Agua

Desinfección hídrica con cloro, efectiva y de bajo costo

El método más seguro de protección contra el riesgo de enfermedades de origen hídrico es la desinfección, este tratamiento debe aplicarse de manera prioritaria cuando el agua está contaminada o no se podrá garantizar su potabilidad en forma permanente.

La desinfección del agua se logra por diversos medios físicos:

Ebullición: Para obtener un agua perfectamente desinfectada a nivel del mar, ésta debe hervirse por un minuto. Tiene que someterse a un minuto adicional de ebullición por cada mil metros de altitud.

Rayos ultravioleta: La eficacia de la desinfección mediante esta técnica está estrechamente ligada a la calidad del agua a tratar. Por tanto, debe usarse sólo en casos muy particulares. Hay que considerar que este tratamiento no tiene efecto residual y no genera ningún subproducto.

Proceso químico: Los reactivos químicos más comunes son el cloro y sus derivados, y el ozono junto con el bióxido de cloro. El cloro es el biocida más empleado y antiguo, ya sea en estado gaseoso, hipoclorito de sodio o hipoclorito de calcio (en polvo).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su informe La desinfección del agua, consideran que la aplicación de normas simples puede garantizar la obtención de agua de calidad.

En este sentido, refieren que la desinfección del agua con cloro sigue siendo prioritaria y debe preferirse a cualquier pretratamiento con tecnologías altamente especializadas y a menudo costosas.

Ambos organismos exponen que la desinfección del agua es uno de los métodos más eficaces, en función de su costo, que pueden emprender las autoridades responsables del abastecimiento del vital líquido y de la disposición de aguas servidas.

El costo es menor a un dólar por persona al año y los informes científicos indican que a la combinación de agua salubre y saneamiento con educación sanitaria pueden atribuirse marcadas reducciones de algunas enfermedades relacionadas con el agua: de 25 por ciento en el caso de la diarrea y de 29 por ciento en la ascariasis.

La OMS y la OPS recuerdan que el número de decesos al año relacionados con el consumo de agua potable, es de tres millones en el mundo, lo cual es preocupante si se compara con los 168 millones de personas en América que no tienen un abastecimiento continuo de agua microbiológicamente segura.

El cloro sirve para desodorizar el agua en forma eficaz y a la vez es un agente bactericida contra partículas microbiológicas.

El uso generalizado de la cloración de aguas en varios países de Europa contribuyó a la desaparición de enfermedades como la tifoidea o el cólera. En América Latina la cobertura de este método de desinfección llega a 60 por ciento.

De esta manera, «la desinfección con cloro sigue siendo la mejor garantía de un agua microbiológicamente segura», indican ambos organismos.

La concentración de reactivo químico biocida, así como su tiempo de contacto con el agua, son los principales elementos que determinan la buena desinfección. Asimismo se debe tener en cuenta la calidad fisicoquímica del agua que se va a tratar para determinar cuál es la correcta concentración y tiempo de contacto.

Subproductos de la desinfección

No obstante la efectividad del cloro en el proceso de desinfección, cuando se tratan aguas cargadas de materias orgánicas se pueden generar subproductos, ya que el amoniaco, hierro, manganeso y sulfuros, reaccionan de manera particular con esta sustancia.

«La consecuencia –señalan en su informe la OMS y la OPS– de estas reacciones secundarias es la producción de moléculas químicas particulares denominadas organocloradas.»

El documento indica que algunas de estas sustancias han resultado cancerígenas en animales de laboratorio. En ciertos casos esto ha provocado la sustitución de cloro por otros desinfectantes como el bióxido de cloro o el ozono, que también provocan la formación de moléculas con riesgo a largo plazo, de acuerdo con estudios recientes.

Sin embargo, todos los conocimientos disponibles hasta la fecha, relativos a las reacciones secundarias provocadas por los reactivos usados en la desinfección química, confirman que este método sigue siendo el tratamiento prioritario en cualquier caso, subrayan la OMS y la OPS.

Aspectos técnicos

Se puede obtener agua potable tanto de forma directa, cuando se usa una fuente de agua subterránea de alta calidad y bien protegida, o también utilizando un agua no potable, la cual se somete a una serie de tratamientos adecuados capaces de reducir la concentración de contaminantes a un nivel que no signifique riesgo para la salud, expone el texto referido.

Detalla que cada etapa del tratamiento supone un obstáculo a la transmisión de infecciones. La desinfección como tratamiento único sólo se podrá utilizar para aguas subterráneas claras y bien filtradas por el suelo.

El cloro produce diversas reacciones químicas:

a) Al introducirlo en el agua se combina inmediatamente con la materia orgánica. El residual medido se mantiene en cero. Mientras no se destruyan estos compuestos no se producirá la desinfección.

b) Paulatinamente el cloro se combina con compuestos nitrogenados. En esta etapa ya se puede medir una cantidad de cloro residual. Esta concentración no corresponde al cloro realmente activo, sino a cloraminas que reaccionan igual que el cloro con los reactivos de los aparatos de medición. Se trata de productos orgánicos complejos, por lo general con fuerte olor y poco desinfectantes.

c) Cuando se añade más cloro se observa que la cantidad de cloro residual va en descenso. El agua no huele tan mal pero sigue sin estar desinfectada.

d) En esta fase, el cloro está disponible para completar su función desinfectante.

Los primeros miligramos de cloro introducido no garantizan la desinfección. Antes de que se pueda garantizar realmente una acción eficaz, se deberá agregar una cantidad variable de desinfectante para que se produzcan todas las reacciones químicas secundarias.

La desinfección debe realizarse en aguas de una buena calidad química para que la demanda de cloro sea mínima, con el objeto de limitar al máximo las reacciones secundarias generadoras de subproductos. Por otra parte, la presencia de partículas coloidales protege a los microorganismos de la acción desinfectante del cloro.

Antes de iniciar la desinfección deben realizarse pruebas sistemáticas para determinar la cantidad de cloro que se debe agregar para lograr superar la fase de las reacciones secundarias.

Contenido de cloro residual

Es importante asegurar que exista cloro libre en todos los puntos de la red de distribución de agua, ya que ello demuestra que no se ha introducido materia orgánica que consumiera cloro y, por tanto, probablemente tampoco microbios tras el tratamiento.

La ausencia anormal del desinfectante en la red debe ocasionar la aplicación inmediata de medidas emergentes.

En algunas redes demasiado largas puede ser difícil mantener la cantidad adecuada de cloro residual en todos los puntos. En esos casos, puede ser necesario fraccionar la dosificación del cloro instalando cloradores en varios puntos de la red.

Normas

El agua destinada al consumo humano no debe contener microorganismos patógenos. Para asegurarse de que el agua está exenta de contaminación fecal y está desinfectada se utilizan microorganismos indicadores definidos por la OMS.

La concentración de cloro residual tolerada puede variar según el tipo de consumidor a quien se destine. En Europa, la mayoría de los países limitan este contenido a un nivel muy bajo del orden del 0.1 mg/l. En Estados Unidos y en América Latina en general dicho valor es de un miligramo por litro.

La OMS considera que una concentración de 0.5 mg/l de cloro libre residual en el agua, después de un tiempo de contacto de 30 minutos garantiza una desinfección satisfactoria.

Además precisa que no se ha observado ningún efecto nefasto para la salud en el caso de concentraciones de cloro que lleguen hasta 5mg/l. Es un valor guía, pero no una meta que deba alcanzarse.

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