Legislación Ambiental

Cubren fondos regionales para el desarrollo de los pueblos indígenas vacío financiero

Los Fondos Regionales han potenciado un gran movimiento social y han venido a llenar un vacío financiero ocasionado por la ausencia total de iniciativas y presencia de instituciones financieras prestadoras de servicios acordes a sus características y requerimientos económicos.

El Instituto Nacional Indigenista, desde su creación en 1948 hasta nuestros días, ha desarrollado un extenso y diverso programa de atención y apoyo a los diferentes grupos indígenas del país. La participación indígena de carácter organizativo y político se ha manifestado en su momento por conducto de los consejos supremos y los comités y subcomités de etnodesarrollo, en tanto que en el aspecto económico, la evolución permitió transitar de los comités comunitarios de planeación a la apertura de los Fondos Regionales para el desarrollo de los pueblos indígenas.

Este esquema propone una menor participación del gobierno en las decisiones que competen a la comunidad y transfiere a ésta la facultad de planear, administrar, reproducir sus modelos económicos y ampliar sus bases de participación en el mercado y acceso a las diversas fuentes de financiamiento, además, indica un rumbo diferente en la aplicación de las políticas de subsidio del gobierno.

Asimismo considera destinar recursos para apoyar a comunidades y organizaciones de productores indígenas para el financiamiento de proyectos productivos viables mediante convenios de concertación y transferencia de recursos, orientados a la capitalización de sus organizaciones con el fin de impulsar el desarrollo local y regional sustentable, basado principalmente en la recuperación de los créditos otorgados.

Evolución

Los fondos inician sus actividades financieras con recursos federales a partir de 1990, destinando a cada uno 500 millones de pesos para su operación, siendo este capital incrementado en forma diferencial en los años siguientes, de acuerdo con su desempeño.

Durante 1991 se formaron en el país 99 fondos, para 1996 se habían incrementado a cerca de 500 y para el 2000 el programa contaba con 210 Fondos Regionales en 24 entidades federativas. En cuanto a recursos, se habían destinado mil 600 millones de pesos para financiar 28 mil proyectos, aproximadamente.

Para muchas regiones y organizaciones, los Fondos Regionales han significado un apoyo económico importante ya que les ha permitido tener recursos financieros y emprender nuevos procesos de organización campesina.

Bases de operación

Los principios básicos se sustentan en la demanda de una participación en la toma de decisiones por las comunidades indígenas y la voluntad institucional de impulsar una planeación democrática y de transferencia de recursos para su aplicación a los pueblos y organizaciones indígenas, en donde éstas son las que determinan los criterios para su desarrollo, en ese sentido, no puede ser suplido por el gobierno.

Ante esto, los fondos fueron concebidos como órganos de representación indígena encaminados a convertirse en una instancia de planeación y administración de recursos del gobierno en beneficio propio. Tuvieron su origen en la necesidad de crear bases económico-financieras que permitieran la reactivación y el despegue de las actividades productivas, generadoras de la vida comunitaria familiar e individual de los indígenas.

A partir de la creación de los Fondos Regionales, éstos han tenido un crecimiento y desarrollo diferenciado, tanto en su régimen interno como en la atención a la población de su área de influencia, un ejemplo de estas diferencias se puede observar en las actividades, número, montos, plazos y tasas de interés de los créditos otorgados, sin embargo, su desarrollo ha permitido avanzar en la participación directa de las organizaciones y comunidades indígenas en la planeación de proyectos productivos definidos por ellas mismas, lo cual ha favorecido la descentralización en la toma de decisiones referidas a cómo utilizar sus recursos, la administración directa de éstos y el manejo de sus excedentes.

En el afán de provocar una diversificación productiva con financiamiento de los fondos, se ha observado una concentración excesiva de recursos económicos en actividades productivas orientadas principalmente hacia un grupo de organizaciones, las que han detentado las mayores inversiones realizadas.

Esta concentración ha provocado incapacidad de respuesta hacia la diversificación productiva viable, así como también ha marginado de la atención a diferentes grupos, comunidades y organizaciones de apoyos financieros para el desarrollo de sus actividades económico-productivas.

El financiamiento otorgado se ha centrado en la mayoría de los casos (debido a lo pequeño de su monto) a promover proyectos de apoyo a las actividades tradicionales (agricultura y ganadería de traspatio) con el fin de beneficiar al mayor número de productores y de ampliar su cobertura geográfica, generando como consecuencia altos costos de operación, además de resultar insuficiente para apoyar proyectos de impacto local o regional.

Transferencia y autonomía

El proceso de transferencia en el ámbito local ha implicado para el personal directivo de los Centros Coordinadores Indigenistas ir cediendo funciones, control y poder a las organizaciones indígenas, este proceso ha dependido en gran parte, de la actitud de estos funcionarios, del grado de consolidación y representación comunitaria de los involucrados.

En algunos centros coordinadores la actitud de los funcionarios ha sido contraria a la transferencia, debido en gran parte a la cultura patrimonial e intervencionista que ha imperado, sin embargo, también se presenta el caso opuesto, donde éstos han hecho un gran esfuerzo por transferir funciones y presupuesto a los fondos, sin encontrar suficiente respuesta por parte de los involucrados, traduciéndose lo anterior, en un bajo nivel de consolidación organizativa y una deficiente identificación y sentido de pertenencia de los indígenas hacia el fondo.

