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El poder cotidiano del consumo

Andrea García De la Rosa

Nuestras compras marcan el destino. “El cliente manda”, es un lema muy conocido. Pero, efectivamente, en este mercado global la fuerza del consumo tiene la capacidad de marcar los procesos productivos. ¿Has pensado a quién favoreces cuando haces tus compras? ¿Qué camino sigue tu dinero cuando adquieres una mermelada?

Si es una mermelada producida por una transnacional y elaborada con conservadores y aditivos químicos, seguramente tu dinero saldrá del país, reproducirá los esquemas de fabricación industrial y producción intensiva que tienen efectos ambientales altamente nocivos y socialmente injustos, contribuyendo a una concentración de la riqueza.

Si es una mermelada artesanal y orgánica producida por una microempresa social, seguramente tu dinero quedará en alguna región de nuestro país, apoyará procesos productivos ambientalmente “limpios” y contribuirá a que más familias tengan un ingreso por su trabajo. Con ello favoreces la distribución de la riqueza.

Tu dinero es una herramienta poderosa, cada peso que gastas es parte de los millones que determinan cuáles son las formas en que se debe producir.

Consumo y medio ambiente

El actual concepto de conservación es dinámico e incluye acciones de aprovechamiento porque se reconoce que se protege mejor un recurso si se usa para satisfacer una necesidad. Este concepto permite valorar los esfuerzos ciudadanos realizados en torno a la conservación, es decir, ya no se considera a la población como la mayor amenaza, sino como el mejor aliado. Demostrar que la población interesada en la conservación puede recibir beneficios que le permitan vivir dignamente de sus esfuerzos constituye uno de los mayores retos ambientales.

Podemos asegurar que se han hecho muchos esfuerzos para promover procesos productivos respetuosos con el ambiente. Se han impulsado muchas empresas sociales porque se reconoce su gran potencial y el impulso democrático que significa que hombres y mujeres sean más dueños de sus decisiones. Sin embargo, si no hay quién compre los productos de estas empresas, todo el esfuerzo es en vano.

El consumo responsable es un camino que acerca a productores, consumidores y comercializadores, que fortalece procesos de conservación, protección y restauración ambiental, y que unido a sistemas de comercio justo permite una distribución social de la riqueza.

Por medio de él, el acto de la compraventa se convierte en una apuesta a favor de proyectos de bienestar y felicidad de muchas personas.

La experiencia de ¡Viva la Tierra!

El ecotianguis ¡Viva la Tierra! es una cooperativa que nació en 1997 en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. En 2002, la organización recibió el Premio al Mérito Ecológico en el sector empresarial otorgado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), por contribuir a la producción y consumo social y ambientalmente responsable.

Desde su fundación, ¡Viva la Tierra! ha trabajado con cerca de 140 grupos y empresas, de las cuales, al menos 60 por ciento se encuentra en zonas rurales y el resto en zonas urbanas. Una gran mayoría de estas empresas son integradas por familias indígenas y casi la mitad de ellas son dirigidas por mujeres.

En el ecotianguis se expenden productos elaborados por empresas localizadas en áreas naturales protegidas, entre ellas la reserva de la biosfera de los Tuxtlas en Veracruz, el Corredor Biológico Ajusco Chichinautzin en Morelos; el área prioritaria para la conservación en Cuetzalan, Puebla, y la reserva natural La Toluquita y la zona de los Altos de Chiapas.

Las empresas ubicadas en estas áreas protegidas tienen como reto aprovechar los recursos de una manera respetuosa con la reglamentación ambiental. Son pioneras en demostrar que los esfuerzos para la conservación ambiental son compatibles con la generación de ingresos económicos que satisfagan sus necesidades cotidianas.

De hecho, la problemática que enfrentan es compleja, pues no sólo tienen que sortear las dificultades de hacer exitosa una empresa colectiva con poco capital, sino también deben enfrentar la inercia productiva basada en la extracción de sus recursos y la competencia desleal que permite la impunidad reinante en sus zonas.

Por otra parte, están las empresas situadas en lugares con alto grado de degradación ambiental, en procesos de erosión o desertificación, entre los que podemos mencionar los grupos de Zautla-Ixcamax-titlán en la Sierra Norte de Puebla, del Valle del Mezquital en Hidalgo, y la zona de la Montaña en Guerrero. Estos grupos viven una limitación constante de recursos naturales y productivos, por ello también han iniciado procesos de restauración ambiental que ya tienen importantes logros.

Finalmente están las empresas urbanas, impulsadas por familias o grupos comprometidos con la construcción de un futuro de menor contaminación.

Los artículos que se venden en el ecotianguis son de excelente calidad. Muchos de los grupos participantes, además de preparar mercancías para la venta, realizan proyectos comunitarios de conservación ambiental, de reforestación, de nutrición infantil, o de derechos humanos. Por ello creemos que al promover el consumo de estos productos se apoyan procesos hacia la sustentabilidad.

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