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Chacchoben, el recuerdo del pueblo chiclero

La extracción del chicle natural del árbol de chicozapote significó para los habitantes de Chacchoben, Quintana Roo, el motivo mismo de la fundación del pueblo.

La extracción del chicle natural del árbol de chicozapote significó para los habitantes de Chacchoben, Quintana Roo, el motivo mismo de la fundación del pueblo.

Ubicado a 85 kilómetros de Chetumal, este ejido es un lugar con una enorme riqueza natural y arqueológica, ya que cuenta con altares circulares monolíticos y el Templo Adosado, vestigios de la cultura maya que desapareció “misteriosamente”.

En este lugar donde la luz penetra por entre los árboles, formando un espectáculo natural de luces y sombras, se desarrolla uno de los proyectos más sobresalientes de la entidad, el plan piloto forestal chiclero, ubicado en el ejido de Chacchoben, que toma como atractivo turístico sus sitios arqueológicos, los usos y costumbres de la población, y como eje central la explotación del chicle.

En este proyecto la comunidad participó desde la pla-nificación del mismo, la mano de obra en la ejecución, la apor-tación de material, la organización comunitaria y la operación del parque, comenta Fermín Sosa Castilla, subsecretario de Asuntos Agrarios e Indígenas de Chacchoben.

Para desarrollar el parque temático Pueblo Chiclero, el gobierno del estado destinó una inversión de cuatro millones de pesos, y en él parti-cipan el sector privado y el ejido.
Así, se busca el desarrollo de microempresas que beneficien a los habitantes del lugar, como restaurantes, tiendas de artesanías, además de senderos interpretativos en la selva, recorridos a caballo, un circuito para bicicletas, y la recons-trucción de un campamento chiclero, donde se escenificará la extracción de este producto.

Chacchoben tiene un fuerte potencial turístico, ya que además de su valor histórico como sitio arqueológico, está ubicado cerca de Mahahual, más o menos a una hora de camino, donde arribarían cruceros con potenciales turistas para este pueblo, que se encuentra a unos kilómetros de la carretera Cancún-Chetumal.

También existe el potencial para que los habitantes de este lugar desarrollen productos turísticos en sus 6,500 hectáreas de reserva.

Proyectos como éste podrían convertirse en un motor de desarrollo para estas comunidades donde las fuentes de empleo son es-casas y muchas veces existe la necesidad de migrar.

Fermín Sosa Castilla comenta que la población local está aprovechando esta oportunidad que les brinda su entorno, sobre todo en zonas con potencial turístico por sus riquezas naturales y culturales, con frecuencia en la mira de inversio-nistas nacionales y extranjeros.

Por ejemplo, agrega, los cenotes sagrados, que jugaron un papel fundamental en la cultura maya, están siendo revalorados y con una orientación de turismo sustentable las comunidades indígenas las están aprendiendo a administrar y son partícipes de las percepciones que se obtienen por medio del tu-rismo y “no están malvendiendo sus tierras”.

En un recorrido por la región, el dirigente indígena manifestó su agrado porque en lugares como Jacinto Pak, municipio de Solidaridad cercano a Xel-Ha, hay una gran cantidad de cenotes sagrados, donde las comunidades no han vendido ni una hectárea de tierra y distribuyen en forma mensual las utilidades por la actividad turística entre los habitantes autóctonos. Otros ejemplos similares están en las ruinas de Cobá, Punta Laguna o con la cooperativa pesquera de Tulum.

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