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Estudio manipulado niega contaminación transgénica

Un estudio en el que se afirma que no existe contaminación de maíz transgénico en México, que está siendo utilizado por la industria trasnacional para impulsar el uso de estas semillas en el país, «contiene serios problemas metodológicos» que han llevado a conclusiones erróneas, de acuerdo con el especialista Peter Rosset, investigador del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, CECCAM.

Los autores del estudio, algunos ex empleados del gobierno, utilizaron un nivel conservador para evitar que las pruebas dieran positivo a la contaminación con transgénicos en Oaxaca, en la que múltiples pruebas han mostrado fehacientemente la contaminación de maíz criollo.

El 9 de agosto pasado un nuevo estudio realizado por científicos mexicanos e investigadores de Estados Unidos llegó a la conclusión de que no se encontraron signos de contaminación de maíz genéticamente modificado en el maíz nativo de Oaxaca. El estudio, titulado Absecence of a detectable transgenes in local landraces of maiz in Oaxaca, Mexico fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos.

El tema, que tiene un impacto directo en la salud pública y en el medio ambiente, es que las conclusiones del estudio publicado el 9 de agosto están siendo utilizadas por los grupos de presión de la industria de la biotecnología para allanar el camino a la siembra de maíz transgénico en México.

La utilización de semillas modificadas genéticamente es un tema polémico, porque hasta ahora nadie ha logrado demostrar que sean inocuas para la salud humana y el medio ambiente. Mientras en Europa, e incluso Estados Unidos, hay la obligación de las empresas de informar a los consumidores el contenido de organismos genéticamente modificados en los alimentos, en México no hay ningún tipo de rigidez al respecto. Recientemente, el Congreso aprobó una Ley de Biodiversidad que es favorable a los intereses de las trasnacionales del sector.

Entre los problemas en el estudio citado, Peter Rosset, también catedrático en la Universidad de Stanford, destaca que los autores usaron un umbral conservador, de baja resolución, que empresas comerciales que evalúan organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, como Genetid ID, usan porque quieren evitar tener falsos positivos y enfrentar casos de responsabilidad civil.

Fuente: La Jornada

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