La formación de cuadros y la consolidación organizativa han mostrado una evolución diferenciada entre los fondos, dependiendo de factores como, la actitud de algunos directivos de los centros coordinadores, la estrategia de trabajo y convicción del personal de los módulos de apoyo, aunado al interés de los integrantes de los fondos por estar informados y por capacitarse.

Así, se tienen fondos poco participativos y desinteresados en asumir su manejo y más bien dispuestos a perpetuar su dependencia del INI, mientras que otros han asumido una actitud participativa y autogestiva.

Por otro lado, los técnicos del módulo de apoyo, por lo general, tienden a asumir un papel asistencial más que formativo, dejando en un segundo plano la formación de capacidades locales entre los miembros de estos organismos.

Con relación a la autonomía económica, ésta dependerá de la posibilidad de agenciarse recursos de otras fuentes de financiamiento, así como de la capacidad de generar recursos propios, ya sea mediante las recuperaciones de los créditos otorgados o por medio del involucramiento en actividades rentables de apoyo directo, productivas o de transformación, relacionadas con las actividades de sus agremiados.

La limitante más importante que tienen los fondos para alcanzar la tan ansiada y buscada autonomía, es que éstos se han convertido en instituciones especializadas para el otorgamiento de créditos, sin tener entre sus objetivos inmediatos la captación del ahorro local o regional, convirtiéndolos en instituciones dependientes de recursos ajenos, generando importantes implicaciones de identidad y sentido de pertenencia con sus beneficiarios, aunado a la carencia de una figura legal.

No obstante lo anterior, el hecho de transferir funciones y atribuciones a sus miembros y delegados, ha tenido un impacto positivo en las capacidades de las organizaciones indígenas por asumir un papel más activo en su manejo.

Qué futuro les depara

A diez años de su existencia, la actual coyuntura establece un ambiente de incertidumbre para el futuro de los Fondos Regionales constituidos. El mayor riesgo que se percibe es que ante la incomprensión del proceso, se les cancele la posibilidad de transitar gradualmente hacia instrumentos económicos sostenibles de comercialización, financiamiento o de servicios.

Por esa razón, es conveniente realizar una evaluación general y de cada fondo para identificar cuáles están en posibilidades de transformarse en empresas autónomas y en qué casos todavía cumplen el papel de soporte económico de organizaciones campesinas indígenas aún en vías de lograr una inserción adecuada en los mercados.

También será importante identificar en qué otros casos los fondos deben preservar la misión de instrumento válido para la aplicación de recursos para el desarrollo económico y social de regiones indígenas marginadas, así como identificar los mecanismos propicios para romper con los circuitos de corrupción y clientelismo político de que han sido objeto en algunos casos.

El legado más importante de los fondos es el capital humano generado a lo largo de su existencia, las habilidades desarrolladas por directivos y técnicos encargados de su operación y las experiencias de contraloría social practicadas por los grupos de usuarios.

Hay que destacar los aciertos más importantes que definen su origen, entre los que se encuentran:

1) La preparación de un dispositivo de aplicación de recursos fiscales para el desarrollo de regiones de alta prioridad, que por sus altos niveles de marginación requieren de fondos de estabilización para una adecuada integración y amortiguamiento de los efectos de aislamiento social y de mercado, dispositivo en el que se incluye la participación activa de los actores sociales durante los distintos momentos del proceso: planeación, asignación, ejecución y recuperación de los recursos.

2) Una orientación que busca la perennidad de las acciones, mediante la estructuración de un instrumento capaz de reciclar los subsidios recibidos, complementándolos con el uso de recursos financieros provenientes de fuentes más estables, como el sistema bancario y otros proveedores institucionales o comerciales.

3) La integración de un soporte técnico de apoyo a la operación, administración y asesoría que de manera conjunta con los directivos nombrados por los grupos beneficiarios de los fondos, se encargan de realizar la gestión del organismo, teniendo como horizonte la autonomía de las acciones.

Las evidencias muestran que la realidad ha sido bastante diversa para cada uno de ellos, y por lo tanto, los resultados han sido diferentes, interviniendo de manera directa factores como, las condiciones y características de las regiones, los operadores institucionales, la cultura organizativa y la capacidad de operación de los actores sociales involucrados en el proceso.

Sin embargo, se pueden identificar algunas tendencias comunes de las experiencias regionales y cohesión en torno al futuro incierto de estos organismos.

Por lo anterior, es importante definir: a) las estrategias para iniciar un proceso gradual hacia la institucionalización y autonomía de los Fondos Regionales, considerando las experiencias organizativas, técnicas y económicas; b) analizar y definir qué fondos están en posibilidades de iniciar el proceso de transición hacia la constitución de organismos financieros rurales, empresas de comercialización campesina, etc., y c) definir las acciones específicas para la formación de recursos humanos, transferencia y desarrollo de tecnología necesarios para este proceso.

Por ello se requiere de una intervención que combine la participación de los actores que posean un profundo conocimiento empírico de las condiciones en las que se han desarrollado los fondos, y el apoyo de agentes externos que apoyen la estructuración de un plan estratégico para el tránsito hacia la construcción de organismos económicos autosostenibles y autónomos.

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