Biodiversidad

Gorilas en el Congo: ¿quién salva a quién?

Si la gente del Congo salva al gorila de montaña, ¿será posible que el gorila les devuelva el favor? Así lo esperan activistas ambientales que se han dado cuenta de que la conservación de la vida silvestre y el turismo podrían ser clave para que sobrevivan no sólo los animales, sino también las personas, en una parte de África donde el conflicto ha sido la norma.   l

Los gorilas de montaña son gentiles gigantes que habitan en Uganda, Ruanda y la República del Congo. Están considerados en peligro extremo, pues quedan menos de 720 ejemplares.

Tras una década de calma relativa para estos primates, funcionarios de la vida silvestre reportan que este año han sido asesinados al menos 10 gorilas.

Las fotos que registran la matanza son sobrecogedoras, sobre todo por las pacíficas expresiones casi humanas que revisten los gorilas muertos. Estas imágenes son parte del acervo que trajo a Estados Unidos Arthur Mugisha, ex vigilante en Uganda y ahora gerente del Programa Internacional por la Conservación del Gorila.

Mugisha admitió que la gente del Congo podría sobrevivir sin el gorila de montaña, aunque tal vez no sobreviva al conflicto entre fuerzas del gobierno y rebeldes en el Parque Nacional Virunga.

Pero el drama de los gorilas es una forma de llamar la atención sobre el drama de las personas. “Si no hablamos sobre los gorilas… la historia sería diferente”, dijo Mugisha. “Sería otro grupo de personas que sufren y mueren, y el mundo sigue su marcha.”

Nadie sabe en realidad por qué se está matando ahora a los gorilas de montaña, aunque los celos podrían jugar un rol, de acuerdo con Craig Sholley, de la Fundación Africana por la Vida Silvestre.

En esta zona de rica biodiversidad, Uganda y Ruanda han sido capaces de capitalizar el turismo del gorila, dijo Sholley: tan sólo por permisos para turistas tienen ingresos anuales del orden de 15 millones de dólares.

El inestable gobierno de la República Democrática del Congo ha sido incapaz de hacer lo mismo.

“La gente en el Congo está viendo la situación exitosa en Ruanda y Uganda, que se han revitalizado en los últimos años, y están celosos”, dijo Sholley.

La animosidad personal también podría ser un factor, dijo Mugisha. Matar gorilas se está volviendo una forma de ajustar cuentas con los encargados de cuidarlos.

Lo más claro es que la lucha entre militares y rebeldes congoleses en el parque ha dejado a los gorilas inermes, pues los guardianes y los civiles huyen de la violencia.

“Viven hora por hora, ni siquiera día por día, porque en cualquier momento pueden morir”, dijo Mugisha de la gente que habita la zona. “Se trata de comunidades que buscan subsistir, pero que no están seguras de que podrán llegar a mañana, así que viven una vida muy frustrante y vacía.”

Gorilas en el Congo: ¿quién salva a quién?

Conservacionistas africanos piensan que protegiendo a estos gigantes podrían asegurar un futuro para la población humana.

Una manera de cambiar la situación sería salvar a los gorilas y su entorno, dijo Mugisha. Su programa trabaja para asegurarse de que, bajo fuego, los profesionales de la vida silvestre aún puedan llegar a las áreas donde viven los gorilas para hacer su trabajo.

Una estrategia transfronteriza para proteger a los gorilas de montaña tiene el apoyo de los poderes políticos del Congo, Uganda y Ruanda, dijo. Permite a organizaciones como la de Mugisha adoptar una posición neutral ante la guerra mientras procuran conservar las poblaciones de gorilas.

También aspira a salvar los bosques donde habitan los gorilas, en vez de talar los árboles para crear tierras de cultivo.

Para quienes tienen tierras en el límite de la selva, los gorilas pueden ser una molestia. Por eso Mugisha y otros establecieron una especie de grupos de vigilancia de barrio, que en vez de mantener una zona libre de crimen, buscan conservarla libre de gorilas de montaña dispuestos a depredar las tierras.

“Estos gorilas son inteligentes y saben que están atacando cultivos”, dijo Mugisha. “De modo que cuando llega un grupo organizado, podemos echarlos fuera sin dañarlos.”

Fuente: Washington/Deborah Zabarenko/Reuters

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