Biodiversidad

Zona muerta: la asfixia de los mares

El oxígeno es un gas indispensable para los seres vivos, tanto en la atmósfera como dentro de los cuerpos de agua. Su ausencia o escasez, aunque sea momentánea, impide o dificulta la continuidad de la vida.

Existe un fenómeno ambiental que puede afectar negativamente tanto a los mares que rodean las áreas costeras del mundo, como a lagos y presas, y es ocasionado por una severa disminución del oxígeno disuelto en sus aguas. A este evento se le conoce como hipoxia, o zona muerta, y su efecto, aunque temporal, modifica significativamente los ecosistemas de las zonas en donde ocurre, y afecta principalmente a las pesquerías y a los grupos humanos que dependen de ellas.

Este fenómeno se produce de manera natural, pero la intervención de la actividad humana contribuye a acentuar sus consecuencias nocivas para el medio ambiente, por lo que un riguroso control y manejo de los desechos arrojados a mares y ríos ayudaría a aminorarlas en forma considerable.

Los mares contienen una gran diversidad de compuestos químicos. Dentro de éstos se encuentran el bióxido de carbono y el oxígeno en forma disuelta; éste último, como ya mencionamos, constituye uno de los pilares que soportan la vida dentro de los ecosistemas marinos. El oxígeno es aportado por dos vías: la primera de ellas es la fotosíntesis de los organismos vegetales, principalmente el fitoplancton, y la segunda, por el viento, que al remover las capas superficiales del agua permite el ingreso y difusión del oxígeno que se encuentra en la atmósfera.

La materia orgánica que se deriva tanto de las excretas de los organismos como de su mortalidad natural, es degradada para su posterior reutilización dentro de la cadena alimenticia, por las bacterias, las cuales utilizan oxígeno durante este proceso; sin embargo, cuando la cantidad de materia orgánica se incrementa de manera artificial por los desechos vertidos en las aguas de origen agrícola e industrial, aumenta también la población bacteriana, lo que genera a su vez un consumo de oxígeno disuelto de más del triple de la cantidad normal, ocasionando un descenso abrupto de este vital gas que provoca una mortalidad importante de los seres vivientes que conforman el ecosistema.

Aunado a lo anterior se presenta una segunda variable que constituye el detonador del problema: la variabilidad cada vez mayor del clima, es decir, que la oscilación entre años extremadamente secos y lluviosos es cada vez más evidente y es durante estos últimos cuando se favorece el incremento de los caudales fluviales y con ellos el de la materia orgánica.

La concentración de oxígeno puede oscilar de entre 0.1 y 2 ml/lt (mililitros por litro), en mares como la Fosa de Cariaco, algunos fiordos noruegos y el Mar Negro, ejemplos extremos de verdaderos desiertos marinos, condición que, por cierto, se presenta de manera natural, hasta los que tienen, en el otro extremo, concentraciones de 6 ml/lt, paraísos de gran riqueza en vida marina, localizados en costas como las de Perú y Japón, países líderes en captura y producción pesquera. El fenómeno de la hipoxia o zona muerta se desencadena cuando la concentración de oxígeno disuelto en el agua de mar no sobrepasa los 1.4 ml/lt.

Los mares mexicanos registran diversas concentraciones de oxígeno, que afortunadamente, se encuentran dentro de los niveles más altos y, por ende, soportan una producción pesquera importante.

Sin embargo, es importante señalar que en las porciones adyacentes a las descargas de los ríos Pánuco, Lerma-Santiago, San Juan, Balsas y Blanco, se han registrado en la última década pequeñas áreas hipóxicas, que se prolongan por algunos días dentro de la temporada de lluvias. También en las granjas camaroneras de Sinaloa y Nayarit se presenta este fenómeno, aunque ahí ocurre durante la noche y se rompe en el día; no obstante, logra provocar mortandades importantes, al igual que en la Laguna Madre, área en donde se cultiva el ostión, tanto en la porción mexicana como en la estadounidense. En esta zona, lo mismo que en el caso de los camarones, las poblaciones ostrícolas han descendido.

Uno de los casos de hipoxia más notorios y estudiados en el mundo se encuentra en la porción estadounidense del Golfo de México y afecta las costas de los estados de Louisiana y Texas. Dada la colindancia con territorio mexicano este caso reviste un particular interés para nuestro país. Ahí, durante todos los veranos el proceso comienza y culmina en una vasta región del fondo del océano que, al no alcanzar concentraciones de oxígeno que sobrepasen 1.4 ml/l ocasiona que los barcos de arrastre no puedan capturar en sus redes ya sea camarones, o peces del fondo del mar. Los bajos niveles de oxígeno alejan a los bancos pesqueros y sofocan a los otros habitantes del lecho marino, como los langostinos, cangrejos, caracoles, almejas, estrellas de mar y gusanos.

La hipoxia en esta región resulta de una combinación de factores naturales y de influencia humana. La cuenca del río Mississippi ocupa el tercer lugar en el mundo por su tamaño después de la cuenca de los ríos Amazonas y Congo. Drena aproximadamente 41 por ciento del territorio de Estados Unidos colindante con él, un total de tres millones 200,000 kilómetros cuadrados, transportando al Golfo de México agua dulce, sedimentos y nutrientes.

