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Descifran a los 14 gobernantes que rigieron Cobá durante su apogeo

Expertos del INAH y de la UNAM exploran y conservan los grupos monumentales de la antigua urbe que ahora se coloca con claridad en la geopolítica de su época

Teorema Ambiental/Redacción

Tulum, Quintana Roo, 23 de julio de 2020.— Gracias al esfuerzo de arqueólogos, epigrafistas, restauradores y ayudantes, que trabajaron por más de una década, se logró identificar a los 14 gobernantes que tuvo la ciudad de Cobá durante su época de esplendor, por 300 años, en la selva maya.

El Proyecto Cobá, dirigido por la arqueóloga María José Con Uribe y desarrollado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Quintana Roo, esclarece que fue hacia el año 500 d. C., en el periodo Clásico Temprano, cuando Ju’npik Tok’ (El de los ocho mil pedernales) fundó una estirpe cuya hegemonía rivalizaría, en términos territoriales, con las de Tikal y Calakmul.

Tal dato pudo conocerse en el Panel 7 del Juego de Pelota del Grupo Navarrete de Cobá, elemento que, junto con otros 59 monumentos esculpidos —estelas, altares, dinteles y relieves con imágenes y/o textos—, forma parte del corpus en el que se ubicaron las referencias de los 14 personajes.

De ese total, apunta el epigrafista Octavio Esparza Olguín, del Centro de Estudios Mayas de la Universidad Nacional Autónoma de México, nueve pudieron traducirse total o parcialmente: K’ahk’ Chitam (Pecarí de Fuego); Uxman; … K’awiil; Yopaat Taj … Naaj; Ixik … Yopaat (Señora Yopaat); … K’ahk’ … Yopaat (Fuego Yopaat); Kalo’mte’ …; y Xaman K’awiil (K’awiil del Norte), sumando al citado Ju’npik Tok’.

“El uso de los puntos suspensivos indica que existe una porción del nombre que no podemos leer; mientras que a los cinco soberanos cuyo antropónimo desconocemos, se les designa con una letra mayúscula: A, B, C, D y E”, explica el especialista.

Aunque los periodos de gobierno y el orden cronológico de estos jerarcas no están del todo claros, los monumentos de Cobá aluden a este linaje hasta el año 780 d. C., cuando se especula que concluyó el grupo de gobernantes hacia las postrimerías del siglo VIII.

De acuerdo con María José Con, esto no significa que en el sitio solo haya reinado esta clase política, pues Cobá, dada su ubicación idónea junto a cuatro lagunas —considerando los pocos cuerpos de agua superficial de la península yucateca— tiene sus antecedentes más remotos como asentamiento en el año 200 antes de Cristo.

Incluso, comenta la arqueóloga, el pueblo actual de Cobá, del cual proceden los 15 trabajadores que apoyan al proyecto de investigación, se asienta en la periferia de una ciudad prehispánica que abarca 70 kilómetros cuadrados, de la cual se ha estudiado solo una pequeña parte, correspondiente al 1 por ciento de su extensión total.

Desde 1992, el Proyecto Cobá se ha dedicado al estudio de seis grupos arquitectónicos de la zona arqueológica: Cobá, Navarrete, Nohoch Mul, Copó, Maya y Macanxoc; siendo este último donde durante los años recientes se ha enfatizado la exploración y consolidación de nueve estructuras.

De acuerdo con la Estructura 5, “la cual consideramos una de las más relevantes desde el punto de vista religioso, al ubicarse al centro de un recinto rodeado por una barda con cuatro entradas que desembocaban en altares al pie de ella. El acceso principal se hacía a través de un cuarto largo y abovedado, el cual conducía a la estructura y a un altar más, al pie de la edificación”.

“Ahora contamos con un mapa más preciso del núcleo del sitio y podemos reconsiderar datos puntuales, como el relacionado con la altura Nohoch Mul, la estructura más alta del sitio, la cual se creía era de más de 40 metros, pero en realidad tiene 39 metros”, enfatizó la arqueóloga Vania Pérez, adscrita al Posgrado de Estudios Mesoamericanos de la UNAM.

Descifran la historia esculpida de Cobá

Desde 1926, cuando fue explorada por el Instituto Carnegie de Washington, Cobá llamó la atención por su amplio número de monumentos esculpidos, sin embargo, estos nunca se trabajaron a profundidad. La razón, comentan María José Con y Octavio Esparza, es la mala calidad de la piedra caliza del lugar, la cual, luego de milenios, presenta erosión y dificulta la lectura de los glifos.

La epigrafía de Cobá esperó hasta hace una década, cuando a la labor se sumó la lectura de los monumentos in situ, de los fragmentos guardados en bodega, e incluso la exploración de las ofrendas asociadas a las estelas, cuyos resultados en su desciframiento han sido por demás fructíferos.

Además de los dibujos tradicionales, los expertos han creado reconstrucciones 3D a partir de la fotogrametría. Asimismo, han recurrido a soluciones como la luz artificial rasante, la cual consiste en emplear una lámpara de mano para generar, durante la noche, distintos ángulos de luces y sombras que resalten los contornos de los glifos.

La influencia suprarregional de Cobá, concluyen los especialistas, puede notarse, incluso, desde otras zonas arqueológicas como Edzná, también en Campeche, y Tikal, en Guatemala, donde se han encontrado evidencias de contacto ya sea de carácter bélico o de tipo diplomático con la ciudad de las “Aguas turbias”, significado del antiguo topónimo de Kobha´(Cobá).

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