Contaminación

Una economía del desperdicio

México es un país pobre, a pesar de ello desperdicia enormemente sus recursos.

Los mexicanos en condiciones de pobreza representan 44 por ciento, según los cálculos más conservadores, y hasta 75 por ciento de la población, de acuerdo con apreciaciones menos optimistas.

Esto significa que la pobreza en México afecta a entre 44 y 75 millones de personas, donde se incluyen además los habitantes en situaciones de pobreza extrema, que dependiendo del método utilizado para su medición, representan de 16 a 50 por ciento de la población mexicana. Un asunto preocupante, que debe orillarnos a la reflexión, pero principalmente a la creación de soluciones y propuestas viables de desarrollo.

El desperdicio, es decir, la cantidad de basura que generamos, es un reflejo de la velocidad con la cual estamos agotando los recursos naturales, recursos que usamos como insumos para producir bienes que después se convierten en basura. Este círculo vicioso es parte de un esquema de desarrollo absolutamente ineficiente, en el que las instituciones gubernamentales y sociales aún no han comprendido la importancia estratégica de una correcta administración del medio ambiente.

De seguir contaminando y agotando los recursos naturales, no hay economía que pueda sostenerse. Parte fundamental de un desarrollo sustentable o sostenible a futuro, consiste en establecer un manejo integral de los residuos en México, actualmente inexistente. Con ese propósito, el presente ensayo busca compartir tres tesis:

Solapamos una economía del desperdicio. No solamente generamos más contaminación y agotamos los recursos naturales, sino que ponemos en riesgo el crecimiento económico. Dentro de la economía del desperdicio no existe posibilidad de combatir la pobreza y todos los problemas que le vienen asociados, como la salud desde un punto de vista humano y ético, hasta la estabilidad social, desde una perspectiva política.

La basura y los residuos en general tienen potencial económico. Es decir, podemos transformar el desperdicio y el despilfarro en ahorro y en nuevas fuentes de desarrollo, de empleo, de negocio, de energía.

Necesitamos adecuar el marco jurídico con objeto de adoptar políticas públicas para reducir la cantidad de basura, reciclando y reutilizando, incorporando otras formas de producción, de consumo y de limpia que logren ahorrar recursos naturales. Esto es, se requiere establecer un manejo integral de los residuos en México.

Radiografía del despilfarro

Entre los usos del lenguaje asociados al concepto de basura, aceptados incluso por diccionarios de la lengua, está la idea de inmundicia, de suciedad; la basura es equiparable a lo repugnante y lo despreciable. Es despreciable incluso la comida, ya que los residuos alimenticios son el mayor porcentaje del total de los residuos sólidos municipales, cercano a 40 por ciento, le sigue en importancia el cartón, con un porcentaje no superior a 7 por ciento.

Con esta cultura del despilfarro, además del bajo o nulo costo que para la gran mayoría de los mexicanos supone deshacerse de la basura, por medio del servicio de limpia o de los tiraderos clandestinos, es que generamos diariamente y sin remordimientos, un estimado mayor a las 90 mil toneladas de residuos sólidos.

En la década de 1950, la generación de residuos sólidos municipales se calculaba en 300 gramos por habitante al día. Para 1998, la cantidad de basura generada diariamente por habitante alcanzó casi los 800 gramos, además de que durante el mismo periodo, la población se incrementa de 30 a más de 98 millones de personas.

En tan sólo cuatro décadas, la generación de residuos sólidos municipales aumentó poco más de nueve veces su volumen.

Descomposición lenta

Además, los componentes de los residuos cambiaron de ser mayoritariamente orgánicos, a una gran cantidad de elementos cuya descomposición es lenta y requieren de procesos complementarios para integrarse a los ciclos de la naturaleza y evitar el deterioro ecológico. Artículos para el hogar como baterías, material eléctrico, cosméticos, medicinas, o empaques que contienen detergentes, pinturas, pegamentos, desodorantes, aceites, plaguicidas, desechos de productos automotores, etcétera, constituyen hoy ejemplos típicos de desechos municipales con gran contenido tóxico y contaminante.

