Sostenibilidad

Nuevos y viejos retos de las empresas forestales comunitarias de México

Cientos de empresas forestales comunitarias integran la base del sector forestal nacional. Convertirlas en negocios rentables y competitivos es uno de los grandes retos si se quiere garantizar la conservación de los bosques y el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes rurales.  leer más

La apertura comercial provocada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte a partir de la década de los noventa ha significado para México una oportunidad para revisar a profundidad su visión histórica en materia comercial y productiva. En este tiempo algunos sectores productivos han encontrado la manera de enfrentar exitosamente los retos de un nuevo mundo sin fronteras para el comercio; otros sectores, entre ellos el forestal, no han podido encontrar aún las estrategias adecuadas para mantenerse en los niveles mínimos de crecimiento.

En el contexto social, económico y ambiental del país, el sector forestal es estratégico, por lo que su consolidación es prioritaria, particularmente si se toma en cuenta que la mayor parte de la superficie forestal es propiedad de ejidos y comunidades, y que el manejo del bosque está a cargo de las empresas forestales comunitarias que éstos operan.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (2006) ha advertido que no será posible ordenar de manera sostenible los bosques en el mundo para aprovechar todas sus ventajas, si no se asegura la viabilidad económica del sector en su conjunto.

En México la base del sector forestal está en las empresas forestales comunitarias (EFC), por lo cual es posible afirmar que, en la medida en que éstas sean rentables y competitivas, se garantizará la conservación de los bosques y ayudarán a mejor nivel de vida de las poblaciones beneficiarias.

En el análisis de los distintos aspectos que inciden para mantener al sector forestal en la línea del retroceso productivo y de la falta de competitividad en que ha estado sumergido desde hace casi dos décadas, una buena parte de las conclusiones se han enfocado hacia ese punto. La revisión de documentos, estudios e investigaciones recientes sobre manejo forestal comunitario en México permite encontrar distintas teorías y conceptos, los cuales al final concluyen en la importancia de fortalecer a las empresas forestales comunitarias por el bien de los recursos forestales del país, y del país mismo.

Tipología y número de empresas forestales comunitarias (EFC)

Tipología de Empresas Forestales Comunitarias (Procymaf)

Tipo I. Productores potenciales. Los propietarios o poseedores de terrenos forestales con aptitud de producción comercial sustentable, que actualmente se encuentran sin realizar el aprovechamiento por carecer de un Programa de Manejo autorizado o de los medios suficientes para sufragar la ejecución de éste.

Tipo II. Productores que venden madera en pie. Los propietarios o poseedores de terrenos forestales sujetos a aprovechamiento forestal, en los que éste se realiza por parte de terceros mediante contratos de compraventa, sin que el propietario o poseedor participe en alguna fase del aprovechamiento.

Tipo III. Productores de materias primas forestales. Los propietarios o poseedores de terrenos forestales que cuentan con aprovechamientos autorizados y que participan directamente en alguna fase de la cadena productiva correspondiente al corte, troceo y arrime de trocería al camino en lo maderable, o en la recolección o corte y secado de productos no maderables, así como en el transporte y venta de las materias primas forestales a los centros de acopio y/o transformación primaria y;

Tipo IV. Productores con capacidad de transformación y comercialización. Los productores de materias primas forestales que disponen de infraestructura para su transformación primaria hasta la obtención de madera aserrada en lo maderable, o de producto industrializado en lo no maderable y que realizan directamente la comercialización de sus productos.

Las comunidades y ejidos revelan diferentes niveles de avance en términos del control de los procesos productivos. De esta manera, se puede encontrar desde experiencias con un alto nivel de integración industrial y comercial hasta experiencias muy limitadas en los que la comunidad cede sus derechos a terceros a cambio de pago de renta (Madrid, S. y Merino, L., 2006).

De acuerdo con la tipología establecida por el Programa de Desarrollo Forestal Comunitario (Procymaf II), se distinguen cuatro tipos de EFC en México. David Bray y Leticia Merino, en su libro La experiencia de las comunidades forestales en México (2004), consideran que el punto a partir del cual se puede considerar que una comunidad tiene una EFC es con base en el tipo III, puesto que las de tipo II, lo único que hacen es recibir el dinero de las ventas de la madera que hay en sus tierras.

“Con base en esta interpretación, una EFC sólo surge cuando el negocio se establece con un administrador o un gerente y se han puesto en marcha otros aspectos de la operación de negocios formales. Sostenemos y manejamos como supuesto de análisis que todas las comunidades de tipo III cuentan con EFC. De este modo puede haber empresas en las que no se mantenga ningún capital en operación, en las que todos los beneficios sean distribuidos inmediatamente, y que suspendan por completo sus actividades entre las temporadas de extracción; aun así, consideramos que éstas son empresas basadas en la propiedad comunal que llevan a cabo actividades productivas y generan ingresos a partir de sus relaciones con el mercado.”

