Desconocer las reacciones que ocasionan al mezclar dos o más sustancias químicas lleva a prácticas riesgosas
Teorema Ambiental/Redacción
Ciudad de México, 8 de abril de 2020.— Ante la emergencia sanitaria que enfrenta el planeta por la pandemia del virus COVID-19, la higiene adquiere una vital importancia, ya que se ha hecho énfasis en el constante y profuso lavado de manos, la desinfección de la ropa, de superficies y objetos de uso común como interruptores de electricidad, picaportes, perillas y llaves, pasamanos y mesas, entre otros.
Sin embargo, es recomendable hacer un uso razonable de productos químicos para desinfectar posibles áreas contaminadas, ya que algunos contienen sustancias corrosivas, reactivas, tóxicas, explosivas o inflamables. Incluso, los restos de las mismas y sus envases se convierten en residuos peligrosos, por lo que se deben manejar con cuidado y hacer uso de las indicaciones de las etiquetas, para evitar problemas de salud que pueden ir de leves a severos y de inmediatos a crónicos.
Actualmente están a nuestro alcance una gran variedad de sustancias para la limpieza y desinfección personal y doméstica, la erradicación de la fauna nociva y los microorganismos (bacterias, hongos y virus), que constituyen una amenaza a la salud de las personas, de alguna comunidad o de un país al convertirse en epidemia. Sin embargo, en caso del COVID-19, el agua y jabón para desinfectar son una de las mezclas más efectivas.
El grado de toxicidad de los productos de limpieza depende del grado de concentración, de la cantidad que se utilice, del espacio donde se apliquen, de sus mezclas y de las medidas de precaución que se tomen al usarlos.
Desconocer o ignorar las reacciones que ocasiona la mezcla de dos o más de las sustancias químicas lleva a prácticas riesgosas como combinar cloro y amoniaco; o cloro, alcohol y vinagre, pues provocan efectos nocivos en la salud, como dolor de cabeza, irritación de ojos y vías respiratorias o malestares mayores, a veces acumulativos, que pueden derivar en padecimientos hepáticos, renales, alergias, e incluso cáncer y hasta la muerte.
Por ejemplo, la sal llamada hipoclorito de sodio, presente en muchos limpiadores domésticos por ser un desinfectante germicida, también tiene un potencial de toxicidad, que se acentúa cuando se mezcla con otras sustancias con las que reacciona para producir el gas diatómico cloro.
Combinaciones peligrosas
Cloro y amoniaco. Al mezclar ambas sustancias, se forma la cloramina, que al ser inhalada provocará quemaduras en la mucosa del sistema respiratorio debido a la formación de ácido clorhídrico, el cual causa dificultad para respirar.
Cloro y vinagre. Produce gas cloro el cual puede provocar tos, dificultad para respirar, quemadura en ojos y mucosa de la nariz.
Cloro y alcohol en gel. Puede producir cloroformo, compuesto químico altamente tóxico que se absorbe por la piel, y ácido muriático que al ser altamente corrosivo puede afectar el sistema nervioso, ojos, hígado y piel.
Vinagre y agua oxigenada. Produce ácido peroxiacético o peracético sustancia altamente corrosiva y peligrosa que al estar en contacto con ella provoca irritación en la piel, mucosas de la nariz y pulmones.
Aunque no se mezclan, la sosa cáustica y el ácido sulfúrico que contienen productos para limpiar estufas, hornos y destapar cañerías producen gases peligrosos, que pueden causar quemaduras en la piel y ceguera si entran en contacto con los ojos. Además, pueden ser mortales si se ingieren.
Además, existen productos que no contribuyen a combatir el COVID-19 porque no son desinfectantes ni eliminan virus. Algunos solo son bactericidas y desinfectan, pero mezclarlos puede tener resultados adversos para la salud humana a corto, mediano o largo plazo.
Por ello, la recomendación es que al usar alguno de estos productos se mantenga el área ventilada, usar guantes y gafas, en caso de concentraciones altas y mantenerlos en áreas alejadas de los niños y las mascotas en envases etiquetados y nunca de bebidas.
Finalmente, es recomendable adquirir productos de limpieza tanto por su bajo costo o efectividad, pero también que se analicen los peligros que entraña su uso, así como seguir las recomendaciones y advertencias que el fabricante exhibe en el etiquetado, ya que, de ocurrir un accidente, como sería la ingesta accidental o la quemadura de la piel, presentar mareo o sensación de asfixia, se debe recurrir a dichas indicaciones e incluso a las hojas de seguridad.
