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Diseñadores se proponen salvar el planeta

disenadoresproponeNUEVA YORK (EU).— Imagine un bosque de palos de bambú en su sala, vaciados y perforados para dar espacio a parlantes estereofónicos, luces, hasta botellas de vino.

Todo lo anterior es parte de una exposición de diseño encargada por la organización naturalista Nature Conservancy para mostrar cómo objetos hermosos y de moda pueden producirse sin dañar el medio ambiente.

Diez diseñadores fueron seleccionados para viajar a distintas partes del planeta, incluyendo Bolivia, donde el grupo conservacionista trabaja para proteger los recursos naturales bajo el asedio de la contaminación, el desarrollo y el abuso.

Su asignación fue asociarse con una comunidad o negocio en la extracción prudente de materiales y fabricación de productos que puedan venderse en mercados mundiales y que generen ingresos y apoyo a sus economías locales.

Como resultado de sus esfuerzos, una increíble colección de comida, muebles, moda y otros productos puede verse en “Diseño para un Mundo Vivo”, que abrió el mes pasado en el Museo Nacional de Diseño Cooper-Hewitt, integrante de la Institución Smithsonian.

Ezri Tarazi experimentó con tallos de bambú de la provincia Yunnan en China y, con el sólido miembro de la familia del pasto, ha creado gabinetes que pueden albergar casi cualquier cosa, desde revistas hasta un centro multimedia. Maya Lin tomó un solo arce rojo del río St. John en su curso superior en Maine y lo convirtió en un sensacional banco cuya superficie ondulada evoca el terreno escabroso del bosque.

Isaac Mizrahi trabajó con piel tratada de salmón, un subproducto de las plantas procesadoras de pescado que se ha convertido en un moderno y hermoso sustituto del cuero tradicional. Su conjunto color marfil consiste de un vestido de gasa de seda cubierto con pequeños discos de cuero de salmón, y una chaqueta larga y suelta que se arrastra semejando la cola de una sirena.

El material crudo que usó provino de los ríos y arroyos del suroeste de Alaska, donde la organización trabaja con aldeanos nativos para restituir los habitantes marinos y proteger la cuenca.

Del otro lado del hemisferio, la diseñadora Paulina Reyes colaboró con tallistas bolivianos que suministraron mangos de palo de rosa y azulejos para una línea de bolsos de Kate Spade tejidos de algodón y fibra. Y el destacado diseñador de joyas Ted Muehling estuvo en las islas boscosas de Micronesia, recolectando perlas negras y semillas de árboles de nueces de palma con los que creó piezas exquisitas que hacen eco de las formas de peces y flores nativas.

El catálogo que acompaña la exposición es digno de mencionar. La fotógrafa documental Ami Vitale fue contratada para ilustrar la “cadena de producción”, desde la cosecha y procesamiento de la materia prima hasta el diseño y la producción de los objetos, que a veces ocurrieron a medio planeta de distancia.

Al mostrarnos pueblos cuyo bienestar económico está entrelazado con la venta de tales mercancías, Vitale refuerza el mensaje de la muestra: que los consumidores sofisticados del siglo XXI pueden comprar y usar productos hermosos inocuos para el medio ambiente, sin dañar el planeta.

La exhibición cierra el 4 de enero y probablemente viaje, pero las fechas y ciudades aún no se han fijado.

Fuente: AP

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