Legislación Ambiental

El desplome del crédito agropecuario

En los últimos 2 años, el crédito al campo mostró una caída drástica que representó un 77 por ciento, al pasar de 46,926 millones de pesos que se concedieron en 1999, a sólo 10,928 millones en 2001.

Este desplome de los apoyos al sector agropecuario mexicano provocó, a su vez, que la cartera vencida se desplomara 123 por ciento al pasar de 23,364 millones de pesos corrientes en 1999 a 52,133 millones en 2001. En este periodo el índice de la cartera vencida pasó de 22.3 a 58.1 por ciento, de acuerdo con el Consejo Nacional Agropecuario (CNA).

Ante esto, el presidente del CNA, Armando Paredes Arroyo, urgió al gobierno federal para que diseñe una política agropecuaria estratégica que dé certidumbre y rentabilidad, además de que coadyuve a reactivar el crédito al agro mexicano.

En rueda de prensa, indicó que el crédito actual representa la tercera parte de las necesidades del sector agroalimentario y para cubrirlas se requieren al menos 50,000 millones de pesos al año, durante el próximo trienio.

Paredes Arroyo explicó que una razón para la “drástica” reducción del crédito al campo es que a partir de septiembre de 2000 una parte importante de la cartera vigente agroalimentaria fue trasladada formalmente a cartera vencida dentro del Instituto para la protección al Ahorro Bancario (IPAB) (antes Fobaproa).

Estas cifras, comentó, son el reflejo de los problemas que enfrenta el campo mexicano, entre los cuales es importante mencionar las dificultades para capitalizarse, ya sea por una falta de conocimiento profundo del sector o porque los instrumentos y mecanismos de financiamiento no son los adecuados.

Además, la banca comercial ha estado renuente a otorgar créditos, debido a que visualiza al sector como de alto riesgo. Indicó que de cada 100 pesos que llegan al agro por medio de esquemas bancarios, sólo 20 son recursos propios de los bancos, el resto es fondeo de recursos públicos.

Rodrigo Salazar Moreno, vicepresidente financiero del CNA, señaló que el financiamiento de agentes informales, locales y regionales, representa 60 por ciento del crédito al sector.

Los representantes del CNA consideraron que el esquema de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) de crear una “Financiera Rural”, que opere como segundo piso y así pueda convertirse en un banco central de un sistema de cajas rurales, es suficiente para reactivar el crédito si se realiza a tiempo.

Asimismo comentaron que la propuesta gubernamental de orientar los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) hacia una atención especializada para los productores comerciales, con fondeo por medio de las  (Sociedades Financieras de Interés Limitado) Sofoles es una propuesta adecuada.

Instrumentos y mecanismos adecuados

Para evitar repetir errores pasados, el CNA recomienda cautela y selectividad en el otorgamiento de crédito. Es importante que se analice si la empresa está integrada y posicionada en el mercado. Se requiere estructurar modelos eficientes de evaluación de clientes.

En su estudio “Alternativas de capitalización para el campo mexicano”, argumenta que los mecanismos para otorgar el crédito deben simplificarse, por lo cual los trámites deben ser sencillos y la entrega, ágil y oportuna.

Por otra parte, considera, se deben fijar esquemas obligatorios que ayuden a reducir riesgos, como es el que cuenten con seguro y cobertura. Quienes otorguen los créditos deben ser altamente especializados.

El CNA propone que la modernización y actualización de las leyes debe considerar márgenes de intermediación razonables y tasas favorables para los usuarios. Incluso, plantea la opción de implantar una tasa fija.

También, el organismo plantea crear un Sistema de Administración de Riesgos complementario y donde el gobierno sea copartícipe en la cobertura de riesgo. Aunado a esto, el organismo considera que la canalización de capital de riesgo sea para impulsar proyectos de gran visión y que tengan un impacto regional.

Para el CNA es imperativo que se superen economías estacionales, es decir, que se hagan negocios todo el año y que se potencialice la modernización de la comercialización, al reconocerse y replicarse casos exitosos con un enfoque de cadena.

Por su parte, con el propósito de tener un papel más activo en los esquemas de financiamiento, la banca comercial también propone reformar el marco jurídico, el cual debe permitir una ejecución más ágil de garantías. En cuanto a los subsidios, la banca recomienda que el apoyo gubernamental sea para cubrir el costo transaccional en el otorgamiento de financiamiento a los pequeños productores.

Dicho apoyo estatal debe realizarse mediante los fondos de garantía y, para el adecuado manejo de los riesgos, debe incrementarse la promoción del uso de seguros y coberturas y mejorar la cultura de producción con base en una agricultura por contrato. Para la banca comercial, el círculo queda cerrado con un compromiso del productor con el proyecto y un pleno reconocimiento del financiamiento institucional como complemento.

Esquemas probados

En 1998, el CNA propuso la creación de las Sociedades Financieras Agropecuarias (Sofias), que resultaron ser una opción viable y se mantienen vigentes.

El requisito del monto mínimo inicial del capital es proporcional a la banca comercial y su coeficiente de capitalización del 8 por ciento, se propuso que se redujera conforme la calidad de la cartera crediticia y su experiencia. Las sociedades empezaron con un capital de entre 10 y 20 millones de pesos.

También, se propuso que el costo de fondeo de FIRA debería permitir un margen de intermediación razonable y una tasa favorable a los usuarios. El fondeo se efectuó directamente con FIRA, Bancomext y otras instituciones. La garantía a los acreditados es similar a las actuales.

Los resultados de las Sofías fueron y son muy importantes. Por ejemplo, se agruparon productores de un mismo ramo con presencia regional, se indujeron recursos en actividades complementarias caracterizadas por un enfoque de cadena, diversificándose a la vez el riesgo.

Las Sofias no requieren de una infraestructura especial como la banca comercial y se diseñaron esquemas de cofinanciamiento de gastos, con carácter de preoperativos y operativos en el periodo en que las utilidades operativas sean negativas, con montos y tiempos predefinidos. Los tipos de créditos han sido refaccionarios, quirográficos, hipotecarios y de arrendamiento financiero.

También se tiene la posibilidad de obtener créditos con otras entidades financieras, nacionales o extranjeras y su colocación en el mercado de capitales, a partir de experiencias exitosas.

Para seguir operando, las Sofias deben demostrar que su cartera crediticia es de elevada calidad mediante una política de montos máximos de financiamiento por otorgar, por perfil de cliente, para reducir el riesgo. Deben tener un mínimo de 24 meses operando créditos con FIRA y que su cartera vencida no exceda 2.5 por ciento del total en todo momento.

Por último, deben demostrar que la sociedad haya utilizado al menos un 80 por ciento de su capacidad de otorgamiento de créditos y que haya realizado aportaciones adicionales al capital social por un monto equivalente cuando menos al 20 por ciento.

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