En la actualidad, se considera que la recolección abarca únicamente 83 por ciento del total de los residuos sólidos municipales que se generan, en consecuencia quedan dispersas más de 15 mil toneladas de basura diariamente. Del total generado, poco más de 49 por ciento se depositan en sitios controlados, por lo que más de la mitad de las toneladas de basura generadas cada día se disponen a cielo abierto en tiraderos no controlados y en tiraderos clandestinos.

Otro dato relevante, se refiere a los residuos peligrosos y biológico infecciosos resultado de los procesos industriales y el sector servicios. Se sabe que generan un poco más de tres millones 700 mil toneladas anuales. No obstante, sólo se posee información de las empresas que así lo han reportado, apenas 27 por ciento del universo potencial de industrias en las que se presume la generación de residuos peligrosos.

Generamos más riesgos que toneladas de basura

La suma de residuos sólidos municipales y residuos peligrosos reportados alcanza anualmente 36 millones y medio de toneladas de desechos. Esto es, nuestro desperdicio diario es mayor a las 100 mil toneladas de materia y de sustancias, un alto porcentaje de las cuales son altamente contaminantes y en muchos casos, se depositan sin control.

Los desperdicios están ocasionando: una permanente contaminación y deterioro de los ecosistemas. No debe sorprendernos que más de 90 por ciento de los cuerpos de agua superficial del país sufran algún grado de contaminación, que la desertización de los suelos vaya en aumento, que tan sólo en nuestro territorio se encuentre en peligro de extinción 33 por ciento de las especies de mamíferos conocidas, etcétera.

Severos riesgos para la salud. Son, por desgracia, cada vez más frecuentes los casos de enfermedades como la leucemia o la anancefalia que guardan cierta relación con una prolongada exposición a sustancias tóxicas y cancerígenas, en zonas geográficas donde se ha podido comprobar su presencia, situación que afecta particularmente a los niños.

De hecho, según los informes de Profepa, en un periodo de cuatro a cinco años se detectaron más de 160 sitios ilegales o abandonados con residuos peligrosos e infecciosos. Los residuos peligrosos e infecciosos depositados de manera ilegal y sin un adecuado control de las autoridades, han afectado y contaminado gravemente diversas localidades principalmente en Guanajuato, Nuevo León, Veracruz, Baja California y el Distrito Federal.

Por otra parte, los tiraderos clandestinos y a cielo abierto permiten el desarrollo de fauna nociva, situación que va de la mano con la problemática social, laboral y de salud involucrada en las actividades de pepena.

Los basureros provocan incendios, que es una de las principales causas de la deforestación en México, al mismo tiempo que la ausencia de políticas de reciclaje y reutilización de materiales como el papel, la celulosa y la madera, es responsable de la deforestación de más de 700 mil hectáreas cada año, una de las tasas más altas del mundo y que representa una pérdida económica superior a los 370 mil millones de pesos anuales, equivalentes a 12 por ciento del PIB.

La medición de las pérdidas económicas originadas por los residuos puede convertirse en un indicador de eficiencia. Una muestra de ello, es que podrían reducirse los costos de desazolvar los drenajes y los ríos, además de que se evitarían las pérdidas millonarias que dejan las inundaciones, originadas por un drenaje tapado con desechos y residuos sólidos. Además, disminuiría la erosión y la gran cantidad de suelos inutilizados para cualquier fin productivo, por la disposición de residuos sin control.

La basura, un negocio rentable

Las diferentes industrias del país que se sirven de materias primas o del aire y los ríos para lanzar sus desechos, contribuyen con 24 por ciento del PIB nacional, en tanto que la agricultura, la silvicultura y la pesca en conjunto lo hacen en 5.7 por ciento. Las exportaciones de bienes representan alrededor de 14 puntos del PIB, de las cuales 84 por ciento son resultado de la manufactura, 11 por ciento de petróleo y sólo 5 por ciento de productos agrícolas.

No obstante, a diferencia de lo que ocurría hace cuatro o cinco décadas, hoy en día el sector con mayor capacidad de crecimiento e ingreso, es el de servicios, que contribuye con 70 por ciento del total del PIB del país. Es en este sector donde se inserta la posibilidad de reciclar, reutilizar y reconvertir la basura y los residuos en materia prima para los procesos industriales o en productos secundarios.

