Cambio climático

Calor contrincante invisible para atletas

Atletas de todo el mundo se encuentran listos para competir en las justas deportivas de las Olimpiadas de Atenas; sin embargo, no sólo requieren de una buena preparación física, sino también de condiciones favorables en el tiempo atmosférico, y el calor se convierte en otro contrincante más a vencer durante los juegos olímpicos.

Al efectuar cualquier deporte se produce un movimiento del cuerpo que lleva implícito un gasto de energía; los atletas, al igual que cualquier persona, obtienen ésta a partir de la ingesta de alimentos; durante la digestión se lleva a cabo la oxidación de la glucosa, que es la principal fuente de energía. Es importante que la comida cumpla con cuatro características: a) que sea completa en la calidad y cantidad de alimentos; b) equilibrada en cuanto a la distribución del porcentaje de nutrientes, ya sean grasas, proteínas o carbohidratos, entre otros; c) suficiente en aporte de las calorías necesarias y d) adecuada a la persona de acuerdo al peso, talla, sexo y actividad que realice. Los deportistas requieren un consumo mayor para cubrir el gasto extra de energía.

Debido a que el organismo humano es homotermo, es decir, que la temperatura del cuerpo se mantiene constante, independientemente de la temperatura en el medio ambiente, posee un mecanismo semejante al de un termostato que mantiene en equilibrio tanto la pérdida como la ganancia de calor. Esta última se genera por tres vías: la combustión de los alimentos, el trabajo de los músculos, y por las reacciones químicas que producen energía dentro de los órganos.

De la energía utilizada para el trabajo muscular, el 75 por ciento se emplea en producir calor, el cual varía notoriamente al cambiar de una actividad física a otra y es la sangre la encargada de transportarlo en su mayor parte.

El termostato al que nos referimos es la piel y funciona de la siguiente forma; a medida que la temperatura circundante aumenta, también lo hace la del cuerpo, los vasos sanguíneos cercanos a la superficie cutánea se dilatan y el aporte de sangre hacia la epidermis se incrementa; se produce sudor y con él, la evaporación; de inmediato sobreviene un descenso térmico en la sangre cercana a la piel, que al retornar a la circulación general contribuye a enfriarla.

Cuando la temperatura ambiental desciende, los vasos sanguíneos próximos a la piel se contraen, limitando la pérdida de calor. El proceso metabólico aumenta; parte de este incremento se debe a una mayor actividad muscular, ya sea voluntaria (moviendo las piernas de forma alternada) o involuntaria (escalofríos).

Los mecanismos de transferencia de calor con que cuenta el cuerpo humano son cuatro: a) la evaporación es la transición del sudor del estado líquido a gaseoso; b) la conducción es la transferencia directa de la energía producida por el movimiento molecular de un objeto, y siempre ocurre de un objeto de mayor temperatura a otro de menor temperatura; c) la convección es el movimiento circular tanto del aire como de los fluidos que genera pequeñas corrientes, al tornarse más livianos cuando se calientan, son reemplazados por otros de mayor densidad, que se encuentran fríos y d) la radiación es la transferencia de energía por ondas electromagnéticas en ausencia de contacto directo, como entre el sol y un individuo.

La temperatura ideal o de confort; se encuentra entre los 36.8 y los 37°C; el margen 0.2°C es el límite para nues-tro bienestar. La principal fuente de incomodidad es el calor, ya que en realidad no perdemos ni ganamos frío sino que transferimos calor.

Una disminución (hipotermia) o un incremento (hipertermia) de más de 2°C en la temperatura corporal del organismo, produce deterioros físicos y mentales, cuando es de 5°C, puede, incluso, ocasionar la muerte.

Cuando la temperatura es caliente (de 30°C en adelante) y el aire está seco (0 a 10 por ciento de humedad re-lativa), el enfriamiento de la piel se efectúa por la evaporación del sudor; sin embargo, cuando el organismo pierde grandes cantidades de líquido existe el peligro de la deshidratación.

Si el ambiente contiene grandes cantidades de humedad, de alrededor del 100 por ciento y la temperatura del aire es más alta que la de la piel (38°C en adelante), no se produce disipación del calor por evaporación y el organismo se afecta severamente; ya que el calor producido por el metabolismo se acumula y la temperatura corporal se eleva, efecto que se conoce como “golpe de calor”; si este incremento continúa, hasta alcanzar los 5°C por arriba de la temperatura corporal que es de 37°C, sobreviene la muerte. Uno de los efectos más importantes que desencadena el aumento de la tempe-ratura corporal es la sensación de fatiga que se traduce en una merma del desempeño mental y físico. En este sentido, resulta más propicio para el cuerpo durante el verano, desarrollar actividades deportivas en las mañanas o en las noches.

En las Olimpiadas de Atlanta, 1996, las temperaturas oscilaron entre 31 y 39°C y la humedad relativa entre el 50 y el 90 por ciento. Asimismo, en las olimpia-das celebradas en Los Ángeles, en 1984, las temperaturas alcanzaron los 40°C, con una humedad relativa del 80 por ciento, y fueron la causa de que la gran maratonista suiza Gabriela Andersen, al recorrer los últimos 400 metros ya dentro del estadio olímpico, mostró un penoso avance, a causa de un “golpe de calor” acompañado de una fuerte deshidratación.

