Seis animales en peligro de extición 😢
Sostenibilidad

Seis animales en peligro de extinción en México en 2024

  • Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, hay alrededor de 500 especies en riesgo y más de 1000 sujetas a protección especial

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Las aguas azul turquesa del mar Caribe, cálidas, rodeadas de las playas de arena blanca de la costa mexicana y los arrecifes de Yucatán, son el escenario perfecto en el que imaginarse corales, miles de peces de colores y algún que otro tiburón. Pero sería extraño ver asomar la cabeza de una foca.

Sin embargo, hasta hace unas pocas décadas, era posible. La foca monje del Caribe fue una habitante más de estas aguas, con colonias estables en el norte de Veracruz, el arrecife Alacranes en Yucatán y el arrecife Triángulos en Campeche, aunque desde la década de 1950 no se ha vuelto a ver ninguna.

A partir del siglo XVII, la caza intensa de las focas monje por su piel y por su grasa para producir aceite fue reduciendo los números de la especie hasta dejarla en una situación muy delicada a principios del siglo XX. La alteración de su hábitat natural por parte del ser humano tampoco ayudó. En 1982, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la declaró extinta, después de que varias expediciones por todo el Caribe no lograsen encontrar ni rastro de la especie. Su caso no es único.

Especies en riesgo de extinción en México

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) contabiliza 48 especies de plantas y animales como probablemente extintas en estado salvaje. Algunas, como el quiscal del Lerma, un ave que no se ha vuelto a ver desde 1910, o la huilota de isla Socorro, cuyo último avistamiento fue en 1972, eran endémicas del país, por lo que no han desaparecido solo de México, sino del mundo entero. Además, la comisión recoge 535 especies en peligro de extinción, 912 amenazadas y 1183 sujetas a protección especial en uno de los países más biodiversos del planeta.

El mono aullador negro

México vive en una onda de calor casi permanente. 2023 fue el año más cálido y seco de la historia del país, con varios estados acumulando más de 30 días por encima de los 40 °C y temperaturas récord asombrosas como los 51.4 °C registrados en Mexicali, Baja California, en el mes de agosto. En lo que va de 2024, los termómetros no han aflojado. El país encadena una ola de calor detrás de otra desde el mes de marzo, de acuerdo con la información del Servicio Meteorológico Nacional, lo que ha causado ya 48 muertes de personas. Sin embargo, el Homo sapiens no es la única especie que sufre las altas temperaturas.

En mayo, varios reportes señalan que los monos aulladores del estado de Tabasco, al sur del país, están padeciendo el calor y la falta de agua en sus hábitats, normalmente húmedos. Los animales caen de los árboles, sufren golpes de calor y, muchos, mueren. “El cambio climático es una amenaza para muchas especies de México y el caso de los monos aulladores es un ejemplo claro”, explica Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica. “No es la única amenaza de esta especie, que también sufre las capturas y el tráfico ilegal para vender los monos como mascotas.”

El mono aullador negro, cuyos característicos gruñidos se escuchan a varios kilómetros de distancia, es una especie endémica de una región que una vez fue el bosque tropical húmedo más grande de Mesoamérica, la selva Maya, hoy fragmentada entre México, Guatemala y Belice. Desde principios de siglo, su población ha descendido más de un 50 por ciento, según la UICN, y, si nada cambia, la especie estará probablemente extinta antes de mitad de siglo.

El lobo mexicano

El lobo mexicano es la subespecie de lobo gris más pequeña de toda América del Norte. Es, también, uno de los mamíferos más raros, ya que se calcula que menos de un centenar de ejemplares sobreviven en estado libre. La especie estuvo a punto de desaparecer en el siglo XX, como resultado de las campañas de erradicación en respuesta a los ataques de lobos a ganado, pero los programas de reintroducción han logrado recuperar los números de la especie ligeramente, aunque la caza, la intoxicación y la pérdida de hábitat permanecen como amenaza.

