Legislación Ambiental

Cómo aprovechar desechos sólidos en centrales de abasto

En la actualidad, en las centrales de abasto del país se producen diariamente miles de toneladas de desechos orgánicos y alrededor de 80 por ciento de estos desperdicios son productos hortícolas.

En la mayoría de los casos, estos desechos no reciben tratamiento alguno y su destino final es un sitio de disposición final, donde su degradación anaerobia ocasiona problemas de contaminación. La mayor parte de estos residuos, están formados de materia orgánica fácilmente biodegradable, la cual podría ser biotratada y aprovechada por métodos aerobios o anaerobios.

Hoy en día, en las más de 60 centrales de abasto del país se producen diariamente miles de toneladas de desechos orgánicos. El caso específico de la Central de Abasto (Ceda) de la ciudad de México es crítico, por las dimensiones de este mercado y por la cantidad de productos que pasan por ahí. Este mercado es el centro de abastecimiento más grande de nuestro país, aquí laboran 70 mil personas y el promedio de visitantes por día asciende a 206 mil. La Ceda tiene una superficie de dos millones 996,600 metros cuadrados de los cuales dos millones 096,900 es superficie construida, hay 1,445 locales comerciales y 2,182 bodegas; por último es necesario mencionar que el promedio de carga media se sitúa en 19,873 toneladas (**).

Debido a las características de la Ceda antes mencionadas, en este mercado se generan diariamente entre 720 y 875 toneladas de desechos sólidos orgánicos, de los cuales cerca de 80 por ciento son desechos de productos comestibles, el resto son residuos de empaques (papel, cartón, madera y diversos tipos de plásticos).

Además de tener variación en las cantidades generadas de desechos a través del tiempo, también se tiene una variación en la composición de éstos, lo que es normal debido a que los productos hortícolas tienen entre sí diferentes épocas de producción y, por lo tanto, de comercialización en la Ceda.

En las etapas de distribución, acopio y venta de alimentos frescos, se pueden generar porcentajes altos de desechos debido a diferentes causas como pueden ser enfermedades y plagas, deterioro fisiológico y daños mecánicos por un mal manejo poscosecha o incluso la generación de desechos puede verse aumentada por caídas de precio en el mercado. La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 2002, reporta que las pérdidas poscosecha de productos tales como papas, plátanos, tomates y cítricos son calculadas por autoridades de algunos países en desarrollo en no menos de 50 por ciento. Esto porque la mayoría de frutas, hortalizas y raíces son muy perecederos.

La mayoría de los desechos generados en la Ceda se depositan en el relleno sanitario de Bordo Poniente sin recibir tratamiento alguno o ser aprovechados de alguna forma. Los beneficios de aprovechar los desechos orgánicos biodegradables generados en las centrales de abasto podrían ser considerables, y entre ellos podemos mencionar:

a) La disminución de la cantidad de materia orgánica que se deposita en los rellenos sanitarios (sitios de disposición final de los residuos sólidos municipales). De esta forma se incrementaría la vida útil de estos sitios de disposición final. En el caso de la ciudad de México lo anterior es de suma importancia, ya que una vez clausurado el relleno sanitariol de Bordo Poniente se tendrán en un futuro problemas para el transporte y disposición de los residuos sólidos urbanos de la capital.

b) La disminución de la contaminación que emana de los sitios de disposición final. En un relleno sanitario la materia orgánica (MO) se degrada bajo condiciones de anaerobiosis dando como resultado la generación de biogás y lixiviados. El biogás y los lixiviados son las principales causas de contaminación que emanan de los tiraderos a cielo abierto y de los vertederos de residuos sólidos y representan los principales riesgos de contaminación de los rellenos sanitarios hacia el medio ambiente. Si los rellenos sanitarios cuentan con toda la infraestructura y las condiciones para su buen funcionamiento, no debe haber un impacto negativo en el medio ambiente a causa del biogás y lixiviados generados en estos sitios de disposición final. Sin embargo hay que recordar que en nuestro país la mayoría de los vertederos y sobre todo tiraderos a cielo abierto, no cuentan con una red de captación de biogás, por lo tanto este biogás se está escapando diariamente a la atmósfera en cantidades considerables.

El biogás contiene un alto porcentaje de metano; según Ozane (1990), el metano representa de 45 a 60 por ciento del biogás; para Nozhcunikova et al. (1993), esta participación va de 50 a 70 por ciento. El metano puede utilizarse como fuente de energía, sin embargo si es liberado a la atmósfera ocasiona problemas de contaminación atmosférica, ya que es un gas con efecto invernadero. En la bibliografía podemos encontrar datos muy variados al respecto, por ejemplo, según Lacoste (1997), el efecto invernadero del CH4 es 14 veces mayor al del CO2; para Pelmont (1993), este coeficiente es de 20 y para Petts et Eduljee (1994) y Rettenberger y Stegman (1991), el CH4 es 30 veces más eficiente como gas invernadero que el CO2. El incremento en la atmósfera de los gases invernadero se ha relacionado con el aumento de la temperatura global, por lo tanto, se relaciona también con una alteración del clima mundial (Alfaro, et al., 2001).

