Legislación Ambiental

Si renegociamos el TLCAN ¿Qué pasaría en la parte agrícola?

No negamos que hay sectores que fueron mal negociados y otros en los que se perdieron 10 años sin reconversión, capitalización, innovación, reestructuración y demás. Es más, podemos considerar que ha sido una década perdida para el campo mexicano, sin embargo una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) afectaría mucho a esos sectores –que no son pocos– que se aplicaron y aprovecharon lo poco o mucho que podían aprovechar. Sin tomar postura política, a continuación analizaremos brevemente dos de las industrias que se verían afectadas.

Si bien es cierto que estas industrias no son representativas de la problemática del campo mexicano, en ellas reside el botón sobre el que debemos de pensar si es que deciden empezar a renegociar el TLCAN. Las industrias en que pensamos son el limón persa, cuya principal zona de producción está en Martínez de la Torre, Veracruz, y otra pequeña parte en Mérida, Yucatán, y Campeche, Campeche, además de la uva de mesa en Hermosillo, Sonora; ambos productos tienen como destino principal el mercado de Estados Unidos.

Detallaremos las afectaciones dentro de cada producto:

Uva de mesa: la industria se ubica en el norte del país, se desarrolla en zonas con condiciones desérticas, lo cual implica una gran inversión en derechos de pozo y en infraestructura de riego por goteo. Además, por ser una mora silvestre, necesita postes y alambres para hacer el árbol eficiente y que su cosecha sea más productiva.

En Sonora existen casi 10 mil hectáreas plantadas, su crecimiento promedio anual desde 1996 es superior al 8 por ciento, de tal forma que en esos seis años se ha duplicado prácticamente, ya que en 1996 se contaba con 5,600 hectáreas.

Cada hectárea de uva de mesa debe de costar al menos 10 mil dólares en el mercado, esto indica únicamente tierra, derechos de pozo, infraestructura de riego, postes y alambres, además hay que sumarle tres años que tarda la vid en dar una producción comercial respetable con un mantenimiento respectivo de tres mil dólares cada año. Cuando se entra en cosecha los gastos precosecha son de al menos seis mil dólares por hectárea para obtener mil cajas de 8.2 kilogramos en promedio de exportación.

La ubicación geográfica y la ventana de mercado se hace “única” para que las uvas mexicanas de Sonora abastezcan el mercado estadounidense durante mayo y junio, el mercado FOB Nogales indica precios que van desde los 32 a los nueve dólares en tan sólo dos meses. Es una industria diseñada para venderle a Estados Unidos, independientemente de la diversificación comercial que se está teniendo a otras partes del mundo (Europa, Asia y Latinoamérica).

Cada hectárea lleva cada año no menos de tres mil dólares de mano de obra (lo cual implica unos 30 millones de dólares de salarios a jornaleros. Los trabajadores son de otras regiones marginadas del país. Hay cosechadores de uva que llegan a ganar hasta 400 pesos diarios en época de cosecha.

La temporada de uva de exportación promedia más de 10 millones de cajas anualmente que se venden directamente a Estados Unidos y Canadá. Se generan alrededor de 40 mil empleos temporales solamente durante la cosecha y durante todo el ciclo, cosecha y precosecha, más de un millón de jornales al año, con un mínimo de salario de 67 pesos por jornal.

Egroempresarios de Sonora han destinado muchos recursos financieros y humanos en el desarrollo de este mercado, los ingresos han servido de flujo de capital para muchos otros cultivos de la zona, como son hortalizas (melón, sandía, cabocha y otros también de exportación), además de cítricos, espárragos y nueces en el mismo estado, proyectos que se basan en la exportación a Estados Unidos. La renegociación del TLCAN solamente mermaría nuestra empresa y la limitaría seriamente al igual que sus proyectos sucedáneos.

La industria no podría aguantar la renegociación (llamemos renegociación al regreso de aranceles y otras barreras comerciales y no comerciales que limitan o bloquean el intercambio de productos) del TLCAN; ya que su principal competidor de esa pequeña ventana de dos meses, Coachella, California, la cual ha buscado de muchas formas limitar las exportaciones mexicanas de uva de mesa, cerraría para siempre la puerta a esa oportunidad comercial nata de México en ese tiempo y con ese producto.

La industria mexicana ha sido atacada por dumping, y en la Corte de Estados Unidos han declarado que la demanda no procede; han intentado desprestigiar al producto mexicano; lo limitan con una inspección de calidad exigente, misma que a los productores de California no se les realiza ni a los de Chile en su temporada de exportación –diciembre a abril–, es una industria que ha superado esos y muchos otros problemas más.

Sí se cierra ese mercado, el producto se irá a México, donde su precio no supera los 13 dólares en el mejor de los casos y el promedio está muy por debajo de los nueve dólares por caja, lo cual no podrá hacer sustentable el negocio y ni siquiera se podrá ocupar la producción para solventar los gastos de mantenimiento, donde se tendrán que abandonar muchos campos y su infraestructura.

En el balance, si se cierra la ventana se perderán un millón de jornales agrícolas, 10 mil viajes de transporte, la manufactura de 220 mil tarimas de madera, el empleo fijo de al menos mil personas administrativas, 10 mil servicios aduanales y varios millones de dólares de divisas generados por la exportación de más de 10 millones cajas de uva de 8.2 kilos. Si eso lo trasladamos a la problemática social del estado, y sobre todo de los estados que abastecen la mano de obra (Oaxaca, Veracruz, Puebla, Sinaloa y Guanajuato, entre otros) la zona se desestabilizará tanto que las consecuencias sociales son incalculables.

Limón persa: la mayoría de la producción de exportación de este producto se encuentra en Martínez de la Torre, en Veracruz. Sin embargo hay zonas productoras en Michoacán y la península de Yucatán.

Florida, hasta antes del huracán Gilberto, era el principal productor de limón persa de Estados Unidos, de hecho su consumo se complementaba con las exportaciones mexicanas, después del huracán, Florida decidió no replantar y el mercado es prácticamente mexicano, de Martínez de la Torre. Cabe destacar que el producto no es muy apreciado en México, ya que no es tan ácido como el tradicional limón mexicano que a pesar de tener semillas y ser más pequeño es muy apreciado en la cocina mexicana.

Los precios son tan diferentes que mientras en Estados Unidos se paga más de siete veces el valor que se compra en el Distrito Federal, descontando el flete, en México el limón persa casi siempre tiene un valor inferior al mexicano producido en Colima, aquí la interrogante es hacia dónde se irá el producto de exportación si no es tan viable enviarlo a Europa o Asia. Tradicionalmente su transporte se hace por tierra, y los productores de la península lo han hecho vía marítima, directamente de Puerto Progreso a Florida, donde alcanza un mercado diferente al convencional en McAllen.

Este proyecto, aunque es pequeño en comparación con la uva, también está enfocado a Estados Unidos como socio comercial y difícilmente puede llegar a otro mercado, incluso el nacional se complica bastante.

En términos generales consideramos que no se debe renegociar el TLCAN en su parte agrícola, que se ocupen las salvaguardas que el mismo tratado había previsto para los productos que así lo requieran y que la política del campo se dirija en aspectos específicos ya que en productos como, uva, lychee, limón persa, piña, duraznos, frambuesas y zarzamoras, además de hortalizas como el brócoli, melón, sandía, yaca, y otras, sería un error abrir a negociaciones en el acuerdo comercial.

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