En cuanto al número estimado de empresas forestales comunitarias en el país, no se cuenta con datos precisos. Algunos especialistas señalan que existen alrededor de nueve mil comunidades indígenas y ejidos en superficies forestales, de las cuales 65 por ciento tiene potencial comercial, de 20 a 25 por ciento tiene programa de manejo y entre 5 y 9 por ciento opera una empresa forestal comunitaria desarrollada (Segura, 2005). Otras investigaciones reportan la existencia de 2,417 núcleos agrarios forestales que tienen programa de manejo forestal, de los cuales 84 por ciento son ejidos y 16 por ciento comunidades.

Problemática de las empresas forestales

En el documento La situación del subsector forestal en México ante el TLCAN; retos y oportunidades 10 años después, se establece que el forestal “resulta un sector particularmente vulnerable a las fuerzas del mercado debido a la muy limitada competitividad y escasos mecanismos de apoyo para promover empresas comunitarias sociales que aprovechen de manera sustentable sus recursos” (A. Sánchez Vélez; V. Sánchez Fabián y R. M. García Núñez).

En este sentido Madrid y Merino señalan también que “la apertura comercial ha tenido impactos negativos para el sector forestal mexicano en su conjunto cuya competitividad global es limitada, a pesar de la importante productividad biológica de los recursos forestales”.

En ello coincide Natalia G. Vidal, quien en su artículo “Acuerdos comerciales entre empresas forestales y comunidades en México: identificando modelos exitosos”, menciona que a pesar de que las comunidades son los proveedores de madera más importantes en el ámbito nacional, por lo general tienen carencias en el área gerencial, administrativa y técnica. “En el presente muy pocos ejidos y comunidades forestales tienen la capacidad de competir en el mercado de productos forestales”, precisa.

Por otra parte, explica, las comunidades y los ejidos se enfrentan a numerosos problemas internos que dificultan conciliar sus propios objetivos y estrategias empresariales. Estas dificultades incluyen, entre otros, los intereses entrelazados de formas tradicionales de gobernar la comunidad y el manejo empresarial, la cuestión de rotación de la gerencia cada tres años, asuntos relacionados con el manejo económico y las estrategias empresariales así como la cuestión de la corrupción y el mal manejo. “Estas dificultades conllevan a un alto riesgo para las empresas forestales comunitarias por el mal manejo, la ineficiencia empresarial, costos altos y la explotación por parte de factores externos.”

La empresa forestal de la comunidad indígena de San Pedro El Alto, en la Sierra Sur de Oaxaca, es dirigida aún por el Comisariado de Bienes Comunales, el cual a su vez consulta a la Asamblea General de Comuneros para la toma de decisiones en materia de manejo y comercialización de sus recursos forestales. Por su parte, en su artículo “Desarrollo de la forestería comunitaria en México” (2006), el investigador de la Universidad de Chihuahua, Concepción Luján Álvarez, afirma que los ejidos y comunidades forestales enfrentan grandes desafíos relacionados, entre otros aspectos, con la apertura económica, la competitividad y sus estructuras organizacionales, “lo cual ha limitado su capacidad de respuesta oportuna a los retos de un entorno económico altamente competitivo”.

Menciona que, según los resultados obtenidos de un estudio elaborado por investigadores de esa universidad, “los ejidos y comunidades forestales presentan limitada innovación y capacidad de respuesta oportuna a las demandas planteadas por un entorno económico cada vez más competitivo, tal como lo demuestra el hecho de que no se detectaron cambios en los sistemas de producción y a nivel organizacional hacia dentro de las comunidades”.

Además, dice, el nivel de competitividad de los ejidos y comunidades forestales es limitado, lo cual se relaciona, entre otras cosas, con aspectos como costos de producción, integración de la cadena productiva, estructura organizacional para la producción, la administración y capital humano.

El Grupo Bosques (2006) observa algunas de las debilidades de las EFC, tales como una débil capacidad gerencial y comercial en las empresas sociales forestales para encarar la industrialización y así obtener productos forestales terminados competitivos, así como el escaso e inadecuado apoyo al fortalecimiento de las capacidades técnicas y administrativas de los dueños, tanto sociales como privados, de bosques y selvas.

Alternativas para el futuro de las EFC

Luján Álvarez considera que los ejidos forestales tienen un alto potencial para su desarrollo futuro, debido principalmente a la riqueza de sus recursos. Desgraciadamente, dice, los ejidos por sí mismos no pueden lograr la sustentabilidad y tener capacidad de respuesta a la dinámica de entorno, por lo que se hace necesaria la interacción y apoyo con instituciones gubernamentales y no gubernamentales que los impulsen hacia un desarrollo forestal sustentable. Requieren además fortalecer aspectos como la organización, la capacitación integral, la integración y la inversión de capital para la reconversión productiva.

