Cambio climático

Cambio climático: Una controversia entre científicos

Hay expectación respecto del cambio climático y los efectos derivados de éste. Este tema es analizado por investigadores de todo el mundo desde diversos ángulos; el debate continúa entre ellos, sin que exista aún una opinión consensuada y, entre la población en general, constituye un tópico de interés tanto por las repercusiones inmediatas del estado del tiempo, como por su efecto a corto, mediano y largo plazos; razones suficientes para abordar ciertos antecedentes del tema, los puntos más destacados del debate y algunas posibles conclusiones de todo esto.

¿Dónde quedó el cambio climático?… ¡Depende del tiempo!

El clima es el estado más frecuente de la atmósfera en una región en particular, pero, ¿durante cuánto tiempo? La Organi-zación Meteorológica Mundial durante una convención llevada a cabo en 1957, en la celebración del Año Geofísico Internacional, acordó un periodo de 30 años para caracterizar el comportamiento de la lluvia y la temperatura, con la finalidad de tener representados tanto los años normales, como los extremos; es decir, secos, lluviosos, cálidos y fríos.

Según esto, una vez determinado el clima de una región, ¿son los siguientes indicadores una muestra de que el clima está cambiando? o ¿ni siquiera hemos sobrepasado los límites establecidos para cada uno de los cinco tipos climáticos que existen en el mundo?, y ¿acaso en otras épocas de la historia no se han repetido estos años anómalos?

De acuerdo con los resultados reportados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático se afirma que:

Si comparamos la temperatura promedio del mundo en este momento, con respecto de los primeros promedios hechos en 1861, se observa un incremento que oscila entre 0.2 y 0.6°C según la región que se analice. Esto representa un incremento drástico en los últimos cien años, particularmente observable en el hemisferio norte.

En todo el mundo, en la década de 1990 se registraron los años más cálidos, aunque desde 1981 se notaba el aumento.

Durante el siglo XX, el nivel del mar se elevó entre 10 y 20 centímetros en diferentes regiones del planeta.

La cubierta de nieve se ha reducido un 10 por ciento desde 1960 y los periodos de congelamiento de los lagos y ríos se han acortado en promedio 14 días.

En el siglo XX la precipitación en las áreas templadas ha aumentado entre 0.5 y 1 por ciento por década; mientras que, en las regiones subtropicales se reporta un descenso en la lluvia.

En las últimas décadas las sequías fueron más severas en algunas partes de Asia y África.

Los eventos El Niño se incrementaron y han persistido las anomalías térmicas y pluviométricas extremas, como consecuencia del fenómeno; con el consecuente efecto en la salud humana, los rendimientos agrícolas y la pesca.

Sin embargo, varios de los años anómalos reportados por el panel se han repetido a lo largo de la historia de la humanidad, incluso con mucha mayor severidad, como es el caso del periodo conocido como “pequeña edad glacial” que se vivió en Europa y América entre los años 1630-1650; así como otros 11 eventos tanto de años extremadamente cálidos como fríos; como es el caso de los denomi-nados: mínimo Egipcio, entre 1500 y 1000 aC; el mínimo Griego, entre los años 500 aC; el mínimo Medieval, entre 500 y 600 años dC, y el mínimo de Sporer que abarcó de 1400 a 1510.

En sentido opuesto se cuenta con el denominado máximo Sumerio, entre 3000 y 2500 aC; el máximo Piramidal, entre 2500 y 2000 aC; el máximo de Stone-henge, entre 2000 y 1500 aC; el máximo Romano, entre las postrimerías de la era precristiana y los albores de la era cristiana; el máximo Medieval, entre 1000 y 1300 dC, y finalmente el máximo Moderno, época que se caracteriza por tener una actividad solar inusualmente alta desde el siglo XVII.

Y ni qué decir de las precipitaciones, que también han registrado importantes periodos de escasez o de abundancia, que han derivado en sequías prolongadas o inundaciones reiteradas durante las épocas de lluvias en diversas partes del planeta.

Argumentos de la corriente determinista

Los investigadores que pertenecen a esta corriente, buscan la forma de predecir de forma certera y precisa la relación causa-efecto de un fenómeno, es decir, por una parte lo aíslan de su entorno y, además, tratan de reducirlo a sus partes más simples, con la finalidad de explicarlo; o sea, esto implica un pensamiento reduccionista que presupone que el clima se comporta como un sistema ordenado.

Afirman que la actividad antropogénica es el elemento central que ha incrementado la concentración de bióxido de carbono (CO2), metano (CH4), dióxido de nitrógeno (N2O) y los clorofluorocarbonos (CF2, Cl y CFCl3); gases que incrementan el efecto natural de invernadero ya que forman una capa térmica atmosférica que impide que el calor se escape libremente hacia el espacio abierto y, en consecuencia, aumente la temperatura de las capas adyacentes al suelo.

Este incremento térmico disminuye la cubierta de hielo de los polos, que se traduce en un aumento del nivel del mar, además de ocasionar alteraciones en la circulación termohalina del Atlántico y por añadidura ha generado un debilitamiento de la circulación del Gulf Stream, corriente marina que aporta calor a Europa.

Argumentos de la corriente sistémica

Esta corriente opina que el clima es un sistema complejo, no ordenado, es decir, con etapas caóticas, en el que no es posible trazar a detalle la trayectoria climática del planeta tanto en su fase retrospectiva como prospectiva, tan sólo es posible describir una fracción minúscula del clima en un breve lapso de tiempo.

