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¿Qué eran las máscaras con pico que se usaban para protegerse de la peste?

De acuerdo con relatos medievales, la gente contagiada sufría delirio e incluso deambulaba por las calles gritando salvajemente, vomitaba sin cesar o tosía sangre

Teorema Ambiental/Redacción

Ciudad de México, 10 de julio de 2020.— Luego que se reportó un ligero brote de peste bubónica en la frontera entre Mongolia y China a principios de esta semana, surgió nuevamente el fantasma de la terrible epidemia que arrasó ciudades enteras en la Europa medieval y que se extendió hacia África y Asia por la falta de medidas de higiene que había en el siglo XIV.

En El Decamerón (1351), el autor italiano Giovanni Boccaccio describe el miedo que sufría la gente que tenía que “barrer” los cientos de cadáveres que dejaba el paso de esta enfermedad entre 1347 hasta 1351.

Los médicos no sabían qué hacer con los “tumores” y las manchas negras que aparecían en los cuerpos de la gente contagiada y le indicaban que estaba condenada a morir. Por ello, la gente entró en un estado de histeria colectiva, los padres abandonaban a sus hijos y parejas, mientras las calles hedían por la acumulación de cadáveres en descomposición. Los vivos no tenían tiempo de llorar a sus muertos.

Por ello, “un hombre muerto no tenía más importancia que una cabra muerta hoy”, decía Boccaccio.

Esta enfermedad produce una serie de bultos que crecen en diferentes partes del cuerpo, algunos tan grandes como un huevo o una manzana. De hecho, si crecían en el cuello, inclinaban permanentemente la cabeza de una persona en la dirección opuesta.

También aparecen manchas violáceas en el cuerpo y se les conocía como “fichas de Dios”, porque usualmente eran personas llamadas por Dios para rendir cuentas de sus pecados, de acuerdo con las creencias de aquella época.

Los enfermos incluso olían a descomposición, como señal del tejido en descomposición que comenzaba a provocar estas manchas violáceas.

Para combatirlo, en los siglos XVII y XVIII, algunos doctores utilizaban máscaras que parecían picos de aves llenas de artículos aromáticos, con la creencia de que era una protección contra el aire podrido, el cual era considerado como la causa de la infección.

Además de estos síntomas, la peste provoca fiebres que llevan al delirio. De hecho, la gente deambulaba por las calles gritando salvajemente. También genera vómito sin cesar, expectoraciones con sangre y llagas que despiden pus y sangre.

Una vez que los síntomas comenzaron a aparecer, la víctima estaba condenada a morir en cuestión de días.

No había suficiente espacio en los cementerios, por lo que los cuerpos terminaban de descomponerse en las calles, generando más contagios.

Esta epidemia del siglo XIV provocó la muerte de un tercio de la población de Europa en esa época, es decir, unas 25 millones de personas, y fue llevada por los comerciantes hacia Europa del Este y Asia Central a lo largo de la ruta comercial establecida, pasando por Turquestán y la región del mar Negro.

Pero también fue utilizada como un arma biológica. En 1347, Kaffa, una ciudad ubicada en la actual Ucrania que fue un puesto comercial genovés, fue atacada por un ejército tártaro. El contagio a los invasores al principio alegró a los genoveses, pero posteriormente los tártaros comenzaron a lanzar los cadáveres de las víctimas sobre los muros de la ciudad. Los genoveses arrojaron los cadáveres a las calles o los sumergieron en agua.

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