Energía

Transformación de basura en energía

Hoy en día, en Estados Unidos operan cerca de 102 plantas que generan energía eléctrica a partir de los residuos sólidos municipales, con lo cual producen 2,800 megavatios, lo que equivale a 8 por ciento de la capacidad total instalada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y similar a las inversiones puestas en operación en el segundo semestre del año 2001.

Las plantas de Estados Unidos procesan 97 mil toneladas de residuos por día, un equivalente aproximado al total de desperdicios generados en México. El valor de la energía producida por estas plantas estadounidenses excede los 850 millones de dólares anuales.

La tasa de retorno de inversión de estas plantas se basa en una amortización total de las inversiones en un plazo de 12 a 15 años, lo cual es consistente con el tamaño y la vida útil de estas inversiones. El costo de los insumos (los residuos sólidos municipales) es negativo ya que las plantas cobran por disponer de los mismos y, por lo tanto, sería nulo o alternativo al costo de disposición de los residuos por otros métodos.

En resumen, las plantas de generación de electricidad a partir de los residuos en el vecino país del norte constituyen hoy en día una de las opciones más limpias y seguras de generación y disposición de los residuos. Por ejemplo, en 1993 el Departamento de Sanidad de la ciudad de Los Ángeles, concluyó que su planta de generación a partir de los residuos sólidos municipales producía menos contaminantes que los propios camiones recolectores que la abastecían.

Esta situación no es exclusiva de Estados Unidos. Japón es el país que destaca por impulsar este tipo de soluciones a la generación de electricidad. Ahí, 70 por ciento del total de residuos es tratado por combustión, en gran parte, por recuperación de energía. Otros ejemplos son Suiza, con 80 por ciento; Suecia, con 55 por ciento y Francia, con 40 por ciento. En México, esta tecnología es inexistente.

Soluciones no del todo satisfactorias

Es importante indicar que las inversiones por megavatio son aún relativamente caras en comparación con tecnologías muy difundidas: 8.8 millones de pesos por mW para plantas modernas y grandes de procesamiento de residuos sólidos municipales para generación de energía, contra un promedio de seis millones de pesos por mW para las tecnologías convencionales de gran producción.

Sin embargo, hay que destacar que esas inversiones tienen doble efecto, ya que por un lado, resuelven el problema de qué hacer con los residuos, y por el otro, contribuyen a generar más energía eléctrica. Esta doble partida adquiere nuevas dimensiones de rentabilidad y un valor social muy evidente.

En México, durante 1999 se generaron residuos a razón de 80,746 toneladas diarias, equivalentes a 0.853 kilogramos por habitante y por día. Por otra parte, los tiraderos a cielo abierto, que son muchos en nuestro país (más de 50 por ciento), son sitios donde se deposita la basura sin ningún control ni protección al medio ambiente ni a la salud pública.

En el mejor de los casos, una parte de la basura es recuperada para reciclado, pero por desgracia esta proporción sigue siendo mínima. La solución de control que mayor crecimiento está teniendo es la de los rellenos de tierra controlados y aunque es una mejor alternativa en comparación con los de cielo abierto, no es completamente satisfactoria.

La descomposición de los residuos orgánicos ahí depositados, al igual que en los otros depósitos no controlados, genera gases ricos en dióxido de carbono y metano, los cuales agravan los problemas de contaminación atmosférica y de calentamiento global de la tierra. La liberación de estos gases se reporta en la literatura en cantidades que van desde 3.1 hasta 37 litros por kilogramo de basura por año. Otro problema con los rellenos es que, a menos que se hagan inversiones cuantiosas para la protección de los suelos y el subsuelo, éstos se contaminan con metales pesados.

Por otra parte, los rellenos representan de algún modo, el sacrificio de recursos territoriales que generalmente están ubicados en las cercanías de los centros de población, pero que al final de su vida útil, quedan condenados al desuso y su valor se ve casi aniquilado. En promedio se requiere de 1.15 metros cúbicos para confinar cada tonelada de residuos sólidos municipales.

Recuperar rezago tecnológico

Para asimilar el avance tecnológico que existe en el mundo en cuanto al aprovechamiento del valor energético de los residuos y la adecuada disposición de éstos por combustión, es importante seleccionar las tecnologías disponibles más adecuadas, adquirir la tecnología, gestionar y lograr apoyo logístico para su implantación y llevar a cabo la puesta en operación en una planta experimental.

Otros pasos fundamentales consisten en estudiar y evaluar los aspectos técnicos y económicos relevantes de cada tecnología, proponer su desarrollo en términos de diseminación de la tecnología en el país, plantear el desarrollo de oportunidades de inversión y generación de riqueza ligadas al uso de la tecnología, exponer el desarrollo en términos de temas de estudio e investigación tecnológica relacionados con la tecnología y presentar estrategias de formación de recursos humanos para el desarrollo ulterior de la tecnología.

El Instituto de Investigaciones Eléctricas concluye, en un estudio denominado “Aplicaciones de Fuentes no Convencionales de Energía en México”, que los residuos sólidos municipales seguirán existiendo por siempre. Son un subproducto inevitable de la actividad humana, por tanto, son fuente renovable de energía. Si no se aprovechan los residuos, sólo serán un problema para la sociedad. Si no se reducen representan un costo territorial y una fuente significativa de daño a la ecología.

Los rendimientos de las plantas actuales ya alcanzan valores del orden de 30 por ciento en términos de la relación entre la cantidad de energía entregada a la red y el valor energético total de los residuos procesados. Pero estos rendimientos sólo se logran en plantas grandes en las que la inversión en equipos de combustión por el lecho fluidizado resulta económicamente viable. El desarrollo tecnológico permite prever la generalización de esos niveles de eficiencia en un futuro relativamente cercano.

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