México enfrenta una situación difícil respecto al uso del agua en el norte del país, debido principalmente a que durante los tres últimos años se han registrado importantes sequias en esta región y por el incremento en el uso del agua, tanto por parte de los mexicanos como del lado estadounidense, ya que ambos países comparten el flujo del Río Colorado.
A lo largo de 1,400 millas y fluyendo a través de la República Mexicana hacia el mar de Cortés, el Río Colorado es vital para estados áridos del sudoeste de Estados Unidos y el noroeste de México. El manejo actual y la utilización de los recursos hídricos en la cuenca del Río Colorado sirven como una buena ilustración de las conexiones entre la creciente escasez, los conflictos legales y el uso insostenible de los recursos hídricos.
A medida que crecen las demandas por los recursos limitados de la cuenca, los problemas sociales asociados con la sobreasignación y asignación incorrecta de los recursos hídricos totales y las amenazas sustanciales a recursos ecológicos significativos, como el del delta del Río Colorado, están alcanzando niveles críticos.
De los cinco estados de crecimiento más rápido de Estados Unidos, cuatro están ubicados en la cuenca del Río Colorado. Del mismo modo, la población en Sonora y Baja California ha estado creciendo y se espera que continúe haciéndolo a razón de 5 por ciento anual.
Se calcula que el crecimiento demográfico y la demanda hídrica urbana producirán un estrés aún mayor en la economía agrícola, que ya de por sí sufre por el cambio rápido de los espacios abiertos al desarrollo urbano. Si bien, la sobreutilización de aguas subterráneas a largo plazo no es aún un problema significativo en la cuenca superior, ya lo es en términos anuales en los tres estados de la cuenca inferior, como también en el valle de Mexicali.
Además de la presión sobre los escasos recursos, están los reclamos hídricos no satisfechos del indio estadounidense y la demanda creciente por darle una mayor prioridad a las pesquerías, como también a la protección del hábitat para restaurar los sistemas acuáticos del Río Colorado y de su estuario.
La demanda hídrica se ha acelerado. En 1988, Nevada utilizó menos de 130,000 acrespie (un acre de agua por pie de profundidad) de los 300,000 acrespie totales asignados del Río Colorado. Para 1995, la cifra creció a 225,000 acrespie. Aun con metas ambiciosas de conservación, los administradores predicen que el suelo utilizará el total del recurso hídrico asignado antes del año 2025.
La población de Las Vegas creció en más de 26 por ciento entre 1990 y 1994, y se espera que para 2020 la población total del sur de Nevada crezca en más del doble con respecto a los 800,000 habitantes de 1990. Se considera que para el mismo periodo, aumentará en 90 por ciento el número de habitantes en Arizona y la región noroeste de México.
A partir de 1990, se han estado sobreutilizando anualmente más de 1.2 map (un millón de acrespie = un millón de acres de agua por pie de profundidad) de aguas subterráneas en la cuenca inferior del Río Colorado. Históricamente, el consumo promedio de agua en Arizona ha excedido la realimentación en aproximadamente 2 map/año. Sin embargo, la sobreutilización actual de aguas subterráneas se ha reducido a menos de un map/año, debido en gran medida al aporte de agua del Río Colorado vía el proyecto de Arizona central. Desde hace cinco años casi 15 por ciento del suministro de agua de Arizona consistía de aguas subterráneas sobreutilizadas. A pesar de las “metas de rendimiento seguro” en este estado, los programas actuales y las medidas planificadas aliviarán sólo una porción de la sobreutilización de aguas subterráneas; las proyecciones a largo plazo sugieren un sobrebombeo anual de 500,000 acres/pie/año para 2025.
Más aún, se ha estimado que los innumerables reclamos indios solamente en el estado de Arizona alcanzan 3 map, lo cual es mayor que los 2.8 map del Río Colorado asignados a todo el estado.