Otro de los elementos climáticos que interviene de manera importante en el control de la temperatura corporal es el viento; la velocidad de éste coadyuva en la disipación del calor, ya que, cuanto más rápido es el flujo de aire sobre el organismo, mayor es la posible velocidad de pérdida de calor por evaporación y convección. Esto significa que los mayores beneficios ocurren a velocidades entre 1.5 y 13 kilómetros por hora; sin embargo, ir más rápido podría generar más calor que los beneficios de perderlo, ya que se requiere de un esfuerzo mayor al ir contra la resistencia del aire.

Analicemos ahora lo referente a la deshidratación del cuerpo durante el ejercicio. La pérdida de agua y electrolitos (sales) en los deportistas, reduce la capacidad de sudar y por lo tanto de termorregularse y se traduce en una elevación de la temperatura corporal. El grado de deshidratación se puede estimar a partir de la duración del ejercicio realizado por los atletas de la siguiente forma; durante una hora de ejercicio de moderado a intenso se pierden 1.5 litros de agua y dos gramos de cloruro de sodio (sal común); mientras que, en esfuerzos extremos de cuatro horas, la pérdida alcanza los seis litros y ocho gramos de sal por hora. Por esto no sólo es importante consumir líquidos hidratantes (agua), sino electrolitos, también llamados sales minerales. Lo adecuado es consumir entre 600 y 1,250 mililitros por hora de ejercicio, y se considera deficiente cuando se consume menos de 600 mililitros. Resulta óptimo ingerir jugo de naranja, bebidas preparadas con glucosa o con electrolitos, en el mundo deportivo abundan hoy estas últimas.

Surge la pregunta de cómo podemos combatir las alteraciones fisiológicas de los deportistas ante los climas calurosos y por supuesto de todos los aficionados que acuden a verlos. El cuerpo humano podríamos afirmar, posee una máquina casi perfecta, pues cuenta con mecanismos fisiológicos que le permiten adaptarse al medio mediante un proceso llamado aclima-tación, que se desarrolla por medio de un ajuste gradual y reversible de su fisiología, en este caso particular, de la termorregulación, como resultado de cambios en las condiciones climáticas del medio ambiente. Este proceso toma un tiempo aproximado de entre 10 y 15 días, por lo que es recomen-dable que los atletas que habitan en la-titudes donde las temperaturas no sean tan altas, lleguen y entrenen bajo estas nuevas condiciones para alcanzar su máximo rendimiento al cabo del proceso de aclimatación.

10 consejos para afrontar el calor

Médicos del deporte dan diez consejos básicos para dominar el calor durante el verano, particularmente en agosto, mes en el que se celebrarán las olimpiadas.
• Tomar tiempo para aclimatarse e iniciar con 30 minutos o menos de entrenamiento diario, por lo menos una semana antes de aumentar la rutina a su tiempo normal.
• Ejercitarse aeróbicamente, ya que mientras más rendimiento aeróbico se tenga más rápido se desarrolla el proceso fisiológico de aclima-tación. La recomendación es de 30 a 40 minutos tres veces a la se-mana y de preferencia al aire libre, ya que al hacerlo en lugares con aire acondicionado no se desencadena la aclimatación.
• Utilizar intervalos que incluyan estallidos periódicos de intensidad en al menos una sesión de entrenamiento aeróbico; ya que permitirá que el ritmo cardiaco se eleve por unos segundos, posteriormente baja, mientras se prepara para el siguiente arranque. Uno de los deportes que posee esta característica es el tenis.
• Manténgase fuerte, el gimnasio de pesas es el último lugar donde un deportista desea estar durante el verano, pero para competir en el calor se necesita más que acondicionamiento aeróbico, ya que los músculos también necesitan estar listos para resistir a lo largo de toda la competencia.
• Permanezca fresco, aun los atletas mejor acondicionados físicamente, en ocasiones se ven sometidos por el calor, por lo que hay que en-
friarse con hielo o agua fría el cuello y las axilas, además de cambiarse la ropa húmeda por seca.
• Beber constantemente, ya que la hidratación es crucial para que el cuerpo tolere el calor, esto implica que se deben beber líquidos antes, durante y después de jugar y no esperar hasta que se comience a sentir sed.
• Adicione sal al agua si carece de bebidas con electrolitos para repo-ner la pérdida de fluidos y evitar así los temidos calambres musculares, los atletas que no están adaptados al calor, pierden más sodio, en proporción, que los que sí lo están.
• Dormir lo suficiente implica ocho horas por noche, ya que, cuando no se duerme lo adecuado aumenta la vulnerabilidad a los problemas ocasionados por el calor.
• Consumir abundantes carbohidratos, ya que son fuente de energía y a medida que la temperatura se eleva, el cuerpo emplea los carbohidratos en una tasa más rápida; al privarse de suficientes carbohidratos la fatiga aparecerá más rápido.
• Vestirse adecuadamente, es decir, de manera ligera, con colores claros y cambiar de camisa si se humedece en exceso; el cuerpo se enfría a sí mismo a través de la evaporación de fluidos de la superficie de la piel, y una camisa sudada, impide este proceso.

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