Cambio climático

Prácticas agrícolas para combatir cambio climático

El reto de Latinoamérica hacia 2050 será proporcionar alimentos a la población mundial, sin degradar los ecosistemas ni deforestar

practicas-agricolasCiudad de México.— Se desarrolló en Lima, Perú, el taller “Periodismo en torno a los compromisos frente al cambio climático”, organizado por la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN), la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.

El encuentro contó con la participación de Adriana Soto, directora de The Nature Conservancy para Colombia, Ecuador, Perú, Costa Rica y Panamá, quien explicó que desde su organización se desarrollan programas como los “Fondos de Agua”, con los cuales se movilizan recursos para conservar las cuencas de los ríos en Latinoamérica y contribuyen a la provisión continua de agua para que se use de manera más eficiente en los hogares y en los diversos sectores productivos.

“Los fondos de agua son estrategias de conservación de las cuencas que proveen de agua a las ciudades que tienen riesgo de desabastecimiento del mineral por el cambio climático, lluvias y/o sequías extremas. Es una medida de adaptación, pero también de mitigación”, sostuvo.

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Latinoamérica son generadas en una gran parte por procesos de deforestación impulsados por los sectores agrícolas y ganaderos. En el caso de Colombia, la ganadería extensiva es una de las principales causantes de la deforestación, particularmente en ecosistemas sensibles como la Amazonía. Las prácticas agrícolas no adecuadas y la ganadería extensiva no sostenible generan deslizamientos y muchas veces inundaciones; además, el uso excesivo de fertilizantes termina haciendo daño a los suelos y ello genera sequía y desabastecimiento de agua muy fuerte.

En Colombia, durante la última sequía, una parte importante de los municipios se quedó sin agua. Por ello, el reto es tomar decisiones que permitan que el sector alimentario sea una solución para no emitir GEI, y para ello se necesita comprar alimentos que sean producidos de manera responsable con el medio ambiente y mediante buenas prácticas, que no se deforeste, que no se degraden los suelos, y se utilicen adecuadamente los insumos.

El consumidor prefiere hortalizas y frutas que han sido producidas con buenas prácticas agrícolas, o carne y leche que provienen de sistemas silvopastoriles —amigables con el medio ambiente—. Ello estimula la oferta de alimentos y así habrá más personas comprando alimentos que provengan de prácticas agrícolas más sostenibles.

—¿De qué manera se pueden generar prácticas más sostenibles con transferencia de capacidades y apoyo tecnológico?

—La transferencia de capacidades es interesante porque hoy en día la tecnología ha ayudado mucho a que ese conocimiento fluya de manera más efectiva. Varias compañías latinas están tratando de hacer las cosas bien y son miembros de una iniciativa llamada Tropical Forest Alliance, que permite salvar los bosques tropicales y trabajan para que en la producción de alimentos existan buenas prácticas en conocimiento, tecnología y, por supuesto, tengan los mejores recursos para los agricultores y los ganaderos. Seguro que existen campesinos, agricultores y ganaderos que quieren mejorar, pero no tienen herramientas para hacerlo.

“En Latinoamérica hay organismos como el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF), que ayuda a los ganaderos de Colombia, Brasil y Costa Rica a generar prácticas ganaderas sostenibles. El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) también está haciendo importantes avances para dar conocimiento y mejorar la ganadería y agricultura. La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia está impulsando buenas prácticas agrícolas en las fincas cafeteras, que incluyen un mejor uso de fertilizantes, mejor cuidado de los suelos y un proceso de reforestación; y se tiene control de plagas. Hay conocimiento a lo largo y ancho del continente que puede transferirse hoy en día mucho más fácilmente gracias a la tecnología.”

—¿Observa cambios a nivel estatal que permitan a Colombia afrontar mejor el cambio climático?

—No solo he visto el avance en Colombia, sino en toda la región Latinoamericana. Perú, por ejemplo, ha generado un esquema de liderazgo impresionante en las negociaciones de cambio climático y no solo a nivel internacional, también lo está poniendo en práctica dentro del país, con legislaciones y regulaciones innovadoras. Colombia es uno de los cinco países con mayor vulnerabilidad al cambio climático a nivel global. Los fenómenos climáticos extremos, como sequías y lluvias extremas, que hemos visto en los últimos 10 años, cuestan varios puntos del PBI interno, de manera que dentro del gobierno hay cada vez más conciencia del costo que implica para la economía del país. A nivel estatal conlleva una decisión de generar políticas públicas que ayuden a manejar mejor las cuencas que abastecen de agua, producir procesos de licencias ambientales mucho más responsables, como los esquemas de compensaciones por pérdidas de biodiversidad que permiten que los proyectos planifiquen mejor para evitar impactos; y a su vez los impactos que no se pueden mitigar ni evitar se puedan compensar con inversiones en restauración y conservación.

—¿De qué manera debería abordar Latinoamérica el nuevo proceso de negociación luego de la adopción del Acuerdo de París?

—El Acuerdo de París ya se firmó, pero viene una fase muy importante, que es la ratificación por parte de los países que aún está en proceso y se tiene que cumplir. Con los compromisos que han hecho las naciones a través de sus contribuciones tengo esperanzas de que el proceso mejorará. Perú y Colombia han anexado la reducción de sus emisiones a sus medidas de adaptación, porque entendieron que había beneficios no solo reduciendo sino también contribuyendo a conservar. El territorio se está volviendo más adaptable al cambio climático. Lo mejor es que esas soluciones son ambientalmente sostenibles, económicamente rentables y traen consigo beneficios sociales.

—¿Cuál será el papel de Latinoamérica en los próximos años frente al cambio climático?

—En muy pocas décadas seremos casi nueve mil millones de personas en todo el mundo. La población se va a incrementar de manera sustancial y habrá gran demanda de alimentos. Globalmente, los suelos no están en las mejores condiciones, han sido degradados y deforestados, y Latinoamérica ha sido analizada y vista como una región que aún tiene una disponibilidad de suelos en buenas condiciones y de recursos para producir alimentos. El reto de Latinoamérica será proporcionar alimentos a esa población que irá creciendo de aquí al 2050 sin degradar sus ecosistemas, sin que esa producción de alimentos implique deforestación. La región es capaz de asumir el reto, pero es importante que el resto del mundo apoye esta gestión sin contribuir al cambio climático. Los impactos los sentimos todos, el noruego o el argentino, y se darán en las próximas décadas porque ya hicimos daño al planeta.

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