Legislación Ambiental

Secan mantos acuíferos por vacas Lala

El Grupo Industrial Lala tiene suerte porque, entre otras gracias divinas, las autoridades federales le permiten secar los mantos acuíferos de la zona lagunera y de otras áreas de la República, acapara el 40 por ciento del mercado nacional de leche, es el primer consorcio lechero del país y principal abastecedor —por adjudicación directa, sin la monserga de las licitaciones— de Liconsa, la institución encargada del abasto popular del lácteo, supuestamente subsidiado.

Este corporativo, encabezado por Eduardo Tricio Haro, es uno de los que más permisos de explotación de mantos acuíferos tiene en su cartera, autorizaciones que palomea la Comisión Nacional del Agua, presidida por Cristóbal Jaime Jáquez, quien por una casualidad de la vida hasta el 30 de noviembre de 2000 —víspera de la llegada del “cambio” — fue director general del Grupo Industrial Lala. Ello, no obstante que el empresario y su familia apostaron, en 2000, a la candidatura de Francisco Labastida Ochoa, a la cual aportaron una generosa cantidad monetaria.

Ganó el “cambio” y el sinaloense se fue a su casa. Sin embargo, con la venia del amigo Jáquez —también ex empleado de Coca-Cola México— el Grupo Industrial Lala aumentó geométricamente los permisos para obtener agua, sobre todo en zonas áridas de la República. De acuerdo con la información de la propia CNA, Tricio Haro y sus más de 200 mil vacas están autorizados a succionarle al suelo alrededor de 2.5 millones de metros cúbicos de agua, con los consabidos efectos ambientales.

El panorama es desolador, no obstante la bonanza del grupo lechero. La investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM dijo a La Jornada que la Comisión Nacional del Agua autorizó la explotación de 250 pozos de la reserva protegida Cuatrociénegas y los valles cercanos, 50 de los cuales comenzaron a funcionar en marzo, y en sólo tres meses abatieron el agua de las pozas en un fenómeno conocido como sifón. “Los pozos que se comenzaron a explotar fueron para la empresa Lala, la cual, para producir un litro de leche, utiliza mil litros de agua durante el invierno y 10 mil en verano.”

Pues bien, sólo a un cliente, Liconsa, el Grupo Industrial Lala le vende algo así como 70 millones de litros de leche, de tal suerte que es cuestión de echar números sobre lo que de agua consume Tricio Haro y sus vacas. Tal vez por esa suerte de tener amigos y ex empleados en el “cambio”, el empresario, que no los cuadrúpedos, se ha convertido en uno de los magnates de la región lagunera y, como es clásico en ellos, lo mismo pertenece al consejo consultivo de Nacional Financiera en Coahuila o de Telmex, que preside organizaciones altruistas, patronatos como el del Teatro Nazas, dirige la Unión de Crédito Industrial y Agropecuario de la Laguna, o firma desplegados a favor del presidente Fox en sus constantes “desencuentros” con el Poder Legislativo.
Mientras tanto, las vacas pastan y la Comisión Nacional del Agua extiende un permiso tras otro para que Lala continúe su labor depredadora, especialmente en las zonas de la República en las que escasea el líquido. Y en esto mucho tuvo que ver el recién ex gobernador priista, con truncadas aspiraciones presidenciales, Enrique Martínez, poseedor, también, de un “ranchito” consumidor de agua, aunque no como las vacas de Tricio Haro.

Una información, divulgada por algunos diputados en septiembre de 2003, da una idea de la multicitada suerte de Tricio Haro y sus vacas negocio: “…los productores del lácteo continúan quejándose de que los precios pagados por Liconsa, que apenas el 14 de septiembre de este año fueron aumentados de 2.65 a 2.85 pesos por litro de leche caliente, son insuficientes para cubrir sus costos de producción. En tanto, el precio al que podría estarse comprando la leche al Grupo Industrial Lala asciende a 5.50 pesos por litro, situación que, de corroborarse, estaría implicando una grave discriminación…”

El problema se torna más grave cuando se conoce que los grandes consorcios industriales tienden a secar los mantos acuíferos del país para satisfacer sus necesidades de producción. Como en el caso de Lala, el Grupo Industrial Bimbo cuenta con decenas de permisos de la Comisión Nacional del Agua para elaborar sus panes y pasteles. No menos de un millón de metros cúbicos de agua amparan los permisos de la CNA para el siempre pío grupo del osito.

Algo similar sucede con Bachoco —propiedad de la familia Bours, quien ya colocó en el gobierno de Sonora a uno de sus integrantes—, con 600 mil metros cúbicos sólo en dicho estado.

Si a lo anterior le sumamos la depredación de refresqueras y “fabricantes” de agua (léase Coca-Cola, Pepsico y Nestlé), el panorama es desastroso. Baste señalar que sólo Coca-Cola Femsa (de la familia Garza Lagüera, con matriz en Monterrey) vende un volumen tal de refrescos que el agua para producirlos (subsidiada) equivale al consumo normal diario de 14 millones 500 mil personas (dos litros por persona).

Las rebanadas del pastel:

Entonces, el gobierno del “cambio” optó por las vacas de Tricio Haro, los pollos de Bours y el osito de Servitje. El resto, que se muera de sed.

Fuente: La Jornada

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