Transporte

“Consejo bicicletero número…”

Ana Arcoíris es una ciclista urbana que ante la ausencia de información sobre cómo circular correctamente en bicicleta decidió repartir consejos por toda la ciudad a bordo de su automóvil de dos ruedas

Alejandra Crail

México, D.F.— La ciudad de México creció a un ritmo acelerado, la idea de tener un auto como método de transporte era la que giraba en torno a las familias, lo que se veía como única alternativa. El transporte público era disfuncional y los coches más allá del estatus, eran la forma de transporte más eficaz.

Pero ése es el pasado, en la actualidad nos damos cuenta de que el espacio es pequeño y la demanda mucha. En una ciudad con un territorio de apenas mil 495 kilómetros cuadrados y que alberga a más de ocho millones de habitantes —más aquellos que vienen de otros estados a trabajar o estudiar—, el uso del automóvil resulta un problema más que una ventaja.

Como necesidad se han tenido que buscar variables de traslado, métodos para reducir tiempos, mejorar la salud y la calidad del aire de la ciudad. A pesar de que de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, diariamente circulan más de cuatro millones de automóviles, ya se ha iniciado el impulso del uso de la bicicleta como medio de transporte alterno.

Información corta, caminos largos

Ana Arcoíris, ciclista urbana de la ciudad de México desde hace nueve años, es la creadora del Consejo Bicicletero, una iniciativa que comenzó por la ausencia de información de cómo cuidarse, ser responsable y conducirse por las calles del DF.

Las redes sociales jugaron un papel muy importante, comenzó pidiendo consejos por medio de su Hi5 —ahora ya es Facebook— a todos aquellos que, veía, posaban con casco y bicicletas en su foto de perfil. “¿Cómo le hago para cuidarme en la ciudad de México al rodar en bici?”, era su pregunta recurrente, hasta que creó una cuenta especial para pedir y ofrecer recomendaciones del uso responsable de este transporte.

La ciclista relata que formalizar la asociación fue después de darse cuenta que cuando alguien le pedía consejos para recorrer las calles con este medio de transporte siempre se quedaba con la sensación de que le faltó transmitir más información. “Me puse a escribir todas las ideas que traía en la cabeza, puros consejos: consejo bicicletero número 1, consejo bicicletero número 2…” El muro diariamente se iba llenando de tips, ahora más de 150, que se crearon a partir de experiencias propias y de las relatadas por sus compañeros.

La iniciativa de Ana se desarrolló prácticamente a la par en que el gobierno local se dio cuenta de las necesidades en cuestión de movilidad que tenía la ciudad. Como esta ciclista, el GDF estaba en blanco y tuvo que recurrir a la experiencia de otros, en este caso, grandes ciudades como Barcelona o París, que generaron la sensación de que crear una cultura ciclista en el DF sí era posible.

Las calles son de todos

El Reglamento de Tránsito Metropolitano, al igual que el de muchas otras ciudades, establece que la bicicleta es un vehículo que tiene los mismos derechos y obligaciones generales que cualquier otro.

La cultura del respeto al ciclista se asoma cada vez más a la vida diaria y poco a poco todos los habitantes de la ciudad vamos poniendo en práctica nuestros derechos y responsabilidades como usuarios de las vialidades.

Aún hay muchas cosas que se desconocen, pocos saben —tanto ciclistas como automovilistas— que aquel que usa la bicicleta como medio de transporte tiene derecho a utilizar un carril completo, que no se debe rebasar a un ciclista al dar la vuelta —a menos que se tenga una distancia mínima de 1.5 kilómetros—, que ningún auto debe estacionarse en zonas de espera ciclista o peatonal y, sobre todo, que la jerarquía indica que se debe de ceder el paso en primer lugar a los peatones, después a los ciclistas y al final van los automotores.

“Ellos sólo tienen su piel como protección”

Ana Arcoíris se hizo visible. Dos limpiapipas se convirtieron en las antenitas que adornan su casco protector, utiliza un silbato para que todos los que están a su alrededor noten su presencia, hace señalamientos con las manos para indicar sus movimientos y respeta todas las recomendaciones que le han dado a lo largo de su trayectoria.

Sin embargo, a pesar de eso se dio cuenta de que los riesgos siguen siendo amplios y dice: “Yo llegué a la conclusión muy firme de que no hay locos escapados del manicomio que agarren un automotor y digan hoy voy a salir a matar ciclistas, eso no es cierto, no pasa.” Lo que sí pasa, es que falta el impulso y la empatía de todos para generar un ambiente seguro en las vialidades.

Ana recuerda una anécdota de un amigo que se sensibilizó después de conocer su labor; “él iba en el coche de su hermana y ella se le cerró a un ciclista, mi amigo, asustado, le pidió que por favor fuera más prudente ‘ellos sólo tienen su piel y su casco para protegerse’, le dijo”.

Hacerse visible es el Consejo Bicicletero No. 1 que Ana nos ofrece, “si los demás te notan, tendrán precaución de no dañarte”, asegura.

Educando a la ciudad

“Con mentadas de madre no llegas a ningún lado”, ríe Ana, quien comenta que la frustración después de que alguien te avienta el coche o no nota tu presencia en la calle, es inmensa, pero que a gritos y reclamos de mala gana no se llega a ningún lado.

El Consejo Bicicletero tuvo que salir a las calles y con base en experiencias propias fue creando decálogos para automovilistas, microbuseros y ciclistas. “Cuando recibía alguna agresión, ya llevaba preparadas mis hojitas con los consejos y se las daba al conductor, se las dejaba lo más cerca posible para que la tomaran. Una mentada se les olvida, pero al menos así la curiosidad les podía ganar”, expresó.

La expectativa de Ana, como seguramente de muchos de nosotros, es que todos reflexionen porque “no importa que seamos muchos en coche ni en camiones ni pocas calles ni angostas ni malos semáforos, lo que importa es reflexionar y sensibilizarnos para ser cada vez más los que cedamos el paso, usemos las ‘cebras’, respetemos los carriles para bicicletas, etc.”.

Ana Arcoíris dice que la ciudad no necesita “ni varo ni infraestructura súper plus al nivel europeo”, sino que compartamos y nos protejamos juntos para tener acceso a una movilidad integral, sana y segura en la ciudad de México.

Teorema Ambiental

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