Sostenibilidad

Sustentabilidad desde el fondo del mar

En el fondo de las aguas del Mar de Cortés, un grupo de buzospescadores ha dado ejemplo de lo que debe ser el aprovechamiento sustentable de los recursos marinos. Son los integrantes de la Cooperativa de Buzos de Puerto Peñasco, Sonora, quienes gracias a sus prácticas amigables al medio ambiente, el año anterior recibieron el Premio a la Conservación, que otorga la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

Estos buzos se sumergen hasta 40 metros bajo el mar y pasan horas capturando caracoles, pulpos, escalopas, almejas, pepino de mar, callo de escarlopa y madreperla, entre otras especies que tienen valor comercial. Su pesca de buceo es a pequeña escala, pero la naturaleza les mandó un mensaje hace algunos años cuando las poblaciones de caracol chino (Hexaplex nigritus), una especie muy apreciada por los comerciantes, empezaron a disminuir a causa de una sobreexplotación del recurso.

Esto puso en alerta a los buzos, quienes decidieron entrar en contacto con el Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos (CEDO), una organización con sede en Puerto Peñasco que inició un programa de acción comunitaria para involucrar a los pescadores de la región en un manejo más sustentable de sus recursos.

Los buzos, por su parte, establecieron una veda temporal para la captura del caracol chino negro y un cierre a cualquier captura en los arrecifes rocosos de la isla San Jorge, ubicada frente a las costas de Puerto Peñasco, lugar donde tradicionalmente han desarrollado su actividad. Desde 2000, la cooperativa ha establecido un año de veda para esta especie, seguido de un año de captura, lo que permitió en apenas dos años una recuperación de la especie.

Luego de sensibilizarse de la importancia de tener un manejo sustentable de sus recursos, el grupo de buzos diseñó y estableció un corredor de tres reservas marinas comunitarias como zonas de nopesca, las que equivalen a aproximadamente ocho kilómetros cuadrados.

Esto se logró gracias a un monitoreo ecológico de sus zonas de reserva, invirtiendo más de 100 días colectivos de investigación bajo el agua y recursos económicos propios de la cooperativa.

El logro de los buzos, en opinión de la ambientalista líder de la organización CEDO, Peggy Turk, representa un ejemplo para las demás comunidades pesqueras y un llamado a las autoridades para que los apoyen en sus iniciativas que tienen como objetivo la conservación del rico ecosistema marino.

Para la activista, el trabajo de los buzos en pro de un aprovechamiento sustentable de los recursos del mar, puede contagiar a otras comunidades pesqueras del Mar de Cortés, en donde hay signos de que en el futuro los recursos pesqueros pueden disminuir y provocar efectos dañinos a las economías locales y ecosistemas.

Otro de los logros de los buzos, subrayó la ambientalista, es el establecimiento del primer programa de certificación para buzos comerciales en México como una medida para reducir riesgos a la salud y ayudar a controlar el acceso a sus pesquerías.

Cuidar para aprovechar

Mucha de la captura que realizan los buzos, tiene gran demanda en Asia, por lo que su valor como producto de exportación es elevado. En 1993, el caracol chino negro fue colectado en grandes cantidades en Puerto Peñasco, y en un verano se llegaron a desembarcar 600 toneladas, mucho más de lo que se había registrado en cualquier otro año para la producción de caracol en Sonora.

Pero según los estudios de científicos del CEDO, para 1999 la producción había caído a aproximadamente 80 toneladas, lo que obligó a los buzos a aventurarse a aguas más profundas y nuevas zonas de pesca.

Los pescadores vieron que su fuente de trabajo estaba en peligro debido a la rápida disminución de las poblaciones de las especies marinas con valor comercial y de inmediato empezaron a diversificar sus capturas dejando descansar a las especies que tradicionalmente habían sido explotadas.

Con la unión de esfuerzos de los buzos y la organización CEDO se logró la investigación participativa ecológica y etnográfica sobre los recursos bentónicos del fondo marino de Puerto Peñasco, vinculando el conocimiento local de los buzos con las aportaciones de científicos.

Hoy en día, los buzos han reglamentado su actividad y sus acuerdos colectivos son respetados por todos los pescadores locales. Si algún miembro de la cooperativa no respeta las vedas y restricciones impuestas a la captura en algunas áreas, la cooperativa puede sancionarlo.

Pero hoy más que nunca, estos pescadores del fondo marino tienen la certeza de que en el futuro podrán seguir realizando su actividad, sustento de muchas familias de esta comunidad pesquera.

Actividad de alto riesgo

La pesquería de buceo implica utilizar un compresor de aire con manguera que provee oxígeno a los buzos que llegan a descender hasta los 45 metros. Es un trabajo de riesgo y eso lo saben varios pescadores que han sufrido la enfermedad de la descompresión.

Ese síndrome es causado por bucear en aguas muy profundas o retornar a la superficie con demasiada rapidez, lo que produce falta de oxígeno en el cerebro y dolores crónicos, desórdenes neurológicos, parálisis parcial o total e incluso la muerte.

Aun así, los buzos se aventuran al fondo marino con equipos de buceo adaptados o hechizos, lo que aumenta el riesgo de su actividad.

Con la utilización de una panga como transporte, los buzos se lanzan al fondo del mar, adonde llevan únicas herramientas sus manos, ganchos, cuchillos, arpones fabricados de varilla de construcción, y bolsas fabricadas de redes camaroneras viejas, las que se adhieren a aros de bicicleta para formar redes para capturar caracoles, pulpos y otras especies.

Los buzos llegan a permanecer hasta cinco horas bajo el agua, antes de salir a la superficie con sus capturas.

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