La generación de lixiviados en los rellenos sanitarios es también un aspecto en el cual se debe poner atención, sobre todo si consideramos que este tipo de materia orgánica contiene más de 85 por ciento de agua, la cual en su mayor parte es liberada durante la biodegradación. Además del agua que forma parte de los residuos, existe el agua externa (lluvia, granizo, etc.) que puede sumarse a los residuos, principalmente en el caso de los tiraderos a cielo abierto, en vertederos y rellenos sanitarios si éstos tienen fallas en la capa semipermeable de suelo que cubre los residuos. El agua es el “enemigo número uno” de los rellenos sanitarios y tiraderos a cielo abierto. Los lixiviados y la contaminación que contienen, constituyen el primer factor de impacto de un relleno sanitario (y en mayor magnitud el de un tiradero a cielo abierto) hacia el medio exterior: contaminación de terrenos adyacentes, de mantos freáticos, de fuentes de agua, etcétera.

c) Por último, el aprovechamiento integral de los desechos agrícolas que se producen diariamente en las centrales de abasto, podría proporcionar productos útiles tales como composta (por vía aerobia) o biogás (por vía anaerobia).

Para el aprovechamiento de estos desechos por la vía anaerobia para la obtención de gas metano, se requiere de biorreactores y equipo para purificar y licuar el biogás, lo cual requiere de inversión alta en comparación a lo requerido para poner en marcha una planta de composta. Por esta razón el método que ha representado la mejor opción para tratar los desechos en cuestión en la ciudad de México, ha sido el compostaje. Existen diferentes formas de producir composta, la descripción de los diferentes procesos de composteo y la diferencia entre ellos es descrita detalladamente en varias fuentes, ejemplo de esto es la obra de Haug (1993).

El compostaje es el proceso mediante el cual se tiene la descomposición y estabilización biológica de sustratos orgánicos, para producir un producto final llamado composta, el cual puede ser utilizado como mejorador de suelo. Este producto debe ser estable, libre de patógenos y semillas de malezas. Estas últimas dos características se logran gracias a la fase termofílica donde se recomienda mantener la temperatura de la pila a 60°C (Mustin, 1987).

El método de compostaje en pilas no requiere de reactores. La materia orgánica se amontona en pilas después de haber sido picada o molida (si el proceso lo requiere) y mezclada. Estas pilas son volteadas mecánicamente para favorecer la aireación y controlar la temperatura. Las dimensiones de estas pilas dependen del material que se esté tratando y del área disponible.

El método en pilas ha sido utilizado principalmente con diversos sustratos relativamente secos, pero en particular con residuos verdes de parques y jardines como lo reporta González (2000). Sin embargo, hay que señalar que con base en resultados experimentales, hemos observado que para tratar los desechos orgánicos de la Ceda por composteo en pilas es necesario usar materiales texturizantes, debido al alto contenido de humedad de estos desechos (más de 80 por ciento). La no utilización de materiales texturizantes favorece la degradación anaerobia de la materia orgánica que está en proceso, debido a que (según Kiely, 1999) cuando se tiene una humedad arriba de 60 por ciento, el agua llena los vacíos que existen entre las partículas, esto trae consigo una disminución en el acceso del oxígeno y como resultado una disminución de la temperatura y desarrollo de condiciones anaerobias.

Un agente texturizante puede ser un material orgánico o inorgánico, el cual dará un soporte estructural lo que permite aumentar la porosidad al interior de las pilas. Como materiales texturizantes se han utilizado la viruta de madera, el cartón de empaques, residuos de parques y jardines picados, cáscara de cacahuate e incluso piedras (este último no muy recomendado) (Haug, 1993 y Croteau y Alpert, 1994).

Conclusiones

Los desechos orgánicos generados en las centrales de abasto pueden ser aprovechados para la producción de composta. Lo anterior daría los siguientes beneficios: la disminución de la cantidad de materia orgánica que se deposita en los rellenos sanitarios y como consecuencia la disminución de la contaminación que emana de los sitios de disposición final, principalmente de los sitios no controlados. Además de lo anterior, se obtendría un producto útil como lo es la composta.

La utilización de materiales texturizantes hace factible el proceso de compostaje en pilas de los desechos orgánicos con alto contenido de humedad (85 por ciento), como es el caso de los desechos generados en las centrales de abasto.

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