato curioso sobre su comportamiento es que son monógamos, tienen una pareja en toda su vida.
Su tamaño puede ser muy variable —desde el pingüino azul de Australia y Nueva Zelanda, con solo 30 cm de altura y un kilogramo de peso— hasta el emperador, que vive en la Antártida y puede alcanzar hasta 1.40 metros de altura y 40 kg, según describe Pablo García Borboroglu, doctor en Biología.
Los pingüinos son animales muy gregarios; se congregan en colonias donde construyen sus nidos, ponen sus huevos y crían a sus pichones hasta que alcanzan la edad para independizarse y alimentarse por sí mismos.
Viven y se reproducen en diversos ambientes, como desiertos, bosques, sobre hielo o roca descubierta, debajo de arbustos e incluso dentro de túneles de lava volcánica consolidada o construidos bajo tierra por ellos mismos.
Los pingüinos son aves que no vuelan, pero son buenos nadadores. Algunas especies son grandes migrantes, viajan miles de kilómetros nadando.
La mayoría se alimenta de krill, peces, calamares y otras formas de vida marina capturadas mientras nadan bajo el agua, reporta BirdLife, una organización internacional dedicada a la protección de las aves y sus hábitats.
Algunas especies están en peligro
Si bien estas aves no habitan en México ni en gran parte de algunos países, pues solo viven en el hemisferio sur, son parte de la biodiversidad y por desgracia algunas especies están en peligro de extinción. Así, se vuelve vital para su conservación el conocer cómo se les está ayudando y cómo podemos apoyarles.
Y es que los pingüinos tienen un rol ecológico importante en los océanos y también en la conservación de hábitats de otras especies.
La investigación de la ecología de los pingüinos ofrece una oportunidad excepcional para detectar los cambios que se producen en el océano austral, valorarlos y proponer medidas de conservación. Por ello, la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos, que regula la explotación pesquera en el área, considera estas especies de especial relevancia para la toma de decisiones en relación a los cupos de pesca de krill y para el diseño de las áreas marinas protegidas en la región.
Existen 18 especies de pingüinos que varían en tamaño y apariencia, quienes habitan en diferentes partes del mundo.
En la zona antártica y subantártica viven los pingüinos emperador, rey, papúa, barbijo, Adelia o Adelaida y de penacho anaranjado, macarrones o de frente dorada. La zona de América del Sur, África meridional y Nueva Zelanda es el hogar de los pingüinos saltarrocas norteño o de penacho amarillo norteño, de penacho amarillo, de Galápagos, de Humboldt, adricano o de patas negras y de Magallanes.
El pingüino emperador: mide entre 115 y 120 cm de altura, su peso es de 22 a 40 kg. Es el más alto y pesado de todas las especies de pingüinos. Es la única especie de pingüino que se reproduce durante el invierno antártico; camina de 50 a 120 km sobre el hielo hasta llegar a sus colonias de reproducción.
En la última zona que es de Australia y Nueva Zelanda están los pingüinos: De ojo amarillo, real, de las Snares, crestado, de Sclater, de Fiordland o de Nueva Zelanda y el pequeño pingüino azul.
Distintas amenazas
Los pingüinos tienen un papel clave en la cadena alimentaria, tanto como predadores y como presas; si estos desaparecieran habría un desequilibrio en las cadenas de otras especies marinas que también podrían desaparecer. Los pingüinos son constituyentes claves de los ecosistemas marinos e indicadores de la salud de los ecosistemas oceánicos y costeros. Por eso es importante conocer cuáles son sus verdaderas amenazas para evitar su desaparición.
Una de las principales dificultades a las que se enfrentan es el cambio climático, por la reducción de hielo, el deshielo, así como una cantidad de tormentas intensas y temperaturas más cálidas. Otra es la disminución del alimento por la sobrepesca y la creciente demanda de especies forrajeras como el krill. Asimismo, la degradación del hábitat, por las presiones generadas por el turismo, la generación de residuos, los derrames petroleros o la recolección de huevos por parte de los humanos.
Por último, están los depredadores introducidos y enfermedades invasoras; los humanos somos responsables de haber introducido a las colonias de pingüinos depredadores no nativos, como los gatos o perros.
Fotografía: UNAM Global