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Faraones egipcios se hacían… oraciones a solas para sus dioses

Los altos dignatarios de esta cultura practicaban la autosatisfacción porque consideraban al semen como una sustancia sagrada

Teorema Ambiental/Redacción

El griego Heródoto, considerado padre de la Historia, se hizo famoso por estudiar los acontecimientos cotidianos del antiguo Egipto.

Por ello, cuenta con escritos donde habla sobre las relaciones sexuales: “las barcas, llenas de hombres y mujeres, flotaron cauce abajo por el Nilo. Los hombres tocaban flautas de loto, las mujeres címbalos y los panderos, y quien no tenía ningún instrumento acompañaba la música con palmas y danzas. Bebían mucho y tenían relaciones sexuales.

Esto era así mientras estaban en el río; cuando llegaban a una ciudad los peregrinos desembarcaban y las mujeres cantaban, imitando a las de esta ciudad”, relató.

Sus descripciones sirvieron para investigar las posturas morales y legales del acto sexual. Por ejemplo, los faraones aceptaban el matrimonio entre hermanos e incluso entre padre e hija, con el fin de mantener un legado casto. La circuncisión también era habitual y formaba parte de un ritual en la ceremonia de iniciación a la adolescencia.

La sexualidad era algo muy familiar para los egipcios, de hecho era una práctica mucho más libre que en la actualidad. Un factor pudo ser el clima cálido de la región que obligaba a que la ropa fuera ligera, privando incluso el desnudo.

faraones

Las referencias iconográficas al sexo en los cinco mil años que permaneció esta civilización no son suficientes como para comprobar si muchos de estos mitos estaban extendidos o solo eran escenas puntuales.

Lo que sí se ha comprobado es que consideraban al semen como una sustancia sagrada y para celebrarla convocaban al dios Atum. En la ceremonia, los faraones, se dirigían a las orillas del Nilo a masturbarse con la intención de que la eyaculación cayera dentro del río. Esta tradición iba dirigida al dios, quien también se había masturbado en ese río y de su semen habían nacido el resto de los dioses, que posteriormente le ayudarían a cuidar el mundo.

El Papiro de Ebers, uno de los más importantes documentos de información médica de los egipcios, apunta que, aunque la necrofilia era rechazada por la sociedad, no estaba penada legalmente.

Incluso en el reinado de Amenhotep I, quedó constancia de que los embalsamadores practicaban sexo con los muertos sin que ninguno de ellos fuera castigado. La situación llegó a tal punto que hubo familias que contrataron a hombres que hiciesen guardia en sus tumbas para que no fuesen profanadas eróticamente.

Según el profesor Jorge Roberto Ogdon en su texto “Apuntes sobre las erótica egipcia y la sexualidad en el Antiguo Egipto”, el acto sexual, en el Egipto faraónico, según la evidencia disponible, se representó de una manera natural y sin tapujos, algo que no se ha repetido en alguna otra civilización.

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