Las más de 200 pozas y sistemas de agua, junto con las especies endémicas, corren un grave peligro de no tomarse medidas inmediatas para su rescate, por la sobreexplotación del agua
Ciudad de México.— Varias de las pozas de Cuatrociénegas, Coahuila, un ecosistema único en su tipo, que alberga a 77 especies de peces, reptiles, algas y bacterias que son endémicas, algunas de ellas se han mantenido aisladas desde la prehistoria, tienen los días contados de no tomarse medidas inmediatas para su protección, alertó Gabriela Olmedo Álvarez, científica del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
Uno de los casos más dramáticos es el del sistema de agua Churince, increíblemente frágil en este momento. Un par de meses de intenso calor bastaron para reducirlo a un pequeño charco. El aporte del manantial disminuyó al estar bombeándose agua de manera continua e irracional, en un sitio cercano llamado “El Hundido”, señaló la investigadora del Cinvestav Unidad Irapuato.
En ese caso es tarde para recuperar lo perdido, los peces que ahí habitaban ya murieron; la cuestión es si se puede salvar lo demás, porque es muy posible que algunos sistemas alimentados de aguas profundas estén interconectados, de tal manera que si se extrae agua de uno los demás resultan afectados.
Las pérdidas hasta ahora observables son de peces, tortugas y ecosistemas únicos, además de que el agua fósil subterránea no es renovable a diferencia del agua de lluvia. Aunque en un lugar sin agua, quienes más pierden son los cuatrocienaguenses, lamentó la investigadora del Departamento de Ingeniería Genética.
Para Olmedo Álvarez, los principales enemigos de las más de 200 pozas y sistemas de agua que conforman Cuatrociénegas, son la falta de ley, orden y coordinación.
“Algunos sistemas ya no podrán recuperarse, pero podría intentarse mantener lo que queda. Hay que recurrir a la tecnología que ya existe para el manejo del agua en el desierto”, dijo la recién galardonada con la Medalla al Mérito en Ciencias de la Asamblea Legislativa del DF.
La investigadora sugirió seguir el ejemplo de otros países como Israel, que también tienen grandes extensiones de desierto, y por ello trabajan en la implementación de opciones tecnológicas para cultivar sin dañar los ecosistemas.
“Entiendo que por muchas razones se intente mantener este sueño de cultivar alfalfa en el desierto de Coahuila, pero es un espejismo. En unos años buscarán otras opciones. Entonces ¿por qué acabarse Cuatrociénegas para entonces buscar una salida desesperada?”
En Cuatrociénegas, las pozas y sistemas de agua se alimentan de diferentes manantiales. Se estima que el sedimento tiene 220 millones de años y tal vez 35 millones ya con el sistema montañoso.
En la actualidad Gabriela Olmedo Álvarez trabaja principalmente en el sistema de agua Churince, junto con un numeroso grupo de investigadores de primer nivel, de diferentes universidades de México y de Estados Unidos, que buscan describir la diversidad y ecología del lugar.
Su trabajo se basa en el análisis de bacterias que viven en Cuatrociénegas, en colaboración con científicos del Instituto de Ecología de la UNAM, para estudiar y entender la biodiversidad de bacterias que viven en las pozas de agua en ese desierto, y cómo han evolucionado.
La experta en bacteriología molecular realizó la secuencia genética de los primeros microbios prehistóricos, los cuales fueron hallados en dichas pozas, como la bacteria Bacillus coahuilensis.
Gracias a este trabajo sobre el genoma completo de los microbios endémicos de Norteamérica y pertenecientes a la época del Jurásico, será posible comprender cómo los entes vivos más arcaicos han sido capaces, pese a su sencillez, de implicarse en procesos de adaptación que les han permitido sobrevivir a la extinción.
Encontrar estas bacterias en un ambiente extremo, podría ser la base para buscar enzimas que puedan tener interés industrial, o genes particulares con resistencia a antibióticos para la creación de nuevos fármacos.
Fuente: Redacción Teorema Ambiental