En los primeros dos años de su vida, los oseznos negros son cuidados y alimentados por sus madres, que no entrarán en estro mientras estén amamantando a sus cachorros. Para el segundo verano, la madre los aleja para volver a reproducirse. Desde ese momento, los jóvenes osos iniciarán una vida solitaria, uniéndose en pareja sólo durante los breves periodos de reproducción. La máxima edad registrada para un oso negro silvestre, es la de un ejemplar cazado en los bosques del estado de Nueva York, Estados Unidos, al cual se le estimaron 41 años. Sin embargo, lo usual es que no vivan más de 20 años.
A pesar de su naturaleza solitaria, se ha determinado que existe una clara jerarquía social entre los osos negros, la cual se establece dependiendo de la fuerza y agresividad de cada individuo, y de la presencia de crías entre las hembras. Y es precisamente entre las hembras donde existe una marcada territorialidad. Cada hembra señala los límites de su territorio mediante marcas de orina y lo defiende de la incursión de otras hembras e incluso de los machos que se adentran significativamente en él, principalmente fuera de la época reproductiva. Los machos adultos no son territoriales, aunque se mueven dentro de una zona bien delimitada a lo largo del año (a la cual se le denomina su “ámbito hogareño”), donde encuentran alimento y refugio. Estas zonas, a diferencia de los territorios de las hembras, presentan mucha variación al paso de los años y pueden sobreponerse con las de otros osos machos y usualmente comprenden varios territorios de hembras, aunque en general los machos tienden a evitar la zona núcleo de los territorios de las hembras y a ignorar a sus demás congéneres del mismo sexo.
Ante la persecución humana, los hábitos del oso negro pueden tornarse nocturnos, aunque normalmente son activos durante el día, viajando de los sitios de descanso a las diferentes zonas de alimentación que existen en las regiones que habitan.
Los osos negros adultos tienen muy pocos enemigos naturales, ya que tan sólo los osos plateados, las manadas de lobos y otros osos negros, pueden llegar ocasionalmente a atacarlos. Sin embargo, los cachorros son mucho más susceptibles al ataque de estos y otros animales, como los pumas, linces y coyotes, aunque las madres siempre están cerca y normalmente los defienden contra cualquier peligro.
Entre los cazadores deportivos mexicanos, se considera al oso negro como una de las piezas más codiciadas, fundamentalmente por la dificultad que implica rastrearlos y abatirlos. También entre los campesinos, rancheros y vaqueros tienen gran valor, pues su carne es comestible, su grasa se usa para cocinar y preparar cueros y su piel tiene un alto valor comercial. No obstante, algunos ganaderos no toleran su presencia en sus ranchos, debido a la costumbre que ocasionalmente adquiere algún ejemplar de matar ganado, principalmente borregos, chivos o becerros. En Estados Unidos y Canadá, los osos negros son un atractivo turístico en muchos parques nacionales, lo que permite generar importantes ingresos económicos. Además, la cacería deportiva de esta especie genera anualmente varios cientos de miles de dólares en estos mismo países.
Estatus
La fragmentación y destrucción de su hábitat, es un factor determinante en la supervivencia del oso negro y, debido a su bajo potencial reproductivo, sus poblaciones son muy susceptibles a la cacería excesiva. Este panorama impera en toda el área de distribución de esta especie en México, lo que ha provocado su desaparición de muchas zonas donde antes se le encontraba, por lo cual se decretó una veda permanente a su cacería desde 1987 y actualmente está considerado en México como una especie en peligro de extinción.
Fuente: Naturalia
