General Legislación Ambiental

Ecofeminismo

Foto: Manolo Yllera
La raíz de la crisis ecológica se encuentra
en la muerte del principio femenino.
Vandana Shiva

Ecofeminizar el mundo o sucumbir ante
la globalización del miedo y la destrucción.
Virginia Sánchez Navarro

Hoy en día, existe en algunos lugares del pla-neta un desarrollo aparentemente pleno de hombres y mujeres. En algunos países se habla de igualdad de oportunidades para la mujer; en diversas instituciones de gobierno o particulares hay mujeres en puestos directivos. Ya hay mujeres bo-xeadoras, taxistas, empresarias y gobernadoras; sin embargo, tanto en México como en otras partes del mundo, hay mujeres que no son contratadas o son despedidas si están embarazadas.

Tampoco es raro ver a miles de mujeres y niños golpeados por sus parejas y padres; existen lugares en donde las mujeres no pueden mostrar su cara ni hablar con hombres, a menos que sea su marido, y aún se practica la extirpación del clítoris.

Paralelamente, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación ambiental, la acumulación y control excesiva de los recursos y el cons-tante aumento de la pobreza, la violencia social
internacional, nacional e intrafamiliar, son un fuerte indicador de que los modelos de las relaciones sociales, económicas, políticas y de género están en contra de la supervivencia y una calidad de vida digna. Estamos ante una fuerte crisis en el desarrollo de la humanidad, y es coincidencia de muchos que hay que cambiar los patrones de los modelos de desarrollo.

Esta situación genera la necesidad de crear muchos conceptos nuevos que aborden la pro-blemática global y generalizada que vivimos desde otras perspectivas y visiones, pues es evidente que el modelo de desarrollo es devastador y violento, es en este marco donde surge la idea de que las relaciones y roles de género son un eje medular en la proble-mática ambiental.

En junio anterior, en Uruapan, Michoacán, se llevó a cabo el primer congreso artístico-cultural “Ecofe-minismo, etnias y alimentación transgénica”, en donde se reunieron personalidades del ámbito académico como David Barkin y Lore Artesti de la UAM Xochimilco y algunos representantes del Colegio de Posgraduados; del medio artístico, como Ofelia Medina y Jesusa Rodríguez; representantes de medios radiofónicos, como la Organización de Radios Comunitarias de Michoacán; organizaciones civiles, como el Grupo de Estudios Ambientales AC (GEA); campesinas y campesinos de Michoacán, Puebla y Guerrero, entre otros, así como el Instituto Michoa-cano de la Mujer del gobierno estatal.
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El eje de la discusión del congreso partió de la premisa de que los valores que estructuraron el mo-delo de desarrollo capitalista o neoliberal que se está imponiendo a la naturaleza y a las sociedades, es el mismo que estructuró el modelo de relaciones entre hombres y mujeres.

Se planteó que los valores que han estructurado todos estos modelos, fueron conformados en su ma-yoría por el varón o el género masculino, quien por su característica de ser más fuerte físicamente, logró imponer este modelo y así estar inherente en los patrones de transmisión cultural y educativa.

No es raro que estos patrones de imposición sean trasmitidos también por la mujer a sus hijos e hijas, pues desde que nació así fue educada; por ello, para algunas mujeres no es raro que su pareja las golpee o tener que cocinar y realizar las labores domésticas a pesar de cumplir otro trabajo fuera de la casa al igual que su pareja masculina.

La cultura occidental, concebida como una cultura patriarcal de donde se gesta el neoliberalismo económico, inició su expansión con los avances tecnológicos, con medios de comunicación más efectivos, así como con armas más mortíferas. Es en este marco de dominación y violencia en que la cultura y el desarrollo han ido evolucionando y expandiéndose, incorporando la violencia y la dominación por el otro como algo cotidiano.
Es aquí donde confluyen los conceptos de feminismo y ambientalismo, ya que ambos plantean un cambio en la relación de imposición y violencia que genera el varón hacia la mujer, o que generan los seres humanos contra la naturaleza.

