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Microbancos rurales, crédito sostenible

En consecuencia, esto los coloca en una situación de alta vulnerabilidad frente a los riesgos económicos.
Sumado a ello, la banca tradicional “no presta dinero a la población rural por dos razones: primero, porque no tienen garantías y, segundo, porque son transacciones por montos muy pequeños que no hacen rentable la operación”, explicó el coordinador de Servicios de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), Christophe Paquette.

Los microbancos rurales representan una herramienta para prestar, de manera sostenible, servicios financieros en zonas que por su aislamiento y grado de marginación, no son atendidas por el sistema bancario clásico.

Christophe Paquette destacó que los microbancos desarrollados por AMUCSS están basados en un modelo de banca comunitaria rural, y son organismos que operan movilizando recursos financieros, capital social humano en los ámbitos microrregional y comunitario.

“La ventaja de las microfinancieras es que pueden operar sin garantías físicas a partir de los sistemas de grupos solidarios. Nosotros aplicamos una metodología de grupos solidarios, que se apoya en los ahorros y la participación al capital accionario de sus sociosclientes para otorgar préstamos en beneficio de opciones económicas locales”, señaló.

El programa experimental de “bancos campesinos”, como se les denominó en un principio —desarrollado por la directora general de AMUCSS, Isabel Cruz— inició en la Sierra Mazateca de Oaxaca. A la fecha, hay 28 microbancos operando en zonas de alta y muy alta marginación, que agrupan a más de 25 mil socios, de los cuales 56 por ciento son mujeres.
Productos financieros sostenibles

Mediante los microbancos rurales, AMUCSS brinda un servicio de intermediación financiera, al captar y prestar ahorro. La asociación no presta dinero de líneas externas, sino que los créditos se otorgan a partir del capital aportado por la comunidad por medio del ahorro.

Al apoyarse en los ahorros de los socios para otorgar préstamos en beneficio de opciones económicas locales y en gente de la misma zona de atención que se capacita para operar en el microbanco (como promotor, cajero o gerente), se permite que la población local se identifique y responsabilice de la construcción del microbanco generando condiciones favorables para su permanencia a largo plazo.

Para incluir al mayor número de ahorradores pobres, el monto mínimo para abrir una cuenta de ahorro corriente en uno de los microbancos es de 50 pesos, cantidad 10 a 20 veces menor de lo que pide un banco comercial. Los productos de ahorro también incluyen depósitos a plazo fijo y cuentas colectivas (comunidades, grupos de trabajo, etc.).

Además del ahorro y crédito y según su nivel de consolidación, los microbancos ofrecen otros servicios financieros como: seguro de gastos funerarios, pago de cheques de maestros y cheques Procampo, pago de servicios (luz eléctrica), créditos para vivienda, créditos grupales a la comercialización, y próximamente, transferencia de remesas.

Adecuación al marco legal

Dado que el sistema legal mexicano no consideraba figuras jurídicas para este concepto de intermediación financiera, los microbancos comenzaron a operar bajo figuras civiles. Sin embargo, a partir de la creación de la Ley de Ahorro y Crédito Popular, en 2001, éstos deben adecuarse a una de las dos figuras jurídicas autorizadas: cooperativa o sociedad anónima.

Respecto a esta ley, Paquette opinó que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNVB) hizo una regulación de tipo bancaria, “muy rígida, costosa y con muchos requisitos” que no está adaptada para pequeñas instituciones rurales, como los microbancos. “Esta ley sirve para las grandes instituciones urbanas, pero para nosotros la ley tiene niveles que van a hacer inviables nuestras instituciones.”

En breve, AMUCSS comenzará a desarrollar un modelo de nuevos intermediarios financieros rurales denominado microbancos II —diseñado en conjunto con la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC)— cuyo objetivo es financiar actividades agrícolas de pequeños productores.

Christophe Paquette mencionó que los microbancos II operarán, con el apoyo de Financiera Rural, en zonas coordinadas por organizaciones afiliadas a la ANEC, no en zonas de alta marginación, como sucede con los microbancos.

Los microbancos II iniciarán operaciones con la figura de Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Sofom) para otorgar créditos, aunque la idea, dijo, es que posteriormente puedan constituirse como Sociedades Financieras Populares (Sofipos) para poder hacer intermediación plena al añadir a los servicios crediticios la captación de ahorro.

Al referirse a las Sofomes como herramientas para distribuir crédito, Paquette señaló que éstas, si bien pueden ser útiles en determinados contextos, también contribuyen a repetir los mismos patrones con los que, sin éxito, se ha buscado desarrollar a las comunidades rurales.

“El desarrollo económico necesita crédito, y éste va a venir de líneas públicas o de la banca privada, pero la población rural también necesita aprender a ahorrar para consolidar instituciones locales que tengan un alto grado de independencia”, puntualizó.

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