Por su parte, Madrid y Merino destacan que, pese a sus debilidades, el sector forestal comunitario cuenta con recursos y fortalezas desarrolladas a través de los años de resistencia y experiencia. “Junto a actividades forestales convencionales, y retomando el impulso de algunos de los programas institucionales que se han mencionado, distintas comunidades desarrollan nuevas formas de uso y/o valoración de los bosques que con mucha posibilidad favorecerán su conservación.”

Consideran que la permanencia de los esquemas de descentralización democrática de la gestión de los recursos naturales, y el desarrollo de capacidades de resguardo informado y responsable de comunidades forestales “de manera fundamental exige políticas consistentes, participativas y transparentes, que en una perspectiva de largo plazo, consideren el apoyo y desarrollo del manejo forestal comunitario, como estrategia central de conservación y desarrollo para el país”.

En este sentido, el Grupo Bosque propone fortalecer la gestión forestal comunitaria como eje principal de las políticas públicas en la materia; fortalecer el acompañamiento técnico, dar prioridad al desarrollo de la capacidad empresarial e industrial de las comunidades y ejidos forestales y establecer una política de desarrollo e integración industrial.

Camille Antinori, de la Universidad de California, señala que pese a los desafíos que tienen las comunidades en tomar decisiones colectivas y obtener acceso a asistencia técnica, son capaces de generar ganancias de manera sostenible. De hecho, advierte que la rentabilidad es clave para la estabilidad a largo plazo de las empresas forestales comunitarias, las cuales, además, son importantes fuentes de empleo y recursos económicos para las comunidades.

El empresario Paul Fuge (2005), consultor de Forest Trends, establece que dada la complejidad de asuntos que rodean las operaciones forestales en un mundo globalizado, las operaciones comunitarias generalmente no son competitivas. Frente a esta situación las empresas sociales tienen como alternativa los mercados nacionales, locales y nichos de mercado, que son los que mejor se acomodan a sus intereses; y la eficiente utilización de fibras y el uso inteligente de la fuerza laboral local se constituirán en las bases del desarrollo económico de largo plazo de la comunidad.

Por otra parte, recomienda a las comunidades y ejidos forestales que agreguen mayor valor a las materias primas forestales como una forma de enfrentar la competencia que representan las importaciones de madera: “La manufactura secundaria sigue siendo la clave para la prosperidad en el futuro.”

Las distintas alternativas que se plantean para la consolidación de las empresas forestales comunitarias constituyen una importante aportación para el fortalecimiento del sector en general. Como colofón sirve mencionar la visión de la FAO acerca de las empresas forestales que comercializan madera, y que en México son sociales, la mayoría:

“Aunque los mercados de servicios ambientales están creciendo, sabemos que la madera y los productos madereros seguirán siendo fuentes importantes de ingresos en el futuro inmediato. Por ello, los gobiernos y otros propietarios de estos recursos deben aprovechar en mayor medida su producción potencial y crear las condiciones para el desarrollo de mercados eficaces. Al mismo tiempo, deben salvaguardar las funciones ambientales, sociales y culturales de los bosques.”

Bibliografía
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Situación de los bosques del mundo 2005, marzo de 2006.

Merino, Leticia. y S. Madrid, El Manejo Forestal Sustentable en México: Oportunidad para el mantenimiento de la Biodiversidad y el Bienestar Comunitario., 2006.

Bray, David B. y L. Merino, La experiencia de las comunidades forestales en México, INE-CCMSS, México, 2004.

Segura, Gerardo, “El manejo de los bosques comunitarios de México: logros y retos”, ponencia presentada en el Taller Internacional Manejo Forestal Comunitario en la Amazonia, celebrado en Perú en noviembre de 2005. Banco Mundial.

Sánchez Vélez; V. Sánchez Fabián y R. M. García Núñez, La situación del subsector forestal en México ante el TLCAN; retos y oportunidades 10 años después, Universidad Autónoma Chapingo.

Vidal, Natalia G., Acuerdos comerciales entre empresas forestales y comunidades en México: identificando modelos exitosos, 2005.

Luján Álvarez, Concepción, H. G. González y J. M. Olivas, Desarrollo de la Forestería Comunitaria en México, Universidad Autónoma de Chihuahua/Facultad de Ciencias Agrícolas y Forestales, 2006.

Grupo Bosques (G-Bosques), Manejo y conservación de los recursos naturales hacia un programa estratégico para el sector forestal, 2006.

Antinori, Camille, Rentabilidad de las Operaciones Forestales Comunitarias, ponencia presentada en la presentación del libro “Bosques Comunitarios de México: Logros y Desafíos” (Conafor/Fundación Ford), México, 2004.

Fuge, Paul, Oportunidades de Certificación del FSC para Comunidades en Oaxaca, México. Octubre de 2005.

Fuente: México Forestal

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