Iniciativa Privada

Urge cambiar modelo agroalimentario depredador

En las décadas recientes ha venido emergiendo un modelo alternativo y viable en diversas partes del mundo

urge-cambiarMéxico, D.F.— Como sabemos, el modelo de agricultura-industrial de la llamada “revolución verde” está agotado en el mundo y es contraproducente persistir en él en todos los planos: económico, social, nutricional, ambiental, humanitario y ético. Por tanto, es urgente cambiar a otro modelo que permita garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, la inclusión social y la resiliencia climática, al mismo tiempo que respete, garantice y promueva la economía y los derechos de los campesinos e indígenas.

Lo anterior, en el marco de un nuevo arreglo institucional global, democrático y al servicio de la humanidad y el planeta, con pleno respeto a la soberanía alimentaria y los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de pueblos y naciones.

En este sentido, en las décadas recientes ha venido emergiendo un modelo alternativo robusto, pertinente y viable en diversas partes del mundo, particularmente en nuestro continente americano: el modelo agroalimentario centrado en la economía campesina, la agroecología, los derechos humanos y la soberanía alimentaria.

Este modelo alternativo está siendo construido a partir de las experiencias y conocimientos milenarios de los campesinos e indígenas y de los conocimientos científicos integrados en una nueva disciplina científica, que es la agroecología, y en un nuevo movimiento social alternativo, que es la agroecología campesina.

Por nuestra parte, como ANEC, estamos impulsando el modelo de agricultura campesina de conocimientos integrados (ACCI), mismo que coloca en el centro del nuevo paradigma agroalimentario los conocimientos integrados de los campesinos y científicos en un diálogo de saberes y que permite incrementar significativamente los rendimientos, bajar los costos; incrementar la rentabilidad para el pequeño productor; manejar sustentablemente los suelos, el agua y la biodiversidad, y aumentar la resiliencia de los cultivos frente al cambio climático.

El modelo agroalimentario centrado en los pequeños productores y en la agroecología está siendo reconocido e impulsado crecientemente por miles y miles de agricultores en todo el mundo, por cientos de científicos y académicos de las universidades más prestigiadas, por decenas de organizaciones no gubernamentales y think tanks, y por algunos países que ya han elevado la agroecología campesina a rango de política nacional, como es el caso de Cuba.

Recientemente, en septiembre de 2014, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realizó un importante Simposio Internacional sobre Agroecología para la Seguridad Alimentaria y Nutrición y ahí su director general, José Graziano da Silva, estableció que el simposio era una ventana que se abría por primera vez en lo que durante 50 años ha sido la “catedral de la revolución verde”.

Antes, la señora Hilal Elver, nueva relatora especial para el Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, en su primer discurso público afirmó que “sólo los agricultores pequeños y la agroecología pueden alimentar al mundo”.

Con la reciente Declaración de Nyéléni de febrero de 2015 y el anuncio de la FAO sobre la planificación de una serie de reuniones regionales en América Latina, Asia y África en 2015, es evidente que se están abriendo espacios cada vez más grandes para el debate y la acción a favor de un modelo alternativo a la revolución verde. Sin embargo, es necesario estar alertas para no permitir que las corporaciones y ciertas instituciones (la propia FAO, Fundación Gates, USAID, etc.) pretendan considerar a la agroecología campesina como “una herramienta más” dentro del marco del paradigma obsoleto de la revolución verde y no como un modelo alternativo.

Fuente: ANEC, imagen

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