La calle es un gran mercado que proporciona a quienes la habitan dinero, comercio y ejercicio precoz de la sexualidad
La incapacidad de un sistema educativo formal, el empobrecimiento socioeconómico de las familias y los altos niveles de violencia en los contextos familiares y comunitarios, orillan a los niños a abandonar sus casas y “adoptar” las calles como su nuevo hogar, consideró Pedro Hernández, académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
La calle es una opción y un espacio de vida para algunas poblaciones. “Quienes algún día fueron niños de la calle han alargado su permanencia en ella y hoy tenemos la tercera generación que ha nacido en ese medio y no conocieron un hogar”, señaló.
La calle es un gran mercado que proporciona a quienes la habitan dinero, comercio, ejercicio precoz de la sexualidad, relación grupal, que podría basarse o no en la violencia. “A fin de cuentas, es el lugar y el espacio en el que cada quien decide permanecer y desarrollar sus actividades. Antes era un medio de sobrevivencia y hoy es, además, una elección viable, estable y duradera de vida para algunos de ellos.”
Según datos de la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), uno de cada dos niños se encuentra en situación de pobreza, condición que los coloca en riesgo y alta vulnerabilidad; un importante número de ellos vive situaciones permanentes de violencia verbal y física, además de un alto índice de abusos sexuales.
Mientras el abuso de alcohol y drogas en casa, así como la carencia de relaciones positivas y de un proyecto de vida entre los integrantes de la familia, suelen ser condiciones que expulsan a los pequeños a las calles.