Decenas de miles de personas se manifestaron el 9 de julio anterior en Santiago y otras 15 ciudades de Chile contra los daños ambientales causados por proyectos industriales en distintos puntos del país.
Las manifestaciones, convocadas por grupos ecologistas y organizaciones ciudadanas, protestaron especialmente contra la destrucción de un santuario natural ocasionado por una planta de celulosa en el sur del país y un proyecto minero que significará la destrucción de tres glaciares en el norte.
Bajo el lema «Chile contra la Destrucción Ambiental y la Injusticia Social», se desarrollaron en diversas ciudades marchas, complementadas con números artísticos y talleres sobre temas ambientales que congregaron a unas 50 mil personas, según los organizadores. Los manifestantes denunciaron la existencia de «una relación impropia» entre grandes grupos económicos y el gobierno, y llamaron a las autoridades a «comprender que el dinero de algunas empresas no es más importante que la salud de la gente».
