Legislación Ambiental

La importancia de la tecnología en los agronegocios

Las empresas de éxito se diferencian por el uso o desarrollo de tecnología y la forma en que prestan sus servicios (tecnología del servicio). El campo no debe ser la excepción, las empresas agrícolas deben usar la tecnología existente en el mercado y su uso debe ampliarse también a los servicios en el sector.

Los agronegocios están relacionados fuertemente con nuevas tecnologías, por ejemplo la producción de invernadero, la hidroponía, la biotecnología, etcétera. Sin embargo, la simple integración de insumos, como las cajas y tarimas Chep que van acompañadas de un servicio especializado, eleva la concepción de calidad que tiene un cliente de nosotros, es más económico y eficiente.

Los transportes refrigerados y el uso de empaques con atmósfera controlada o modificada ayudan a preservar de mejor manera el producto. Incluso el hecho de presentarle al consumidor un producto empacado ya implica cierta diferenciación, pues un empaque representa una selección homogénea y genera valor agregado.

Para lograr que la vida poscosecha de cualquier producto agrícola se mantenga en óptimas condiciones es necesario conocer las condiciones de manejo de cada producto, esto es, la temperatura y humedad necesarias. La información es también un recurso que marca la diferencia (tecnología de la información). Tanto es así que ahora es posible monitorear las condiciones de un embarque cualquiera que sea su localización, gracias al rastreo de contenedores vía Temptale y GPS (Geographical Position System).

Las tendencias del mercado señalan a la rastreabilidad de un producto no sólo como un elemento de inocuidad alimentaria, sino como una exigencia del consumidor. Para contar con este beneficio es necesario poner en marcha una logística de distribución profesional que utilice las ventajas tecnológicas de este siglo como una computadora, sistemas informáticos, códigos de barras, GPS, etcétera.

Una vez que el producto está en anaquel para que el comprador lo seleccione, debe de proporcionarle toda la información posible: qué producto es, de qué variedad, a qué temperatura debe almacenarse, qué contenido nutrimental aporta. Además debe contener información para uso del distribuidor, por ejemplo el código del producto para el control de inventario y origen de la importación o producción.

Sería difícil pedir que el agricultor por sí mismo desarrolle toda la tecnología para satisfacer estos requisitos; sin embargo, existen en el mercado empresas dedicadas exclusivamente a satisfacer esta necesidad como Sinclair, que incluso instala la etiquetadora más adecuada y en la línea de empaque.

La comunicación ciberespacial también resulta una herramienta muy útil para mantener a los usuarios de la información en una actualización constante y dinámica, que en términos comerciales puede ser una herramienta estratégica de negociación, gracias al conocimiento oportuno de la situación del mercado –oferta, demanda y precio–, con lo que se pueden establecer contratos en los que el “ganar–ganar” entre productores, intermediarios y distribuidores sea patente.

El hecho de identificar a los competidores directos en tiempo y lugar, y el conocimiento de los volúmenes que están aportando al mercado, los grados de calidad de su producción y los precios que están logrando, permite una mejor negociación durante la temporada. Este tipo de contratos benefician al productor, quien asegura la colocación de su oferta en el mercado; mientras que el comprador asegura su abasto y el precio que tendrá que pagar por él.

El abasto a los mercado regionales o nacionales de productos agrícolas implica el manejo de ciertos volúmenes, sin embargo en México, el promedio de tenencia de tierras de uso agrícola es inferior a cinco hectáreas, situación que deja en desventaja a los pequeños y crea el espacio para la presencia de “coyotes” que intermedian la producción en condiciones desventajosas para el productor. Para esto lo recomendable es la creación de centros de acopio que permitan acceder a mercados de mayor escala y en mejores condiciones de negociación; así como a consolidar las compras de insumos agrícolas (semillas, fertilizantes, agroquímicos, etc.), materiales de empaque (bolsas, charolas, cajas de cartón, tarimas, etc.) y tratamientos poscosecha, según sea el caso, con lo que se logran costos más bajos.

Si bien es cierto que el campo pertenece al sector primario de la economía nacional, esto no es un indicativo de retraso tecnológico o no debería serlo. El proceso para “tecnificar al campo” no representa sólo la inversión en tractores y sistemas de riego, eso sí es importante, pero no es todo, la integración correcta de la tecnología de servicio y tecnología de información que están disponibles en el mercado y la asociación mediante centros de acopio puede implicar el éxito de un agronegocio.

La investigación y desarrollo de nuevas tecnologías suele ser muy costosa, sin embargo no le pedimos al agricultor mexicano que realice estas inversiones, sino que se informe y ocupe la tecnología existente en el mercado, donde las empresas de consumibles han desarrollado las investigaciones previamente y el costo de la investigación está incluido en el precio, que pese a todo debe ser más barato que el no incorporarlas al proceso productivo y de distribución.

1. Las cajas Chep e Ifco, éstas son sus marcas comerciales, se conocen como RPC —Returnable Plastic Conteiner— que trabajan de la siguiente forma: Chep o Ifco entregan cajas reutilizables

—de plástico desplegables— en el campo a renta, lo cual es más barato que la compra de la acostumbrada caja de cartón corrugado; la empresa productora o empacadora informa a Chep a dónde las envía y esta compañía las recoge en el supermercado después de cierto tiempo, las lava y las vuelve a entregar a otro campo en su red internacional.

2. Temptale y COX son las empresas que se han dedicado al desarrollo tecnológico de termógrafos —registrador de temperaturas— y otros aparatos que le dan seguimiento a las condiciones atmosféricas de los contenedores, como son temperatura, humedad relativa, intercambio de gases —dióxido de carbono, oxígeno y nitrógeno— y cuentan con rastreo satelital de tal forma que hoy, en una página de Internet se puede ver a qué temperatura está un embarque que va en un contenedor de atmósfera controlada en medio del Atlántico y cuáles son condiciones.

3. Capacidad de identificar al productor, el lugar exacto (ubicación en campo) de cosecha, aplicación de agroquímicos y fertilizantes, día de cosecha y manejo poscosecha que ha tenido un producto en cualquier eslabón de la cadena de distribución que se encuentre.

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