Afirman que lo que se registra en el clima corresponde a variabilidades naturales del mismo, que simplemente se han visto incrementadas por la actividad humana. Esas oscilaciones son producto, en conjunto, de diversos elementos de un sistema dinámico, sujeto permanentemente a transformarse, cuya evolución está controlada por principios físicos más o menos conocidos, como la transferencia de energía; sin embargo, la complejidad de relaciones que se dan entre la atmósfera, el océano (corrientes marinas), la superficie terrestre (vulcanismo y deriva continental) y la cubierta de hielo y nieve (actividad del permafrost), así como la dinámica que cada uno de ellos guarda con la biota, en todas las escalas de espacio y tiempo, lo convierte en un sistema imposible de predecir, al menos por ahora.

Sin perder de vista que además existen influencias externas a la Tierra, de carácter periódico, que contribuyen de manera importante con las variabilidades del clima (periodos glaciares y no glaciares), como son los ciclos de actividad solar, los movimientos planetarios (particularmente la precesión) y el impacto de asteroides y cometas.

¿Sistema ordenado o complejo?

Los científicos ejemplifican la diferencia entre sistemas ordenados (determinísticos) y sistemas complejos (holísticos) de la si-guiente manera: en un sistema complejo, si tiramos una piedra a un río su cauce no se verá afectado, ya que la corriente buscará nuevos caminos; no sucedería lo mismo si el río fuera un sistema ordenado en donde cada molécula de agua tuviera una trayectoria fija, como pretenden hacernos creer respecto del comportamiento de las moléculas de la atmósfera, los que analizan los fenómenos desde la perspectiva determinística.

Paradigmas encontrados

La gran diferencia estriba en el empleo de las matemáticas entre una corriente científica y otra, donde el dilema gira alrededor de: ¿nuestro complejo mundo está gobernado por leyes de lo simple que iremos descubriendo progresivamente mediante los métodos desarrollados por la ciencia? ¿O adoptaremos una visión que recuerda a la aristotélica, en cuanto a poner énfasis en los procesos de cambio con el transcurrir del tiempo, aceptando que en muchos casos no se pueda predecir con exactitud el comportamiento de los procesos mediante leyes de lo simple?

Este dilema cambia en función del tipo de sistema que se analice; si los sistemas son complejos (como lo es el sistema cli-mático, según afirma la corriente sistémica) los valores de las condiciones iniciales (temperatura, humedad, velocidad del viento, concentración de gases y aeroso-les, entre otros) resultan extremadamente sensibles y limitan la posibilidad de predecir el estado futuro del sistema; así, causas pequeñas pueden producir efectos grandes y son, por tanto, incapaces de ser predecibles, como es el caso del “efecto mariposa”, que sugiere que el simple aleteo de una mariposa en Beijing, puede desencadenar una tormenta en Nueva York, poco tiempo después.

Para el principio determinístico, se aplican las matemáticas desde un enfoque newtoniano, es decir, tratando de eliminar los elementos que menos influyen en el sistema, reducen variables y tienden hacia una aproximación lineal.

Su contraparte científica piensa que lo que ocurre en la naturaleza son procesos cíclicos, similares a una espiral circular donde un ciclo no se repite exactamente igual, sino que pasa a otro nivel. Además de no reducir el número de variables y, por tanto, de relaciones intrínsecas que dan por resultado la aparición de las propie-dades emergentes.

Propiedades emergentes: una verdad irrefutable

Una de las características más importantes al estudiar los diferentes sistemas complejos de la Tierra, entre los que se encuentran el océano, la atmósfera, la criósfera y la biota, es la incapacidad de comprenderlos desde la perspectiva determinista, ya que ésta no explica el comportamiento de las propiedades emergentes. Concepto que podemos equiparar con el lenguaje, que comienza con las letras y continúa con las palabras, frases, párrafos, capítulos y libros, con la peculiaridad de que las letras no tienen nada que ver con las palabras y mucho menos con las ideas plasmadas, y así sucesivamente; es decir, conforme ascendemos de nivel aparece una nueva propiedad con características distintas. Aspecto que no aparece al estudiar un fenómeno de manera reduccionista.

Paradigmas encontrados

El grupo de científicos, que apoya el cambio global del clima, que se rige bajo un paradigma determinístico, que como se dijo consiste en el planteamiento de relaciones de causa-efecto, donde lo fundamental para obtener un conocimiento es separar el fenómeno de su entorno (como si el objeto de estudio fuera independiente de lo que lo circunscribe), posteriormente lo reduce a sus partes más simples, y además presupone que se comporta como un sistema ordenado, es decir, es reduccionista.

¿Temores fundados?

Desde el enfoque determinista se pueden hacer predicciones, pero, ¿son correctas o sólo han contribuido a provocar un temor generalizado de que las temperaturas continúen incrementándose y con ellas, la presencia de olas de calor, mayor frecuencia e intensidad de ciclones tropicales, así como lluvias y sequías extremas? Como consecuencia de esto se podría desatar una invasión de plagas de insectos, desencadenar enfermedades epidémicas, cambio en rutas migratorias de aves y extinciones de especies, entre otros problemas.

Si bien la controversia entre los científicos no se ha resuelto, es necesario seguir utilizando las predicciones determinísticas hasta que mejore la operatividad de las herramientas sistémicas, sin perder de vista que hay una varia-bilidad en el clima e indudablemente el hombre ha contribuido a ello al emitir gases de invernadero; sin embargo, existe una gran posibilidad de que el complejo sistema terrestre reaccione y en consecuencia evolucione hacia otra nueva condición.

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