Visiones de las relaciones género y ambiente
Foto: Cortesía de Conservación Internacional
a) El ecofeminismo es un concepto que fue introducido a mediados de los años sesenta, por la escritora Francois d’Eubonne, para referirse al interés especial de las mujeres por involucrarse en la lucha ambiental.

b) La humanidad es vista como una sociedad de seres vivos que somos, colocando al hombre y a la mujer dentro de los procesos naturales, tanto como seres vivos, como seres interactuantes y modificadores de la naturaleza. Así la mujer por sus ciclos biológicos más marcados y relacionados con los procesos del ambiente.

Por ejemplo, los ciclos lunares de 28 días coinciden con los ciclos menstruales de 28 días, o el proceso de gestar otra vida, lo que pone a la mujer en contacto mayor con su parte instintiva y animal, por eso se ha asociado a la mujer con la naturaleza y al hombre a la parte racional y cultural de la humanidad.

c) La humanidad como ente cultural moldeado históricamente por los procesos naturales, en donde se da a la naturaleza y a los fenómenos naturales rasgos de género. La montaña y la madre tierra como entes femeninos, mientras que el sol, es considerado como masculino. Esto nos puede guiar en cómo se concibe la humanidad en su parte masculina y femenina. Por ejemplo, los procesos agrícolas, como la siembra del maíz, simbolizan la fecundación, pues la siembra es un proceso en donde el hombre o la mujer depositan con conciencia una semilla en su nicho ideal para que empiece a nacer y desarrollarse, símbolo de la concepción entre la humanidad y la tierra, por lo que en muchas cosmovisiones indígenas de todo el mundo, al planeta se le ha llamado como madre tierra, mientras que el sol, la parte masculina de la naturaleza, dará la energía a la planta para que siga su cre-cimiento.

d) La división del trabajo campesino y sus relaciones de género, también ponen en una situación particular a la mujer como individuo trascendente en el desarrollo de la naturaleza; en muchos lugares, la mujer es la encargada de ir por la leña y el agua, los recursos naturales del entorno, así como elaborar y transformar lo que dio la tierra en alimento.

Por otro lado, el hombre realiza las labores de reproducir el alimento, sembrar y trabajar el terreno de cultivo, así como el cuidado de algunos animales. Esta situación da pie a la reflexión sobre la relación entre la mujer y el desarrollo del entorno a partir de su intercambio con el ambiente, de donde la mujer abastece gran parte de lo necesario para que sobreviva la familia. Esta situación también pone al hombre y la mujer en situaciones particulares de trasmitir la cultura.

e) Cada vez es más común considerar a la mujer rural como la principal trasmisora de la cultura am-biental, pues se queda con la responsabilidad de transmitirla a sus hijos por estar más en contacto directo con la naturaleza; además, en muchas ocasiones la mujer desempeña el papel del hombre, pues cada vez es mayor el índice de migración de las zonas rurales, en donde los núcleos de población se componen de más mujeres y niños.
Con ello, a la mujer le corresponde la respon-sabilidad de trasmitir la cultura, la lengua, la agricultura, las actividades culturales del traspatio, las formas de alimentarse, así como las creencias y costumbres en cuanto a la relación con la tierra y la na-turaleza. Entonces, es la mujer el punto central en la conservación y cohesión del tejido social y todos los factores culturales que ello implica.

Todas estas premisas refuerzan la reflexión de que el desarrollo y las relaciones de género están estructurados por la parte violenta e impositiva y de dominación de la naturaleza masculina, por lo que es fundamental ver al planeta como un todo integral del cual somos parte, y que lo que hacemos con él o con los demás nos afecta directamente.

Para salvaguardar los recursos naturales y las relaciones sociales, es necesario comenzar a ver de distinta manera el desarrollo, no como una necesidad de avances científicos y tecnológicos ni dominación del otro o las y los otros, sino como un pleno desarrollo de la equidad y el respeto, que nos dé una calidad de vida digna para todos.

Al ver de esta manera nuestras relaciones económicas, políticas, sociales, familiares y humanas, la violencia disminuirá, y ello se verá reflejado de modo favorable en nuestra relación con los demás y con la naturaleza. Si se respeta la naturaleza entonces no se contamina ni se sobreexplota, si se respeta al prójimo no se le somete y se le trata con justicia y equidad.

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