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El Cuachalalate en peligro su explotación sustentable

El cuachalalate es un árbol arraigado en varias regiones del país y se usa comúnmente para tratar úlceras, cáncer de estómago, gastritis y lesiones cutáneas. La parte del árbol que más se utiliza es su corteza.

Su alta demanda en todo el país y en el extranjero es cubierta sólo por el estado de Morelos, la mixteca poblana y parte de la cuenca del Balsas. Por sus limitaciones de cultivo, se ha presentado un alto impacto en las poblaciones de esas regiones y se está poniendo en riesgo su permanencia.

El árbol de cuachalalate puede alcanzar hasta diez metros de altura y tiene una corteza grisácea. Las hojas están agrupadas en las puntas de las ramas y sus flores pueden ser solitarias o estar en ramillete, sus frutos son alargados. Este arbusto habita en climas cálido, semicálido y templado. Crece en la selva tropical caducifolia, subcaducifolia, matorral xerófilo y bosques mesófilo de montaña, de encino y pino.

El descortezamiento tradicional de este árbol representa un problema ya que se destruyen los tejidos vitales y se causa la muerte de por lo menos 30 por ciento de los árboles aprovechados, en tanto que el 70 por ciento restante sobrevive en condiciones adversas, en las cuales es muy difícil un segundo aprovechamiento.

Las autoridades gubernamentales del sector agropecuario recomiendan la aplicación de tecnologías que permitan un uso sustentable del recurso. En este sentido, existe una técnica que permite manipular de manera adecuada la profundidad, la longitud y el ancho de la placa de corteza que se separa del tronco del árbol, y al mismo tiempo da paso a una regeneración hasta tres veces más rápida que un descortezamiento tradicional.

Potencial de desarrollo

Algunos especialistas consideran a esta planta como un recurso genético, debido a que sus componentes químicos activos representan un potencial de desarrollo para el país, por medio de la elaboración de productos farmacéuticos y coadyuva al desarrollo de investigaciones biomédicas.

Sin embargo, aún es considerado por muchos como un medicamento “no convencional”, ya que su uso y explotación no tienen todavía un soporte formal de investigación ni producción, así como tampoco programas de desarrollo en comparación con otros recursos genéticos convencionales.

Para su uso sustentable, una alternativa viable es el establecimiento de plantaciones comerciales, en las que se busque de manera sistemática y ordenada mejorar la productividad y que soporte en calidad y cantidad su aprovechamiento farmacéutico industrial.

La explotación del arbusto representa una nueva alternativa para las comunidades rurales, que viven de este recurso y que obtienen ingresos, esperando mejorar sus niveles de vida. Pocas especies en el mundo como el cuachalalate pueden ser fuente de producción de compuestos activos para el control del cáncer.

La metodología para el descortezamiento se describe en un manual que está próximo a publicarse y sólo se requerirá de asesoría técnica para efectuar evaluaciones sobre rendimientos en poblaciones naturales. Los apoyos para quienes estén interesados en la explotación de este recurso se desprenden de programas como son el Prodefor o Alianza para el Campo.

Recomendaciones de utilidad

Algunas de las recomendaciones que se hacen es que, por ejemplo, el aprovechamiento de la corteza no supere los ocho o diez milímetros. El corte debe ser homogéneo sin descortezar hasta nivel de madera, porque además de dañar seriamente la fisiología del árbol, su regeneración es deficiente y también es probable no se pueda descortezar de nueva cuenta.

Asimismo, se recomienda descortezar en placas de 60 centímetros de longitud y 50 por ciento del perímetro del árbol. Esto debe hacerse en forma alterna y en espiral. Es decir, si se saca una placa en dirección norte, la siguiente se quitará en dirección este, la siguiente en dirección sur hasta cubrir todo el fuste.

Deben dejarse de cinco a diez centímetros sin descortezar entre placa y placa en todo el perímetro del fuste, pues no se recomienda descortezar todo el fuste, porque se tendrían problemas con la regeneración de corteza. Por ningún motivo –advierte el manual– se deben descortezar árboles menores de diez años de edad o que tengan 15 centímetros o menos de diámetro.

Los árboles mayores a este diámetro pueden aprovecharse bajo las recomendaciones arriba anotadas y tener la seguridad de que se tendrá una buena respuesta de regeneración de corteza para un segundo aprovechamiento. La época de descortezamiento más recomendable es de mayo a julio y la parte descortezada debe cubrirse con plástico blanco.

Con este sencillo procedimiento se reduce la deshidratación, el agrietamiento y se obtiene una corteza de buena textura y con la calidad necesaria para uso tanto tradicional como farmacéutico.

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