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Adoratorio de Ehécatl en Metro Pino Suárez, un cochinero

El espacio puede ser admirado en un año por 54 millones de personas, 21 veces más que la zona arqueológica de Teotihuacan, que acoge alrededor de 2.5 millones de visitantes

Teorema Ambiental/Redacción

Cuando se realizó la construcción del Metro Pino Suarez en 1968, los trabajadores hallaron una de las joyas del imperio mexica, enterradas en el subsuelo de Ciudad de México, el adoratorio del dios del viento, Ehécatl. Es considerada la “zona arqueológica” más pequeña de México, pues el adoratorio tiene apenas 10.7 metros de largo por 7.6 metros de ancho y 3.7 metros de altura, en un área de 88 metros cuadrados.

Sin embargo, puede ser admirada en un año por 54 millones de personas, 21 veces más que la zona arqueológica de Teotihuacan, que acoge en el mismo periodo a poco más de 2.5 millones de visitantes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Pese a que este espacio fue rehabilitado apenas el mes de febrero, para ofrecer más información a los visitantes sobre el objetivo del recinto y el culto al dios Ehécatl, justo en la zona de transbordo entre las Líneas 1 y 2, donde se encuentra la pirámide y puede ser observada desde la parte superior de la estación y el espacio es aseado diariamente por personal de la Coordinación de Cultura del Metro.

Esto porque el edificio está a la intemperie y continuamente recibe grandes cantidades de basura que son arrojados por los usuarios del servicio al interior de la estación y por la gente que se encuentra en la vía pública, sobre la estación en la explanada de la plaza del mismo nombre.

El adoratorio es protegido por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas y sentó las bases a la Dirección de Salvamento Arqueológico para proteger el patrimonio arqueológico, histórico y su entorno, durante el desarrollo de obras públicas o privadas, pues su descubrimiento fue el primero con estas características en la vida moderna del país.

Por ello, autoridades del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC Metro) invitan a quienes transitan por el exterior o el interior de la estación a abstenerse de arrojar desechos a la zona arqueológica, para prolongar su preservación y valor arqueológico.

La rehabilitación del espacio estuvo a cargo de personal del INAH y del STC Metro y diariamente se encargan de su limpieza y mantenimiento, pues amanece cubierto con envases de plástico, bolsas de frituras, vasos y platos desechables, entre otros.

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