Contaminación

Geomembranas confiable sistema de protección ambiental

El uso de geomembranas en los rellenos sanitarios constituye una alternativa confiable como sistema de protección ambiental siempre y cuando se garantice un adecuado control de instalación y calidad en cada una de las fases del proceso de implementación.

Para que sea posible considerar los rellenos sanitarios como elementos esenciales de los sistemas de manejo integral de los residuos sólidos, deben ubicarse en lugares apropiados, contar con diseño, construcción y operación segura y ambientalmente adecuada, por lo que este método de impermeabilización es una herramienta útil para cumplir con estas premisas ya que minimiza considerablemente los riesgos de fuga de materiales contaminantes como los lixiviados.

Las geomembranas son una barrera impermeable con diferentes fines, las primeras fueron hechas de arcilla, en lo que fue el primer concepto de creación de una barrera impenetrable, posteriormente se observó que había ciertos problemas con este material ya que cuando disminuye su humedad o se producen movimientos sísmicos es posible que se fracture y se pierda la contención.

Entonces fue necesario recurrir a materiales sintéticos, se inició con hule butilo y PVC, pero a partir de la década de los ochenta se comenzó a desarrollar el polietileno de alta y baja densidad como principal materia prima para las geomembranas.

Algunas de las ventajas del uso de geomembranas elaboradas en polietileno consisten en su eficiente comportamiento en retención de diversos compuestos químicos, su enorme resistencia a la luz ultravioleta y que el tamaño de los rollos es de seis a 10 metros, lo que disminuye el número de soldaduras.

Esta tecnología surgió en Europa, pero donde realmente se extendió fue en Estados Unidos, y ambas regiones son las principales proveedoras de este tipo de materiales.

En México se comenzó a utilizar desde hace aproximadamente 20 años, y actualmente se elabora un tipo de geomembrana que presenta la desventaja de ser muy angosta por lo que requiere gran cantidad de soldadura, las membranas que se utilizan generalmente tienen un ancho mínimo de seis metros.

En entrevista con Teorema Ambiental   Marco Araujo, director general de la empresa Soluciones Ambientales, reconoció que en el uso de geomembranas existen diversas variables que pueden limitar la efectividad del sistema como el diseño de los confinamientos, la compactación del suelo y los métodos de instalación, asimismo consideró que los niveles de control de calidad en otros países son generalmente más estrictos que en el nuestro.

Aseveró que para garantizar una total contención de materiales contaminantes en un sistema de geomembranas, es necesario mejorar los controles de calidad que actualmente se aplican en México.

Además advirtió que en lo referente a basura el espesor más común es de un milímetro, lo cual no es lo más apropiado ya que a escala mundial generalmente no se autoriza una geomembrana de tal grosor para el confinamiento de residuos. De hecho, como parte de la política de la empresa que encabeza tienen por consigna sugerir a sus clientes espesores que sean óptimos para el éxito de cada sistema, por lo que la membrana más delgada que se recomienda utilizar en el caso de los residuos municipales es la de 1.5 milímetros.

Por su parte, Zeferino Godínez Rangel, subdirector de Área de la Dirección de Residuos Sólidos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), en entrevista informó a esta publicación que en la República existen alrededor de 70 rellenos sanitarios que calificó como seguros y la mayoría cuenta con geomembranas de 40 milésimas de pulgada —un milímetro de espesor—, aunque aseguró que en algunas partes ya se ha utilizado la de 1.5 milímetros, grosor al parecer se está considerando que en el proyecto de norma para seguridad al respecto.

El funcionario señaló que desde el inicio de la obra correspondiente a un relleno sanitario se hacen todas los estudios pertinentes para conocer las características del suelo, del agua subterránea, la profundidad en el plano freático, flujo del agua, además se colocan pozos de monitoreo en sitios estratégicos para poder verificar la composición del agua y las posibles fugas.

Sin embargo, Marco Araujo refirió que por desgracia la tendencia en nuestro país se orienta cada vez a utilizar geomembranas de menor espesor —0.75 o 0.5 milímetros—, y por ello en ocasiones se han negado a prestar el servicio al considerar que los espesores de los productos no son compatibles con la aplicación deseada; subrayó que los clientes se deben basar en la relación beneficio-costo, ya que al usar membranas de mayor espesor el beneficio se incrementa de forma sustancial.

Advirtió que para asegurar al 100 por ciento la impermeabilidad de una barrera sintética es necesario instalar un sistema de doble geomembrana, que en el caso de los confinamientos de residuos peligrosos casi siempre están presentes, situación contraria en lo referente a rellenos sanitarios.

Indicó que al momento de la instalación ocurre 20 por ciento de las fallas, y el 80 por ciento restante sucede al momento de colocar las capas de cobertura, gravilla, arena o tepetate, con el fin de que la geomembrana no quede expuesta a la basura, momento que calificó como el más crítico y en el que, aseguró, por lo regular se fractura la barrera de polietileno, además de que como son las últimas fases del proceso impera la premura por concluir la obra y nadie quiere responsabilizarse. Así, los rangos de fugas pueden variar de cero a 100 litros por día por hectárea en relación directa con estos factores.

Las normas vigentes especifican las características y sitios ideales que debe tener un relleno sanitario, pero tales lugares no son necesariamente donde pueden construirse, existen diversos factores que lo impiden, es aquí cuando se buscan las soluciones de ingeniería ambiental, que constituyen un elemento mitigante de los posibles efectos que caen fuera de la norma pero son sumamente costosos y siempre están sujetos a aprobación.

Al respecto, Araujo explicó que las normas que rigen la construcción de confinamientos de residuos no mencionan cuáles son las especificaciones técnicas de la geomembrana, lo que calificó como un vacío en la reglamentación, que sería conveniente resolver.

En lo referente al costo mencionó que una membrana de un milímetro tiene un precio promedio de 25 a 30 pesos el metro, cada año el Bordo Poniente compra alrededor de 300 mil metros, invierte siete millones y medio anuales, en el proceso de expansión, de hecho el área que estaba autorizada para la disposición final de basura en ese lugar está a punto de agotarse.

Formación de lixiviados

Es evidente la necesidad de que los rellenos sanitarios dispongan de tecnologías adecuadas a fin de que cumplan con el objetivo para el que fueron creados: controlar los residuos sólidos, y evitar así probables daños al medio ambiente.

Al contar con barreras impermeables de espesor adecuado o dobles sistemas, convenientemente instalados y garantizando un estricto control de calidad se evita la migración de las sustancias conocidas como lixiviados, que se forman generalmente cuando el agua entra en contacto con los residuos sólidos depositados en un sitio de disposición final (SDF) y se produce una solución rica en elementos contaminantes que al desplazarse verticalmente llegan al subsuelo y lo contaminan.

Se pueden generar de cuatro formas distintas:

• A partir de agua de lluvia que cae directamente sobre los residuos sólidos.

• Agua que se mueve horizontal al suelo y que llega directamente al SDF.

• Contacto directo de las aguas subterráneas con los residuos por la elevación del nivel piezométrico.

• Aporte o derrame de líquidos en el SDF.

La composición de un lixiviado producido en un SDF puede ser muy compleja, aunque existen características químicas más o menos comunes en este tipo de instalaciones:

• Gran cantidad de hidrocarburos solubles.

• Gran cantidad de nitrógeno orgánico y amoniacal.

• Presencia de metales pesados como: cadmio, níquel, zinc, plomo.

• Demanda Química de Oxígeno (DQO) que llega incluso a valores de mg de oxígeno por litro (O2/l).

• Salinidad muy elevada.

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