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Rescatan la casa más antigua de la CDMX en el Centro

Esta casa ha sobrevivido decenas de sismos de magnitudes mayores a los 7 grados Richter y repetidas inundaciones

Teorema Ambiental/Redacción

La casa de una planta con estructura de dintel ubicada en el número 25 en la calle de Manzanares, en el Centro Histórico, es la casa más vieja en la Ciudad de México y una de las más antiguas en Norteamérica.

El inmueble está a la vista de los cientos de comerciantes ambulantes quienes expenden sus mercancías afuera de sus paredes gruesas y viejas. En dicho lugar, expertos han concluido su autenticidad, que data de entre 1570 y 1600, ya que hallaron rastros de su técnica de construcción, una ingeniosa mezcla española y prehispánica.

Esta casa ha sobrevivido decenas de sismos de magnitudes mayores a los 7 grados Richter y repetidas inundaciones, incluso una que duró cinco años después de una tormenta en 1629.

Está compuesta por decenas de habitaciones que dan a su patio central. Una cuenca de piedra se usaba para almacenar agua y lavar ropa. El pavimento grueso delinea el patio y desagües de piedra dejan escapar el agua de los techos de madera. Las marcas de mampostería talladas en los dinteles de cantera son figuras de ramas y flechas con plumas, sugiriendo un grupo habilidoso de trabajadores de las piedras.

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“Esta casa tiene una disposición que en el México prehispánico se llamaba calpulli”, una especie de familia extendida que formaba la construcción básica de bloques de la sociedad azteca, dijo Mariano Leyva, director del Fidecomiso del Centro Histórico, que está restaurando la casa para que sea un centro comunitario. “Es una disposición prehispánica en donde un jefe de familia, se quedaba junto a sus hijos y generalmente tenían el mismo oficio, podrían ser comerciantes.”

El arquitecto Emanuel González, quien supervisa el proyecto, apunta hacia la roca gruesa que rodea la base de las paredes —un método de construcción prehispánico utilizado para proteger a las paredes de la humedad— y las paredes de un compuesto de medio metro (dos pies) de ancho hecho de piedra, roca volcánica y adobe, también una mezcla azteca. “Es como una mezcla de ambas” técnicas, indígena y española.

Hoy, a la casa le están poniendo techos nuevos y las piedras del pavimento de siglos de antigüedad están siendo reacomodadas en el patio.

Aunque la casa se ubica a kilómetros de distancia del cuerpo de agua más cercano, en tiempos coloniales los ríos y canales llegaban hasta ahí, llevando productos frescos desde las orillas de la ciudad hasta un mercado ambulante.

Con información de La Jornada

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