Sostenibilidad

¿Cultivar en el desierto?, sí, basta con agua de mar y energía solar

El Proyecto Sahara Forest busca aprovechar el agua de mar y el calor de Qatar para desarrollar cultivos y obtener agua potable a la vez
En el desierto de Qatar, los científicos están demostrando que el agua salada puede ser utilizada para cultivar. Por medio de una iniciativa de investigación en una hectárea de terreno, llamada Proyecto Sahara Forest, durante los últimos meses se produjo una cosecha de cebada, pepinos y arúgula gracias a una combinación de ingredientes que usualmente no se relacionan con éxito en la agricultura: agua de mar y el abundante suministro de calor de Qatar.

Las primeras instalaciones del Proyecto Sahara Forest se concibieron en Noruega e iniciaron operaciones en noviembre de 2012 para que coincidiera con la Cumbre de Doha. Con el proyecto se implementan varias tecnologías de vanguardia amigables con el medio ambiente y se aprovechan los elementos que abundan en Qatar —calor y agua de mar— al transformarlos en una variedad de recursos valiosos.

El proyecto tiene un alcance mundial. Ostenta unos invernaderos enfriados con agua de mar, energía solar concentrada y producción de algas. Todo funciona simbióticamente para resolver varias de las crisis ecológicas del mundo en un mismo intento.

Además de producir alimentos y agua desalinizada en regiones en las que originalmente escasean, las instalaciones también tienen como objetivo reverdecer el desierto y generar fuentes de combustibles alternas y ecológicas.

Las instalaciones cuentan con una planta de energía solar concentrada, que transforma el calor en vapor y luego, por medio de turbinas y generadores, se transforma en electricidad que se utiliza para bombear el agua de mar que se usará para enfriar los invernaderos.

El agua dulce de desecho que produzcan los invernaderos se usa para regar las plantas en la parte exterior. Unos setos estratégicamente sembrados afuera del invernadero ayudan a filtrar el sobrante, lo que crea un ambiente húmedo y más fresco para las plantas que reciben el viento.

Finalmente, el agua salada se usa para cultivar algas que se pueden utilizar para producir bioenergía a gran escala, aunque actualmente dicha planta todavía se encuentra en la fase de investigación. La producción de algas por sí sola puede ser costosa y tiene limitaciones geográficas (usualmente tiene que desarrollarse en terrenos costeros caros y codiciados).

Fuente: CNN

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO