- El coloso, símbolo de superación, sufre por el turismo masivo. Con 200 toneladas de basura al año, el impacto del ser humano amenaza el frágil ecosistema
BBVA Sostenibilidad
A 8848.86 metros sobre el nivel del mar, el pico más alto del mundo, que corona la cordillera del Himalaya desde hace más de 50 millones de años, está sufriendo gravemente por el impacto del turismo masivo que se acumula en este remoto rincón del planeta. Se calcula que, cada año, unas 80 000 personas ponen el pie en el Parque Nacional de Sagarmatha, en donde se encuentra el monte Everest, y dejan tras de sí unas 200 toneladas de basura.
Hasta hace pocas décadas era un destino exclusivo para los alpinistas más experimentados, pero ahora está siendo invadido por un sinfín de residuos orgánicos, plásticos, papeles, vidrios y muchos otros desechos que desbordan la capacidad de gestión de las comunidades locales.
En este lugar en el que la altitud y la orografía multiplican las dificultades a la hora de encontrar soluciones, la tecnología y, en concreto, las tecnologías limpias se presentan como una vía fundamental para reducir el impacto de nuestra basura en el medioambiente.
El impacto de cada paso del ser humano en el Everest
“Es difícil saber con exactitud cuánta basura se acumula en el monte Everest, ya que, año tras año, la nieve la entierra. Y es importante recordar que el boom de las expediciones al Everest comenzó ya en la década de 1980”, explica Frédéric Kauffmann, fundador y CEO de “The NeverRest Project” en entrevista con BBVa Sostenibilidad, una iniciativa que combina la ingeniería y la tecnología para ofrecer soluciones sostenibles capaces de reducir el impacto del turismo en la montaña más alta del mundo.
Gracias a tecnologías avanzadas, la tecnología puede ayudar a retirar la gran cantidad de basura actual para facilitar su recogida. De acuerdo con el reporte anual de la ONG local Sagarmatha Pollution Control Committee (SPCC), durante las expediciones de la primavera de 2022 a los montes Everest, Lhotse y Nuptse se gestionaron 44 713 kilogramos de residuos solamente en los campamentos base.
Entre esta basura, hay envoltorios de alimentos, piezas de ropa, botellas, tanques de oxígeno, baterías o tiendas de campaña que los visitantes dejan conscientemente atrás. A esto hay que sumar los propios restos orgánicos que se generan en cada jornada de escalada y que tienen un impacto en el ecosistema.
“Cada escalador genera una media de dos litros de orina al día. En el campo base del Everest se reúnen unas 2000 personas cada temporada, lo que supone 4000 litros depositados al día en un glaciar, el Khumbu”, explica Kauffman. “La zona más contaminada es la del campo 4 (que se encuentra a 7900 metros), ya que es prácticamente imposible recoger los residuos que se generan allí debido a su peligrosidad. También hay otra muy problemática: el vertedero de Gorakshep, oculto a la vista, en donde se vierten la mayoría de las heces y la basura de las expediciones”, añade.
Al igual que en tantas otras montañas del mundo, la acumulación de basura contamina las fuentes de agua y los ríos, afectando así a la vida salvaje, a los cultivos y a la salud de las comunidades locales. Una expedición al monte Everest en 2019 demostró que, también allí, las aguas y la nieve contienen restos de microplásticos, cuyo impacto en la salud humana está aún por conocer.
Búsqueda de soluciones ante la contaminación en el Everest
El rápido aumento del turismo en el Parque Nacional de Sagarmatha ha hecho imposible adaptar los sistemas de gestión de residuos a la demanda, a pesar de los intentos de las autoridades y las comunidades locales. En los últimos años, el Gobierno de Nepal ha llevado a cabo campañas de sensibilización y de limpieza, muchas organizadas por el SPCC.
De restos de plástico a botellas de oxígeno: la contaminación humana pesa en el Everest
A estas iniciativas se suman las de entidades privadas, como “The NeverRest Project”. En 2023, esta organización presentó el primer Everest Sustainable Base Camp, basado en un conjunto de soluciones pioneras para revertir los problemas ambientales de la montaña en el lado nepalí. “Es el resultado de dos años de intenso trabajo con ingenieros internacionales y nepalíes, científicos ambientales y expertos en montañismo”, señala Kauffman.
El proyecto abarca diferentes categorías de acciones que buscan mejorar desde la gestión de recursos hasta la concienciación, y en las que la tecnología juega un papel fundamental. “Para nosotros, la tecnología es crucial, ya que nos permite recopilar datos y utilizarlos para tomar decisiones más precisas”, señala.
“Por ejemplo, nuestro proyecto incluye un prototipo de análisis topográfico exhaustivo del área del campo base del Everest, que nos permite analizar desde la distribución del territorio de los operadores de expediciones hasta la evolución del glaciar Khumbu, entre otros parámetros”, explica.
Fotografía: BBVA Sostenibilidad