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Mandela: También un héroe ambiental

El líder histórico muere a los 95 años tras una larga infección pulmonar

Nelson Mandela no sólo promovió la democracia y la libertad en todo el país, sino que también impulsó la protección del medio ambiente.

Por ello, el doctor Morné du Plessis, el actual CEO del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Sudáfrica, dio su pésame y dijo que la organización le está sumamente agradecida.

“Bajo su presidencia, Mandela creó el Parque Nacional Península del Cabo, que es hogar de una de las siete maravillas del mundo de la naturaleza, La Montaña de la Mesa”, recordó el doctor Morné du Plessis.

“Tata Madiba, como era cariñosamente llamado por sus compatriotas, tiene un lugar muy especial en nuestro corazón, ya que en 1998 recibió un ‘Regalo a la Tierra’, el reconocimiento más prestigioso concedido por el WWF”, añadió du Plessis.

Según la organización, el Parque Nacional Península del Cabo es hogar de más de dos mil 200 especies, y muchos expertos consideran que es una de las regiones más ricas en biodiversidad del mundo.

Aproximadamente 100 de las plantas de este parque son autóctonas, y muchas de ellas están ahora en peligro de extinción.

Kumi Naidoo, el actual director ejecutivo de Greenpeace Internacional, también recibió con tristeza la noticia del fallecimiento de Nelson Mandela y compartió sus pensamientos con sus seguidores:

“Nelson Mandela nunca fue realmente un prisionero, sino un hombre libre siempre, ahora también, y lo será para siempre. Como sudafricano, un camarada en la lucha para liberar a mi patria de la maldad del apartheid y un ciudadano del mundo. Mi corazón se siente pesado hoy. Su muerte era de esperar, pero sigue siendo difícil de soportar”, dijo Kumi Naidoo en su blog.

El patriarca de la Sudáfrica libre

“Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, Mandela lo dijo en 1961 ante un tribunal que lo juzgaba por alta traición.

Y fue 27 años a la cárcel por ello. Afortunadamente, no tuvo que morir por estas ideas. La coherencia de Mandela (1918-2013) le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Gandhi o Martin Luther King, son también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.

“Madiba” (el abuelo venerable), como le conocían en Sudáfrica, soportó muchos varapalos a lo largo de su vida. Familia de los jefes supremos de la tribu de los Tembu, fue formado para convertirse en dirigente de su clan. Pero se rebeló contra su destino: estudió derecho y se metió en política para combatir las prácticas xenófobas del apartheid. Era negro en un país dominado por blancos que practicaban la exclusión racial. Y no estaba dispuesto a aceptarlo.

En 1948, el Partido Nacional de Sudáfrica (PN) había ganado unas elecciones en las que sólo podían votar los blancos y había instalado un sistema de segregación racial. Enfrente tenía al Congreso Nacional Africano (CNA), formado en 1912 para luchar por los derechos de la población negra y al que se unió Mandela en 1942.

Fueron años de recorrer el país promoviendo la desobediencia civil, incluidas las acciones violentas. Hasta que fue arrestado y acusado de alta traición.

El régimen de Sudáfrica consideraba a Madiba un terrorista y le tuvo cerca de tres décadas entre rejas. Cuenta la leyenda —llevada al cine por Clint Easwood— que allí cogía fuerzas repitiéndose como un mantra el poema “Invictus” de William Ernest Henley: “Más allá de la noche que me cubre / negra como el abismo insondable / doy gracias a los dioses que pudieran existir / por mi alma invicta”. Le escuchaba la comunidad internacional, que organizó una campaña en su apoyo que dio frutos el 11 de febrero de 1990.

Ese día, Mandela salió en libertad tras 27 años de cárcel. En su primera intervención ante la prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los blancos. Sin rencor. Tomó entonces las riendas de la transición del país y cambió su condición de “peligroso opositor” por la de presidente, previo paso por las primeras elecciones democráticas a las que acudían sus compatriotas. Fue en abril de 1994.

Una vez en el poder, mantuvo la coherencia. No se aferró al sillón. Se retiró cuando llegó el momento y siguió luchando por causas nobles, como erradicar la pobreza en África o combatir el sida. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes. Su figura ha sido venerada por miles de personas. En vida, y tras su muerte.

Teorema Ambiental

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