“Hay menos de cien ejemplares en vida libre, pero hay muchos otros que están en cautiverio”, señala Alejandro Olivera. “Los que están en libertad se siguen enfrentando a los mismos retos y a que mucha gente les tiene miedo y los mata porque pueden afectar al ganado. Digamos que, aunque haya salido de la situación más crítica, la especie sigue siendo muy vulnerable.”

Ajolote

El ajolote es, probablemente, una de las especies más icónicas de México. Esta salamandra larga, oscura, cilíndrica, de hasta 30 centímetros de largo, fue una vez muy común en los alrededores de Ciudad de México. Hoy solo sobrevive en los canales y los humedales de Xochimilco. En 1996, la densidad de población de la especie se estimó en 1000 ajolotes por kilómetro cuadrado pero, en 2014, esta había bajado hasta 36. Se trata de una especie que ha sido usada tradicionalmente como alimento y como fuente de remedios curativos, por lo que la caza sigue siendo hoy una de sus principales amenazas, junto al drenaje de la tierra y la pérdida de hábitat causada por el crecimiento de la capital mexicana.

Guacamaya roja

También conocida como guacamaya escarlata, es una especie de gran significado en Centroamérica, ya que desempeñaba un rol importante dentro de las sociedades precolombinas y todavía hoy es símbolo de muchos países. Sin embargo, esta ave de colores vivos, entre los que predomina el rojo escarlata, está en peligro crítico de extinción. En México, hoy, solo está presente en menos del 5 por ciento del territorio del país —en la selva Lacandona, en el lado oriental de Chiapas, y en Los Chimalapas, en Oaxaca—, y ha sido exterminada en los estados de Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Campeche. La tala indiscriminada de los bosques que habita y las capturas ilegales (sigue siendo un animal popular como mascota) son sus principales amenazas.

La vaquita marina

La vaquita es el único mamífero marino originario de México y el más pequeño de los cetáceos. Es también el mamífero marino más amenazado del mundo. Esta especie de marsopa vive en una región pequeña de aguas cálidas y poco profundas en el Alto Golfo de California, lo que la hace muy vulnerable a cualquier presión externa. Sus números están en claro declive y han pasado de cerca de 600 ejemplares en libertad a finales del siglo XX a apenas una decena, aunque la cifra real es difícil de conseguir.

“Realmente es solo estadística, porque no es posible dar un número absoluto, son pocos animales en un espacio grande. Las campañas sí llegan a identificar varios individuos diferentes, se están usando drones con inteligencia artificial para buscar los patrones que dejan en el agua al nadar, técnicas de ADN ambiental, que buscan rastros de ADN en el agua, y micrófonos submarinos para intentar identificarlas bajo el agua. Aun así, son muy difíciles de ver, así que todo lo que tenemos son estimaciones”, añade Alejandro Olivera, que se fue a vivir a La Paz, en Baja California Sur, siguiendo precisamente a la vaquita marina.

Su caso es especial porque nadie tiene interés en cazarla, pero sufre las capturas accidentales de pescadores ilegales que intentan atrapar a la totoaba, otra especie en peligro de extinción.

La totoaba

La pesca de esta especie de pez, también endémica de la región, está prohibida desde 1975, pero la alta demanda de su buche o vejiga natatoria en Asia, donde se cree que tiene propiedades medicinales, sigue haciendo que muchos se arriesguen a capturarla. El Gobierno de México estima que el tráfico ilegal de totoaba genera entre 100 000 y 220 000 millones de pesos al año.

“Hay muchas otras especies icónicas en peligro, como los corales cuerno de alce, la tortuga laúd o la mariposa monarca, cuyos conteos anuales están en mínimos”, concluye Alejandro Olivera. “Pero también las hay menos conocidas, como la totoaba y muchos reptiles, ya que México es el quinto país con más diversidad de reptiles del mundo. También algunas orquídeas. Además, hay especies abundantes pero sobreexplotadas, como el pepino de mar. En líneas generales, todas ellas se enfrentan a tres grandes amenazas: el tráfico ilegal, la pérdida de su hábitat y el cambio climático.”Fotografía: Semarnat

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