División y desarrollo del Río Colorado
El Río Colorado suministra agua a casi 30 millones de personas e irriga a más de 3.7 millones de acres de tierras de cultivo en Estados Unidos y México. Controlado por unos 29 embalses, esta vía fluvial está catalogada entre los sistemas hídricos más rigurosamente controlados del mundo. Excepto por los años de grandes inundaciones atípicas, todo el flujo del río virtualmente se capta y utiliza hoy en día como lo ha sido desde principios de los setenta, cuando se concluyó el embalse del cañón del Glen.
Un problema fundamental en la cuenca del Río Colorado es que la utilización de sus aguas a largo plazo excede el suministro disponible aceptable. Debido a que el total de agua del río que corresponde utilizar legalmente es mayor que su flujo anual promedio, se ha considerado que su caudal ha sido “repartido en demasía”. Una de las principales suposiciones en el momento en que los usuarios del agua de la cuenca firmaron el convenio del Río Colorado en 1922, fue que el flujo promedio a largo plazo era cercano a los 18 map/año medidos en Lee Ferry, el punto oficial que divide las porciones superior e inferior de la cuenca.
La Agencia de Reclamación de Estados Unidos considera, actualmente, que el flujo promedio en Lee Ferry es de aproximadamente 15/map/año. A pesar del hecho de que los caudales del río fueron sobreestimados, las leyes y decretos subsiguientes se basaron en el convenio original de reparto de aguas.
Más aún, cuando se dividieron las aguas del río hace más de 70 años, no se pensó en dedicar alguna proporción al mantenimiento saludable de los ecosistemas acuáticos. Peor aún, la recreación y la salud del ecosistema no se reconocen explícitamente en las decisiones de manejo actuales. De hecho, hasta hace muy poco tiempo, las necesidades del ambiente tales como los caudales de entrada, se han encontrado con asignaciones no usadas. En otras palabras, los requerimientos hídricos medioambientales como las necesidades de sustentabilidad del delta del Río Colorado se han relegado a vivir de agua “prestada”.
Crisis y semilla del cambio
No hay suficiente agua en el sistema bajo las leyes y los regímenes de manejo actuales, para satisfacer todas las demandas humanas futuras y para proteger las funciones ecológicas del río. Mientras que los estados de la cuenca superior están muy lejos de utilizar el total de los recursos hídricos asignados, en 1990, por primera vez, la porción inferior de la cuenca de Estados Unidos utilizó completamente los 7.5 map asignados.
El alcanzar este umbral ha provocado un replanteamiento general de las estrategias de manejo. Por ejemplo, el almacenamiento de aguas subterráneas provenientes de flujos externos en exceso, la simulación de regímenes de flujo más naturales, y las transferencias de agua voluntaria, para ejercer y promover una utilización más eficiente de agua y una redistribución del vital líquido hacia actividades de mejor valuación.
Existen actitudes profundamente arraigadas e intereses creados que aún representan obstáculos formidables al cambio en el uso de agua y a las prácticas de su manejo. La realidad está a la vista y el peligro consiste en: continuar por el mal camino de una utilización ineficiente y altamente subsidiada del agua para uso agrícola, incrementar la demanda urbana, y no darle suficiente importancia a los ecosistemas, a las comunidades estadounidenses nativas y a las generaciones futuras. Esto constituye una receta para llegar a la decadencia ecológica y al conflicto.
Conclusiones
La sobreutilización masiva y a largo plazo de los recursos de aguas subterráneas en casi todas las regiones de la cuenca inferior no es sustentable y reduce las opciones para las generaciones futuras.
Debería meditarse más y dirigir una atención considerable a la integración de los esfuerzos de planeamiento y manejo de las distintas entidades de la región. Sólo los esfuerzos conjuntos que involucren a todas las partes podrán remediar los problemas del Río Colorado. El planeamiento de la utilización de la tierra podrá ser más efectivo si se integrara con el planeamiento hídrico y viceversa.
Las cuestiones sobre la restauración y la protección de los ecosistemas de agua potable en la cuenca deberán tratarse explícitamente. El no hacerlo resultará en una continua degradación en salud del medio ambiente de la cuenca del Río Colorado. Cualquier programa de restauración exitosa del ecosistema para el delta requerirá un acuerdo internacional formal.