Biodiversidad

La SSA refuerza acciones contra riesgos ambientales

Con el Programa de Acción en Salud Ambiental, la Secretaría de Salud, a cargo del doctor Julio Frenk Mora, refuerza sus acciones encaminadas a proteger a la población contra riesgos que provoque la contaminación atmosférica y la exposición a elementos físicos, químicos y biológicos en detrimento de la calidad de vida de los habitantes.

Se estima que entre 20 y 30 por ciento de la carga mundial de enfermedad se puede atribuir a factores de riesgo asociados con exposiciones ambientales. Así, entre los principales se encuentran los contaminantes en atmósferas urbanas y en intramuros, los contaminantes en cuerpos de agua, los químicos agroindustriales y aquellos que se presentan en el ambiente laboral.

En México, si bien no se cuenta con un diagnóstico nacional completo del impacto de las condiciones ambientales sobre la salud de la población, mediante la utilización y el análisis de información secundaria tanto del sector Salud como de otras dependencias gubernamentales o de investigaciones realizadas en el país, se ha podido estimar que 35 por ciento de las enfermedades puede estar relacionada de manera directa a exposiciones ambientales y 15 por ciento a ocupacionales.

El análisis de esta información permite considerar  que el promedio de plomo en sangre, por ejemplo, es de 11 a 18 ug/dl, lo que tiene efectos en el coeficiente intelectual de la población infantil. A la fecha se tienen registradas seis mil intoxicaciones por plaguicidas al año; de las no ocupacionales 61 por ciento se presentan en niños menores de seis años. Además, 16 por ciento por intoxicaciones por plaguicidas suceden en este grupo de población.

Asimismo, se calcula que al menos 150 mil personas consumen agua con concentraciones de arsénico arriba de lo establecido por la normatividad. En los hogares donde se utiliza leña, las personas básicamente mujeres y niñas se exponen a 350 Imecas durante varias horas al día, cantidad considerablemente superior a las permitidas por la norma respectiva.

Un estudio de costos económicos asociados con la contaminación atmosférica mostró que la reducción de los niveles actuales de ozono en 10 ó 20 por ciento traerían considerables beneficios en salud y en la economía, tales como la disminución de pérdidas por productividad al reducirse los días en contingencia ambiental.

2. En este marco, el Programa de Acción en Salud Ambiental contempla lograr que la población mexicana se sienta segura de respirar, tomar y usar agua, entrar en contacto con el suelo y otros medios, así como trabajar sabiendo que se definen y efectúan intervenciones eficaces para proteger su salud de riesgos ambientales.

Asimismo, pretende que las instituciones públicas de todos los niveles, así como las organizaciones privadas y sociales consideren a la autoridad en Salud Ambiental una instancia de coparticipación y coresponsabilidad impulsora de estrategias que potencian la proyección de la salud ambiental y laboral en el marco del desarrollo sustentable.

Para ello, se cuenta con el Modelo de Atención a la Salud Ambiental (MATSA), el cual permite actuar en situaciones cotidianas o frente a contingencias ambientales mediante un diagnóstico de salud ambiental que permite identificar riesgos y poblaciones susceptibles, como pueden ser trabajadores, niñas y niños, mujeres en edad fértil, indígenas y población en general.

Este modelo contempla cuatro componentes de proceso, como son la medición de  exposición, análisis de riesgo, definición de políticas y acciones de manejo y evaluación de impacto. Incorpora transversalmente la comunicación de riesgos, la participación social y la coordinación intra e intersectorial.

En el Programa de Acción en Salud Ambiental trabajan conjuntamente las áreas  integrantes de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios, otras dependencias de la propia SSA y las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de Trabajo y Previsión Social, de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y la de Educación Pública, además del Instituto Nacional de Ecología, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional del Agua.

¿Aún Hay Tiempo?

El calentamiento del planeta, a su vez, provocaría sequías más intensas en determinadas regiones e inundaciones más violentas en otras; las inundaciones acelerarían la contaminación del agua por desechos humanos y animales, y por los productos químicos agrícolas; mientras que en otras partes, los contaminantes y los agentes patógenos podrían concentrarse en las aguas superficiales, al bajar el nivel de las aguas.

Por último, la disminución de la disponibilidad de agua, además de tener repercusiones sobre el suministro de alimentos, tendría consecuencias para la salud, ya que se ha demostrado que cuando el agua escasea, la cantidad de que de dispone se utiliza más para alimentarse que para asearse.

¿Qué se puede hacer ante la amenaza a la salud debido a las fluctuaciones de las condiciones meteorológicas y climáticas? En primer lugar, los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) y las autoridades sanitarias deberían, según proceda, organizar y reforzar la difusión de la información pertinente, tal como los «índices de bienestar», las alertas de contaminación, los recuentos de polvos y pólenes, los índices de la intensidad de la radiación ultravioleta-B y los mapas bioclimáticos, entre otras mediciones.

En segundo lugar, los SMHN y los servicios de salud pública deberían intensificar su colaboración para hacer frente a los riesgos que pueden tener para la salud, las catástrofes naturales, basándose especialmente en los progresos realizados desde hace 10 años en la predicción meteorológica, progresos que ya se aplican en varios países.

Millones de vidas se han salvado gracias a la mejora de los servicios de aviso temprano en caso de ciclones tropicales, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos.

Los miembros de la OMM intercambian regularmente datos meteorológicos en el marco del sistema de Vigilancia Meteorológica Mundial y utilizan información para mejorar sus predicciones y emitir avisos de catástrofes de origen meteorológico.

Necesario Discernir

a evaluación de los posibles riesgos para la salud que traería el cambio climático, es una tarea compleja que exige, primero, que los climatólogos determinen cuándo, dónde y en qué medida, la acumulación constante en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, especialmente el anhídrido carbónico, cambiará el clima. Habrá que basarse luego, en los resultados obtenidos en otras disciplinas científicas para determinar la forma en que este cambio podría afectar la salud. Sin embargo, algunas de esas consecuencias potenciales ya han sido determinadas.

Por ejemplo, se sabe que un tipo determinado de mosquito transmite el paludismo, que la mosca tse-tse transmite la enfermedad del sueño y que un simúlido (mosquito semejante al jején), transmite la oncocercosis. Si hubiese un calentamiento del clima, por ejemplo, el sur de Estados Unidos y algunas regiones de Europa, podrían estar amenazados por el paludismo. Hoy en día, se puede determinar el hábitat más propicio para que proliferen la mosca tse-tse y los mosquitos y, por consiguiente, se podrían utilizar los sistemas de información geográfica, combinados con los registros meteorológicos, para establecer las regiones de mayor riesgo para las poblaciones humanas.

Los cambios climáticos a largo plazo podrían afectar los dos pilares de los sistemas de salud pública, a saber, el suministro de alimentos y de agua apta para el consumo. Puesto que todas las especies animales y vegetales son sensibles a los cambios climáticos, éstos afectarían tanto a la agricultura como a los diversos ecosistemas.

Según determinadas evaluaciones, entre un tercio y la mitad de los tipos de vegetación podrían cambiar y se extinguirían numerosas especies vegetales y animales. El cambio climático también afectaría a la disponibilidad y la calidad del agua dulce, tanto para fines domésticos, como para la agricultura y la industria; mientras que el aumento del nivel del mar causaría la salinización de los acuíferos cercanos a las costas y de determinados sistemas fluviales.

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