Biodiversidad

El tiempo, el clima y la salud

En los últimos tiempos se ha hablado mucho acerca del impacto que el cambio climático ha ejercido sobre la aparición de diversas enfermedades, que en muchos de los casos se han convertido en epidemias e incluso pandemias.

Desde siempre, el hombre ha hecho lo necesario para adaptar su forma de vida, su vivienda, la producción de alimentos y el suministro de energía a las condiciones meteorológicas, climáticas y al ambiente general.

Todas las especies que viven en nuestro planeta tienen esa misma facultad de adaptación al clima y al medio ambiente; sin embargo, desde que se ha mencionado la posibilidad de un cambio climático importante desde el último tercio del siglo XX y hasta la fecha, tiempo en el que han ocurrido catástrofes naturales graves, se presta una especial atención a las consecuencias que las condiciones climáticas y meteorológicas ejercen sobre el ambiente, así como las implicaciones en el desarrollo socioeconómico y, por lo tanto, en la salud.

El ser humano reacciona fisiológicamente a determinadas condiciones atmosféricas tales como la temperatura, la humedad, el viento, la radiación solar o la contaminación. Aunque dispone de una gran capacidad de adaptación a diferentes climas y ambientes, sigue siendo vulnerable a una variación repentina y fuerte de las condiciones meteorológicas. Por ejemplo, la exposición a temperaturas extremas puede causar golpes de calor o congelación. En la mayoría de los países, el ser humano puede vivir cómodamente en una gama de temperaturas que oscilan entre 17 y 31 grados centígrados.

Cuando la temperatura del aire circundante aumenta, la temperatura central del organismo puede alcanzar más de 40.6 grados centígrados. Estos golpes de calor pueden ser mortales. Además, los científicos han observado que mueren más personas de causas tales como el infarto, cuando hay olas de calor que durante periodos de frío intenso. Desde el punto de vista meteorológico, nuestra sensación de «bienestar» no sólo depende de la temperatura, sino también de la humedad y del viento; cabe señalar que las poblaciones urbanas son generalmente más vulnerables que las rurales.

Características Ambientales

El aire está lleno de partículas, polen y esporas de hongos, entre otros, además de gases tóxicos nocivos para la salud. Por otro lado, las lluvias ácidas y los depósitos secos tóxicos pueden contaminar terrenos agrícolas, bosques, recursos hídricos y poblaciones de peces, a lo largo de distancias enormes en función de las condiciones meteorológicas. Así pues, los contaminantes emitidos por algunas fábricas pueden desplazarse en la atmósfera y afectar la salud de poblaciones muy alejadas, por ejemplo, regiones remotas de Escandinavia han sido afectadas por las lluvias ácidas generadas en la porción central de Europa.

Por otra parte, se ha podido establecer una relación entre los efectos locales de la contaminación, como el esmog y la acumulación del ozono a bajo nivel, la presencia de determinados pólenes en el aire, con las crisis de asma agudas y otras afecciones del sistema respiratorio. La cantidad de personas potencialmente afectadas varía en función de la dirección del viento y la humedad, factores que pueden favorecer la dispersión o la concentración de contaminantes y de pólenes.

En otros casos, el vínculo entre las condiciones meteorológicas, por una parte, y la salud, por otra, no es tan directo pero no deja de ser importante. Por ejemplo, la capa de ozono estratosférico protege la superficie de la Tierra de la radiación solar ultravioleta (UV) que es nociva para el conjunto de la fauna y de la flora.

Es evidente que el agotamiento progresivo de la capa de ozono ocasiona graves repercusiones en la salud. Numerosos estudios epidemiológicos muestran que la radiación ultravioleta-B es una de las causas de cáncer de piel en las personas de tez clara y concluyen que el agotamiento de la capa de ozono podría ocasionar un recrudecimiento de esta enfermedad. En las regiones muy soleadas y por consiguiente especialmente expuestas a la radiación ultravioleta-B, los casos de cataratas y otras afecciones oculares como la ceguera de la nieve son especialmente frecuentes.

También sabemos que la radiación ultravioleta-B puede ocasionar una inmunodeficiencia tanto en el hombre como en el animal, aunque es difícil evaluar su importancia desde el punto de vista de la morbilidad, es decir, el porcentaje de enfermos con relación a la cifra de población.

Repercusiones en la Salud

Por otra parte, las catástrofes naturales relacionadas con las condiciones meteorológicas tales como los ciclones tropicales, las sequías, las inundaciones o los monzones, pueden repercutir también sobre la salud, ya que destruyen los recursos alimentarios, que a su vez causan un riesgo de malnutrición y provocan un deterioro de los recursos hídricos.

Entre los efectos secundarios cabe señalar un riesgo mayor de enfermedades infecciosas debidas al deterioro de los sistemas de saneamiento, a la falta de agua dulce limpia, al hacinamiento y a la desorganización de la infraestructura local de atención médica.

Los últimos episodios del fenómeno El Niño demuestran claramente las repercusiones para la salud de las variaciones de las condiciones meteorológicas entre un año y otro.

Durante el fenómeno El Niño e inmediatamente después, hay periodos de sequía más frecuentes y más intensos en determinadas regiones del mundo, mientras que en otras hay un exceso de precipitación que desencadena inundaciones y desplazamientos de tierras lo que genera escasez de alimentos con consecuencias muy graves para la colectividad humana.

Los efectos acumulados del fenómeno El Niño son en realidad tan importantes que las consecuencias globales de las catástrofes naturales son comparativamente más graves para la salud durante el año siguiente a cuando ocurre el fenómeno.

Estudios recientes han demostrado que existe una relación entre El Niño y los brotes epidémicos de determinadas enfermedades como el paludismo, la fiebre del valle del Rift y diversas enfermedades virales, así como padecimientos transmitidos por vectores que ocurren más a menudo después de las precipitaciones.

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