Legislación Ambiental

Con aroma a negocio

Un equipo de investigadores del IRD identificó, en residuos de “mantequilla de karité”, una cepa silvestre de la bacteria Escherichia coli, la cual es capaz de transformar moléculas tóxicas en moléculas aromáticas muy apreciadas por la industria química.

Es la primera vez que se descubre una cepa de E. coli dotada de esta propiedad. El estudio comparativo de su genoma, ya descifrado, permitirá descubrir lo que la distingue de la cepa conocida hasta ahora y le confiere esta capacidad. Esta nueva bacteria tiene sin duda un futuro prometedor.

Al estudiar la valorización de un residuo de un producto agroindustrial tropical, la “mantequilla de karité”, utilizado en cosmetología, los investigadores en biotecnología microbiana del IRD descubrieron una cepa silvestre de E. coli con propiedades inéditas.

Esta cepa, bautizada con el nombre de “C2”, tiene la capacidad de transformar ciertos ácidos aromáticos contaminantes en otras moléculas aromáticas no ácidas (como el fenol y el guayacol), que son productos de gran importancia para la industria química, tanto alimentaria como no alimentaria. Por su parte, la cepa tipo de E. coli no tiene esta facultad.

Escherichia coli está presente en la parte inferior del intestino de la mayoría de los animales de sangre caliente. Este organismo unicelular, cuyo conjunto del genoma es conocido desde hace varios años, es comúnmente utilizado como modelo

por los genetistas, los microbiólogos y los biólogos moleculares. Genéticamente transformada, esta bacteria permite producir diversas proteínas tales como la insulina o la hormona de crecimiento humano.

E. coli tan sólo puede ser utilizada en el ámbito industrial después de una modificación genética que le confiere una capacidad de producción de moléculas de interés económico.

No obstante, la industria alimentaria está interesada en estos organismos productores de compuestos naturales, que permiten sustituir moléculas sintéticas. Éste es el caso de los conservadores de síntesis utilizados en la alimentación: son cada vez menos apreciados por esta industria, que prefiere sustituirlos por antioxidantes de origen biológico.

Ésta es la primera vez que se identifica una cepa de E. coli, que cuenta, en forma natural, inscrita en su patrimonio genético, la capacidad de transformar estas moléculas tóxicas en compuestos potencialmente utilizables por la industria.

Este descubrimiento abre importantes vías de desarrollo. La comparación del genoma de la cepa tipo de E. coli con el de C2 debería permitir descubrir y entender el “plus” que esta cepa silvestre tiene en su genoma para realizar, de manera natural, esta transformación.

Se plantean dos hipótesis: la primera sería que la parte del genoma incriminada está presente pero no se expresa en la cepa conocida hasta ahora; la segunda supone que la cepa silvestre posee una parte suplementaria de genoma.

Las técnicas de biología molecular utilizadas para tratar de diferenciar estas dos hipótesis no han permitido por el momento determinar la estructura de la proteína responsable de esta nueva propiedad. Será necesario poner en práctica una serie de técnicas más precisas de secuenciación. Sin embargo, por ahora, esta cepa guarda “salvajemente” su secreto.

Una vez que se obtengan los resultados esperados en relación con esta cepa bacteriana, sería posible prever la producción industrial de moléculas de alto valor agregado que conserven su etiqueta de “natural”.

De manera más inmediata, este descubrimiento podría beneficiar a los países sudanosahelianos, la única región del mundo en donde crece el árbol que produce la “mantequilla de karité”. Las capacidades de degradación de esta bacteria podrían ser utilizadas para el tratamiento biológico de los residuos de esta producción destinada, en un futuro próximo, a registrar un fuerte desarrollo.

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