Biodiversidad

El tráfico de jaguares en México, gran negocio para el crimen organizado

Los traficantes chinos realizan pedidos. Le dicen al intermediario, generalmente local, que le van a comprar todo el jaguar que pueda encontrar, y ellos dan el mismo aviso a las comunidades

Teorema Ambiental/Redacción

Ciudad de México, 17 de septiembre de 2020.— Andrea Crosta investiga temas de conservación desde hace 30 años, incluyendo el tráfico de vida silvestre, que deja ganancias por unos 258 mil millones de dólares al año. Por ello fundó Earth League International (ELI), la primera agencia de inteligencia para el planeta, donde han realizado decenas de investigaciones en África, Asia y Latinoamérica.

Para encontrar estas redes, utilizan agentes encubiertos en varios países y son apoyados por exagentes del Buró Federal de Investigación (FBI) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés). Estudian también el tráfico de jaguar en cinco países de Latinoamérica.

“El problema real, es el resto de la red de tráfico, sobre todo el que lleva las partes del animal desde el país de origen hasta Asia”, señala.

“Tenemos definidos actores en la cadena logística de este crimen que van desde los cazadores furtivos, en el país de origen, hasta las cabezas de las mafias, generalmente en el país de destino. En todo el mundo, los actores clave de esta cadena de suministro son asiáticos, principalmente chinos. A veces están en los países de origen por mucho tiempo, algunos hablan español”, agrega.

Además, están involucrados en otros delitos como: tala ilegal, tráfico de partes de tiburón, lavado de dinero, mientras que los traficantes establecen negocios legales como restaurantes, supermercados en el país de origen o la exportación legal de vida silvestre o de madera, y dentro de estos cargamentos que van a China trafican partes de jaguar o aletas de tiburón.

“No todo este consumo se da en grandes dimensiones. Hemos identificado tres tipos de personas dentro de la comunidad: los locales que quieren comer la carne o quieren tener el colmillo para ellos; los negociantes que van a Sudamérica por otras razones comerciales y al regresar compran partes para llevar a China, y luego los traficantes profesionales”, menciona el investigador.

Las redes de tráfico cambian bastante entre países, a veces trabajan en más de un país haciendo negocios, pero la matanza del jaguar siempre estuvo ahí, sobre todo por conflictos entre humano y felino, y eso sigue sucediendo. El problema apareció cuando las comunidades locales entendieron que las partes del jaguar tenían otro valor para China.

Los traficantes chinos realizan pedidos. Le dicen al intermediario, generalmente local, que le van a comprar todo el jaguar que pueda encontrar, y ellos dan el mismo aviso a las comunidades. Hoy en día en Surinam, cuando matas un jaguar, el destino es el mercado chino. Lo más importante ya no es la piel, sino los colmillos y los huesos.

La organización entrega toda la información que recopila a las autoridades, pero al hacerlo, analizan si los gobiernos involucrados tienen los recursos y el interés para abordar el problema.

Los colmillos se venden sobre todo como joyas, con aplicaciones de metal o sin ellas, incluso se realizan en los países de origen y se envían a China y Hong Kong. Los que las compran lo hacen para la buena suerte. Gran parte del dinero se obtiene por los colmillos del jaguar. Para uso medicinal se usan los huesos, aunque son vendidos como huesos de tigre, porque jaguar tiene los huesos y dientes más parecidos a los de ese felino.

Además, el tráfico es difícil de detectar. Por ejemplo, ocho colmillos de jaguar, extraídos de dos ejemplares de felino, se pueden transportar en un bolsillo, en la maleta y son difíciles de detectar. Mientras que en un contenedor se pueden colocar hasta 100 dientes de jaguar y una caja de huesos. Por ello se necesitan servicios de inteligencia para encontrarlos.

“Cuando hablas con autoridades latinoamericanas sobre el jaguar, te hablan sobre conservación, sobre los problemas con los locales, pero no sobre los traficantes chinos porque no los conocen”, asegura el experto. “Si solo te enfocas en la parte de la cacería, cuando se va un cazador y aparece otro. Hay que enfocarse en la organización criminal china. Cuando tengas al traficante chino y lo arrestes, incluso solo si sabe que estás investigando cerca de él, lo vas a asustar. Ahora están muy cómodos, no tienen miedo.”

Agregó que esto sucede en México con el tráfico ilegal de la totoaba: “les dimos información clave para que decomisen un gran cargamento de esta especie y asustó tanto a los traficantes que por un tiempo el valor de la totoaba bajó a cero. Detener a los traficantes chinos es una buena estrategia porque no hay muchos, se asustan con facilidad y si quitas a uno de la cadena, esta se quiebra. Pero para eso hay que invertir tiempo y dinero”.

Finalmente, el investigador añade que la persona que lleva el producto del país de origen al de destino es la clave para detener el tráfico. “los traficantes locales no saben cómo sacar el producto del país, porque en China solo lo reciben y venden”, por lo que estos intermediarios unen estas cadenas. Sin esa persona, la cadena se detiene.

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