Aun cuando no tengamos toda la tecnología, las costumbres o el presupuesto adecuado, un principio básico es que todos los residuos se pueden evitar. Todos los residuos son susceptibles de reciclarse y todos los residuos son susceptibles de manejarse de manera adecuada.

El potencial económico del reciclado se demuestra, según diversos estudios en un porcentaje recuperable superior a 50 por ciento de los residuos; actualmente se recicla entre 6 y 10 por ciento de determinados productos solamente. Es decir, el papel, el plástico, el cartón, los residuos alimenticios, la tela, el vidrio; todos estos materiales son recuperables en más o menos la mitad de lo que desperdiciamos. La industria del reciclaje y la reutilización representa un mercado de 90 mil toneladas diarias.

Del mismo modo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología, de 1989 al año 2000 se han autorizado y registrado más de 300 empresas cuyo giro comercial consiste precisamente en la recolección y transporte de residuos industriales peligrosos. Las empresas con giros ambientales abarcan además una gran cantidad de servicios, como son la recuperación biológica y productiva de suelos, los análisis de contaminación y de impacto ambiental, la transportación, almacenamiento, destrucción y lavado de residuos peligrosos, la producción y venta de químicos y equipos que disminuyen o evitan la expulsión de residuos, etcétera.

La basura, no se crea ni se destruye, sólo se transforma

Con seguridad, alguna vez nos hemos encontrado con la famosa fórmula de Albert Einsten sobre la energía (E=mc2), energía es igual a la masa de la materia u objeto, multiplicada por la velocidad de la luz elevada al cuadrado. Convertir la materia en energía ha sido uno de los afanes más antiguos del hombre, incluso en el cine de ciencia-ficción un argumento muy recurrido consiste en suponer que la basura será el único combustible del futuro.

Lo cierto es que obtener energía de la materia no es un asunto reservado para inteligencias privilegiadas. Mucho más cerca de lo que podemos imaginar, suceden procesos de conversión de la materia en energía. Cuando nos alimentamos, nuestro cuerpo convierte en energía los carbohidratos, las proteínas y los demás nutrientes que ingerimos, para poder desarrollar nuestras actividades diariamente. En el hogar, utilizamos un combustible de gas, para convertirlo en energía calorífica con capacidad para incrementar la temperatura del agua y de nuestros alimentos para su cocción.

Es decir, energía y materia son dos caras de la misma moneda. Nuestra sociedad ha olvidado este hecho, explotando los recursos naturales de manera indiscriminada, destruyendo los ecosistemas, acabando con las posibilidades de subsistencia de la flora y la fauna, y contaminando continuamente con un manejo inadecuado de los desechos.

La correcta administración de los residuos, eleva la productividad y el rendimiento energético de los insumos. La basura tiene un valor que se puede recuperar, ya sea porque se vuelva a reutilizar o porque se transforme en un material secundario que vuelve a entrar a la cadena productiva como insumo de procesos o tiene un valor calorífico que se utiliza para generar energía.

Una legislación mal diseñada, expresa que el gobierno es el responsable de recoger y tratar los residuos. El gobierno no puede quedarse con todos los residuos; además de que se asigna la responsabilidad del servicio de limpia al municipio, la instancia gubernamental con el presupuesto más limitado.

El Partido Verde Ecologista de México, en particular la fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados, estudia esta situación. Lo que se pretende es legislar sobre residuos, pero no sólo para proteger el medio ambiente, sino también para abrir fuentes de empleo y de negocios, se van a necesitar pequeños centros de acopio, distribuidos en los barrios para los pequeños generadores, creando toda una cadena productiva: centros de acopio, transportes, recicladores, vendedores y transformadores de los materiales secundarios y energéticos y nuevamente material consumido.

No se pretende afectar o detener el consumo, sino reorientar el consumo, evitar el desperdicio y el despilfarro. Se trata de generar incentivos para disminuir la cantidad de residuos generados, de controlar efectivamente los residuos peligrosos, de corresponsabilizar a todos los actores para crear una industria del reciclaje, comenzando por aquellos sectores en los que ya hay infraestructura o en donde están los inversionistas listos para crearla.

El Partido Verde Ecologista de México estudia la incorporación de un manejo integral de residuos en nuestro país, que promueva desarrollo económico, evite el despilfarro y contribuya a detener el deterioro ambiental.

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