Biodiversidad

Purépechas empresarios ecologistas

En cierta forma, estos indígenas de la Meseta Purépecha de Michoacán, son un grupo de empresarios partidarios de la globalización pero ligados fuertemente a sus antiguas tradiciones.

Apenas hace unas semanas, la Organización de las Naciones Unidas distinguió a la agrupación indígena mexicana con el premio Equator 2004, por sus esfuerzos simultáneos en pro de la conservación biológica y el combate a la pobreza.

El premio, que fue auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, así como por organizaciones privadas y gobiernos, se entrega cada dos años a comunidades de países en desarrollo comprometidas con el combate a la pobreza y el respeto a la biodiversidad.

Éste ha sido tal vez el mayor reconocimiento a esta comunidad asentada en el pueblo de Nuevo San Juan Parangaricutiro, que entre sus logros destaca la fabricación de muebles que se exportan a Europa, así como la venta de molduras a la empresa transnacional Home Depot.

Sus procesos productivos no se han limitado a extraer la madera para venderla como materia prima, sino que han logrado formar una empresa completa que genera materias primas y luego las convierte en productos terminados como muebles, resinas o aceite de madera.

Tal ha sido el éxito de esta empresa comunal que no se da abasto para surtir de muebles a exclusivos almacenes de la ciudad de México, cuyos clientes se disputan los comedores de finas maderas y delicado buen gusto en su diseño que elaboran los michoacanos.

Pero además de los productos que se extraen de la madera, la empresa comunal mantiene abundantes huertos de aguacate y durazno, así como empacadoras para estas frutas. También opera un programa de ecoturismo que, entre otros atractivos, realiza visitas guiadas a la zona volcánica de San Juan Parangaricutiro, en donde hace 60 años el volcán Paricutín hizo erupción y sepultó con su lava ardiente a todo el pueblo.

La empresa comunal se define como “una comunidad que enfrenta el reto de la competitividad con organización y trabajo, basado en el buen manejo de sus recursos”.

Los logros de esta empresa comunal han despertado el interés de investigadores e instituciones, que se han cuestionado si este modelo puede ser aplicado en otras comunidades, ya que encaja en el concepto de desarrollo sustentable.

Pero el camino no fue fácil, pues en los inicios de la empresa y ante la falta de capital, la comunidad optó por no solicitar créditos con el fin de proteger su autonomía, con lo que el desarrollo y crecimiento fueron lentos desde mediados de la década de 1970, hasta que finalmente y con la inversión del 100 por ciento de las ganancias, la agrupación pudo instalar su propio aserradero en 1983.

Empresarios y ecologistas

Daniel Aguilar, jefe del Programa de Capacitación de la empresa forestal, se siente orgulloso de llevar sangre purépecha en sus venas. Es ingeniero forestal, y al igual que otros 40 miembros de su comunidad, estudió en la Universidad Michoacana para aplicar sus conocimientos en la empresa comunal que ha basado su éxito en la educación y capacitación constante de sus empleados.

También es un incipiente usuario del Internet. Desde su «lap-top» se enlaza por correo electrónico con posibles clientes, algunos que han conocido de la empresa en la dirección electrónica www.comunidadindigena.com, en donde se puede encontrar información sobre la firma y sus productos.

«Podemos ser indígenas, pero con una mentalidad empresarial», sostiene Aguilar. Esto porque el éxito de la empresa ha transformado la vida de prácticamente todos los habitantes de Nuevo San Juan, refiere el purépecha: «cuando iniciamos, muchos de nosotros no teníamos casa, ahora cada quien ha empezado a construir y algunos hasta carro tienen”.

La Asamblea General de Comuneros, el máximo órgano de dirección de la empresa, no opone resistencia a iniciativas que pretenden ampliar los alcances y éxitos de la agrupación, aunque para ello es necesario invertir en equipo las utilidades. Hace unos años y gracias a la visión empresarial de los miembros de la comunidad, se logró la concesión del servicio de televisión por cable, un lujo que se pueden dar pocas poblaciones que, como Nuevo San Juan, no llegan a los 12 mil habitantes.

Pero los purépechas aún no están satisfechos. Sabedores del éxito que pueden tener sus muebles en el mercado nacional e internacional, ahora buscan expandir su empresa, la que actualmente provee de más de 900 empleos directos y unos 500 indirectos a los habitantes de la comunidad.

Aguilar comenta que el objetivo de los comuneros —quienes integran la asamblea general de la empresa— es abrir una tienda propia en la ciudad de México. Esto, además de aumentar sus actuales ventas, reconocería la calidad de la manufactura purépecha, pues en los almacenes de prestigio se niegan a dar el crédito a los indígenas, y sólo ponen la etiqueta de «producto nacional» a sus muebles.

En opinión del investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Víctor Manuel Toledo, el aprovechamiento ecológico practicado por algunas comunidades indígenas de México se basa en la cosmovisión del cuidado de la naturaleza y ésta se está perfilando como un modelo a seguir.

Los grupos indígenas como la comunidad purépecha de Nuevo San Juan, refiere, hacen una alianza con la naturaleza mediante la defensa y el uso adecuado de sus recursos, y muestran un profundo respeto hacia la vida natural, que se traduce en caminos libres de basura y en el rechazo de actividades que dañen a las plantas y animales.

Aquí, en este pueblo ubicado entre los bosques de la Meseta Purépecha, ha quedado demostrado que la buena fortuna de sus habitantes depende de la relación de amor con su propia tierra.

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