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Emperadores de la Antártida: musical e ilustrativo

¿Puede el hombre cambiar sus actitudes de egoísmo, intolerancia e indiferencia con sus semejantes y con los demás seres vivos del planeta? Ésta es una de las preguntas que de forma velada nos lanza el musical Emperadores de la Antártida, una espléndida puesta en escena de la compañía CAUCE Producciones que redime el mensaje social del teatro musical y que lo lleva a convertirse en un instrumento de sensibilización sobre la realidad contemporánea del medio ambiente.
César Angulo

Inspirada en la película francesa La marcha de los pingüinos (La marche de l’empereur) de Luc Jacques, ganadora del Oscar al mejor documental, que cuenta la historia del ciclo de vida del pingüino emperador en la Antártico, el espectáculo teatral ofrecido en el Teatro México invita al público a reflexionar sobre la transformación de las grandes ciudades en lugares contaminados y agresivos, donde los sentimientos de la solidaridad, el amor y el respeto se han perdido para dar paso al egoísmo que busca el bienestar individual sobre el colectivo.

En el musical, Sebastián (Patricio Borghetti) es un estudiante de ciencias que tiene la oportunidad de viajar a la Antártica para trabajar como voluntario en la supervisión de una colonia de pingüinos emperador. Su viaje de seis meses transformará su agresividad y egocentrismo en un amor a la naturaleza.
Su profesor (Jorge Hernández) fue quien lo incitó a viajar al continente de hielo y será también el pingüino gurú que guía a la manada y quien reflexiona sobre la relación del hombre con sus hermanos del reino animal.
Sebastián tendrá que decir adiós a su novia Mercedes (Georgina Levin) para jalar un trineo y llegar hasta el campamento de observación de los pingüinos, donde vivirá aislado y se comunicará por radio con un cómico explorador argentino (Marcos Duarte).

La propuesta de los creadores Michelle Griffin y David Chacón atrapa al público por la calidad de los vestuarios (Bertha Romero), la escenografía (Sergio Villegas), los efectos especiales y diseño de producción (Sebastián Sánchez Amunátegui), y también por la música original (Alex Sciavo, Chacho Gaitán), los títeres (Alfredo García) y por el joven y talentoso equipo de actores, bailarines y cantantes y músicos que participan en la puesta en escena.

Claro que se podrá criticar la desabrida actuación del actor argentino Borghetti, pero el espectáculo se sostiene por sus recursos creativos y por su apuesta a sensibilizar al público sobre la frágil naturaleza que hoy es amenazada por fenómenos como el cambio climático, los que de no corregirse auguran la desaparición de especies vivas tan carismáticas como el pingüino emperador.

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