Al entrar al Golfo de México, el agua dulce de la cuenca hidrográfica del Mississippi flota sobre el agua más densa y salada del golfo y su resultado es una estratificación de la columna de agua. Esta estratificación se intensifica en el verano y no permite que el oxígeno de las capas superiores del golfo se profundice. Además, la descarga del río Mississippi contiene niveles altos de nutrientes, tales como nitrógeno, fósforo y sílice; parte de ellos son naturales pero muchos derivan de la amplia utilización de fertilizantes en tierras de cultivo que drenan al Mississippi y por último al Golfo de México.

Como en el caso de los fertilizantes que se aplican a los pastos y granos, estos nutrientes estimulan el crecimiento del fitoplancton (plantas microscópicas o algas) en las aguas superficiales del golfo. Estas plantas microscópicas sustentan a su vez al resto de la cadena alimenticia marina. Sin embargo, cuando estas plantas mueren y llegan al fondo, la descomposición natural de este material orgánico despoja a las aguas profundas del golfo del poco oxígeno que pudieran contener.

En las cuatro últimas décadas, la cantidad de nitrógeno transportada por la cuenca del Mississippi se ha triplicado. Las algas producen en la actualidad más carbono del que producían históricamente y las condiciones de agotamiento de oxígeno han empeorado. Este mismo proceso de hipoxia ocurre en cualquier otro lugar del mundo donde el hombre haya alterado la química de los ríos. Los mares Negro, Báltico y Adriático, la Bahía de Chesapeake, el Canal de Long Island y el Canal Pamlico-Abermarle son ejemplos notables de este fenómeno. La zona hipóxica del norte del Golfo de México es la tercera del mundo por su tamaño y cubre, a mitad del verano, un área del fondo del océano de 3,000 a 4,000 millas cuadradas, que por su dimensión es igual a Nueva Jersey.

Nuevos problemas globales

Este escenario de condiciones de oxígeno agravadas en las aguas costeras del Golfo de México adyacentes a la desembocadura del Mississippi que están enriquecidas de nitrógeno, tiene obvias consecuencias sobre los recursos vivos y el hombre.

En la actualidad existen situaciones similares a lo largo de las regiones oceánicas costeras del mundo, donde la desorganización ambiental causada por una sobrecarga planetaria de nitrógeno está emergiendo como un nuevo problema global. Se han podido enmendar ecosistemas más pequeños con problemas de enriquecimiento de nutrientes cuando las intervenciones en su manejo resultaron en una reducción de la cantidad de nitrógeno entrante a los sistemas en cuestión.

De la amplia gama de opciones potenciales para mitigar o aliviar la condición hipóxica en el golfo, una de las más atractivas y potencialmente efectivas para reducir la cantidad de nitrógeno y otros nutrientes que entran en éste sería la creación y restauración de humedales estratégicamente ubicados en zonas ribereñas que puedan interceptar una gran parte del drenaje agrícola optimizando así la remoción del nitrógeno mediante la captación vegetal.

Esto contribuiría no sólo a reducir el nitrógeno entrante al golfo, con lo que disminuiría la hipoxia, sino que haría que sirvieran como sumideros de dióxidos de carbono.

Otros beneficios incluirían mejoras en la calidad del agua del río y de la corriente y en la protección de agua potable, y ello contribuiría a aumentar la vida silvestre en los corredores del río y brindaría mayor protección contra las inundaciones.

Si el cambio climático futuro aumenta la vulnerabilidad a las inundaciones en la cuenca del río Mississippi, los efectos combinados de la reducción en la carga de nutrientes como la mayor protección contra las inundaciones, beneficiarían claramente tanto a los ecosistemas afectados como a la población.

El proceso de fotosíntesis

ara que se efectúe la fotosíntesis de forma óptima se requieren nutrientes, conocidos como sales minerales, los cuales están conformados básicamente por compuestos de nitrógeno, fósforo y sílice, que son aportados en buena medida por los ríos que desembocan a los mares durante el continuo flujo del agua por los deltas de las cuencas hidrológicas que recorren.

Estos procesos han ocurrido de manera natural desde hace millones de años, sin embargo, hacia principios del siglo XX, se han suscitado diversas alteraciones tanto en el volumen como en la calidad del agua que aportan los ríos, debido a la utilización de sus aguas, para la conformación de presas y diques de riego y, por desgracia, como vertedero de deshechos orgánicos industriales, que pueden provenir tanto de las petroquímicas, de las refinerías de caña de azúcar, de las industrias papeleras, de las metálicas básicas, las de fertilizantes, las de fabricación de alimentos y bebidas, las de textiles y, por otro lado, de los asentamientos humanos sin medidas de control.

Todo lo anterior ha contribuido de manera importante al incremento gradual, pero sostenido, del aporte de compuestos orgánicos, lo cual ha ocasionado la aparición de áreas anóxicas, es decir, carentes de oxígeno, en diversas regiones costeras del mundo.

Pesca Sustentable

Los mares mexicanos registran diversas concentraciones de oxígeno, que afortunadamente, se encuentran dentro de los niveles más altos y, por ende, soportan una producción pesquera importante.

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO